La caída electoral del PSC comenzó en 2003, cuando superó el millón de votos en las autonómicas (30%), y va aparejada a la pérdida de un perfil propio. Cuando pasó de ser izquierda autonomista a coquetear con los postulados nacionalistas comenzó su descalabro.
Desde 1999 hasta 2006, Cataluña vivió una especie de bipartidismo imperfecto, en el que CIU y PSC sumaban el 68% de los votos. Especialmente fuerte se encontró en 1999, cuando rozó el 40% de los votos tras presentarse en coalición con ICV en todas las provincias excepto en Barcelona. A partir de ahí se revierte la tendencia, y pasa de mantenerse entre un 25 y un 30% en las gráficas a iniciar un lento descenso. Los dos tripartitos, el descrédito del proyecto socialista tras los Gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y el nacimiento de los nuevos partidos aceleraron ese movimiento y los socialistas catalanes se vieron relegados en 2012 a cuarta fuerza en el Parlament.
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En las primeras elecciones autonómicas de 1980, CIU (27,8%) ganó con 5 puntos de ventaja en porcentaje de votos válidos y 43 diputados, seguido por el PSC (22,4%). Los socialistas mantuvieron esa segunda posición y hasta 2003, cuando el PSC ganó en votos pero no en escaños. Coincidiendo con el fin del pujolismo y el desplome de Convergencia, Joan Maragall fue investido presidente gracias a un acuerdo tripartito (PSC, ERC e ICV).
“Hem millorat resultats al Parlament per primera vegada en 18 anys, però no són els resultats que esperàvem”. @miqueliceta pic.twitter.com/HrXgnQo3xL
— Socialistes (PSC) /❤️ (@socialistes_cat) December 21, 2017
En esos comicios se produjo otra novedad destacada: el fin de ese sistema de hegemonía bipartidista coincidió con una notable subida del resto de partidos: ERC logró resultados históricos con 16,5% votos y 23 escaños. Los ecosocialistas de ICV doblaron prácticamente también sus resultados (7,6% votos y 9 escaños) y los populares también crecieron (11,9% de votos y 15 escaños).
Esa tendencia se acentuó en 2006, cuando se acelera el declive del PSC, que pasó del 31 al 26% de los votos frente a una ligera recuperación de CIU, que aumentó en dos escaños. Ese año, con un 3% de apoyos llega al Parlament un nuevo partido: Ciutadans. En esos comicios, los socialistas catalanes fueron los que más votos perdieron beneficiando a ICV. Los resultados permitieron una reedición del tripartito y el 24 de noviembre de 2006 José Montilla fue investido president; el comienzo del fin.
En 2010, el PSC se mantuvo como segunda fuerza pero volvió a caer de la barrera psicológica del 20% (18,3%) frente a la candidatura de Artur Mas, que logró una mayoría simple tras subir 14 escaños. Dos años después, el PSC perdió esa segunda posición mientras CiU y ERC mantuvieron estables sus resultados de 2006. Mientras tanto, Ciutadans triplicaba sus escaños y alcanzaba nueve. Se acaba esa hegemonía bipartidista y los votos se reparten en otro sentido: soberanistas o partidos de carácter nacional. El PSC se ve obligado a competir en un nuevo escenario desconocido para él.
Esa tendencia se mantuvo y en 2015 el partido de Albert Rivera logró superar al PSC, que cayó hasta la cuarta posición en el Parlament (12,3% de los votos y 16 escaños). La unión de CDC y ERC bajo la coalición Junts Pel Sí polarizó el electorado, dejando a los socialistas en tierra de nadie. Dos años después ahí sigue, aunque Miquel Iceta ha conseguido romper la tendencia a la baja y recuperar dos puntos en porcentaje de votos.
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