Fue el gran debate durante las primeras semanas que siguieron a la convocatoria electoral. El independentismo tardó tiempo en decidir cómo concurriría a las elecciones del 21-D, con Carles Puigdemont y la CUP presionando por una lista unitaria que englobara a todas las fuerzas partidarias de la DUI para reforzar el carácter plebiscitario de los comicios. ERC torpedeó esa estrategia con exigencias imposibles, como la presencia en esa lista de los comunes o parte de ellos, con la vista puesta en unas encuestas que pronosticaban la victoria meridiana de Oriol Junqueras.
A los republicanos esa estrategia les ha salido cara: Carles Puigdemont les ha adelantado por la derecha. Pero también al independentismo, que habría obtenido un resultado mucho más contundente de concurrir de manera conjunta. En lugar de retroceder hasta los 70 diputados, con la debilidad que eso transmite al discurso de la legitimación, la llista unitaria se habría hecho con 73 escaños, uno más de los que sumaron en 2015 Junts pel Sí y la CUP.
[infogram id="fd7b7fdf-c948-4294-a168-8f13d2803f5d" prefix="Rh1" format="interactive" title="Parlament con una lista unitaria independentista"]
Entonces sí, el bloque independentista habría podido vender un avance tras dos años de procés: 100.000 votos y un diputado más, pese a retroceder dos décimas en porcentaje de voto. Habría dejado prácticamente en anécdota el resultado de Ciudadanos, que ahora puede presumir de haber ganado las elecciones como primera fuerza destacada tanto en votos como en escaños.
Además, los tres diputados extra que habría obtenido la lista unitaria se los habría robado, todos, a la formación naranja, que se quedaría con 34. Habría perdido uno en Barcelona, otro en Tarragona y otro en Girona. El resto de partidos mantendrían exactamente el mismo resultado: PSC 17, Catalunya En Comú 8 y PP 3.
Los argumentos contra la lista unitaria versaron en torno a la pluralidad. Partidos diferentes para espacios diferentes para evitar que nadie se quedara en casa por alergia a un compañero de coalición. Es decir, que ningún convergente de clase alta se pensase votar independentista para no regalar su voto a una lista integrada por los antisistema de la CUP. Y viceversa.
El resultado del 21-D contradice ese temor. De hecho, el gran subidón de Junts per Catalunya no se ha producido a costa de ERC, que ha mantenido el resultado que le pronosticaban todas las encuestas, sino de la CUP, que se ha hundido (de 10 a 4) en favor de Puigdemont.
Es cierto que un grupo parlamentario conjunto habría atado de manos al independentismo, como ya le ha sucedido durante los dos últimos años a Junts pel Sí. Los tiempos, las iniciativas parlamentarias y las portavocías habrían quedado difuminadas.
Con grupos separados, JxC y ERC hablarán tras Ciudadanos y la CUP tendrá que ponerse de acuerdo con el PP
Pero también es cierto que la situación actual no es especialmente propicia en ese sentido: Junts per Catalunya y ERC tendrán el segundo y tercer grupo parlamentario de la Cámara, y deberán intervenir por detrás de Ciudadanos, pese a contar con el turno extra del Govern si finalmente hay acuerdo. El gran perjudicado es la CUP, que pierde influencia hasta el punto de que deberá compartir el Grupo Mixto con el PP, con quien deberán pactar sus intervenciones, mociones y turnos de palabra.
La influencia de los antisistema, el partido más firmemente defensor de la vía unilateral y la implementación de la República, estará muy condicionada durante la legislatura. A diferencia de la pasada, en la que Junts pel Sí sumaba 62 diputados y el conjunto de Ciudadanos, PSC, CSQP y PP 63, sus votos ya no son decisivos. JxC y ERC suman 66, por los 65 de Cs, PSC, CeC y PP. La única amenaza que la CUP puede ejercer, a la hora de legislar, sólo será la de votar junto al 'bloque del 155'. En la investidura, les vale con la abstención.
Circunscripción única
La lista unitaria también habría obtenido una enorme ventaja del sistema de circunscripción provincial, que le concedió este jueves la mayoría absoluta merced a la sobrerrepresentación de las provincias más despobladas. En un sistema de circunscripción única con el mismo valor para todos los votos, ni siquiera la lista unitaria le habría valido de nada al independentismo.
La suma de JxC, ERC y la CUP se habría quedado en 65 escaños, por los 35 que habría obtenido Ciudadanos, los 19 del PSC, los 10 de Catalunya En Comú y los 5 del PP. También habría obtenido un representante el Partido Animalista (PACMA), si se eliminara la barrera de entrada que impide a los partidos con menos de un 3% de los votos pelear por el reparto de escaños. La candidatura del PACMA obtuvo en toda Cataluña 38.520 votos y un 0,89% de los sufragios.
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