Cuando está a punto de cumplirse, el 20 de enero, el primer año desde que asumió el poder, el presidente Donald Trump ha recibido un regalo envenenado en forma de libro. El título es muy del gusto del presidente Fire and Fury: inside the Trump White House (Fuego y Furia: dentro de la Casa Blanca de Trump), y el contenido es tan explosivo como los tuits con los que despierta el comandante en jefe de EEUU al mundo entero.
El autor, el periodista Michael Wolff, se hace eco de testimonios de más de 200 fuentes, recabados durante 18 meses, pero lo que ha encolerizado especialemente a Trump son las revelaciones de Stephen K Bannon, quien fuera su mano derecha en la campaña y asesor presidencial hasta agosto pasado. Entonces se desmarcó de las bravatas de Trump sobre Corea del Norte. “No hay solución militar. Nos tienen pillados”, dijo y para Trump fue el acabose. Gracias a Bannon, entre otros, Wolff deconstruye a Trump y lo retrata como un hazmerreír.
El presidente ha tratado de evitar la publicación del libro, en el que sus más cercanos asesores le describen como un niño malcriado, que lo quiere todo y lo quiere ya. Sin embargo, el viernes 5 de enero se ha lanzado a la venta con un éxito abrumador. Wolff, que incluso ha hablado con el presidente, que ahora niega tres veces todo lo relacionado con el periodista, ha agradecido la publicidad que le está haciendo. “En realidad tratar de prohibir el libro hace que sea más veraz lo que cuento”, ha señalado a The Guardian.
Después de hacer posible que Trump llegara a la Presidencia, algo con lo que el magnate estadounidense no contaba y menos aún deseaba según revela esta obra, Bannon le desenmascara y le presenta desnudo como el emperador del cuento. Admirador de Thomas Cromwell, en la corte de los Tudor, acabaría decapitado por traición como su héroe si Trump tuviera el poder del rey Enrique VIII.
Bannon tuvo poco que ver con mi Presidencia... ni con mi histórica victoria.. Ha perdido la cabeza", dice Trump
Trump asegura ahora: “Bannon tuvo poco que ver con mi Presidencia.. ni con mi histórica victoria... Cuando le despedí no sólo perdió el trabajo, también perdió la cabeza”. Tras estas revelaciones, peligra también en Breitbart News, porque sus mecenas, los Mercer, han retirado su apoyo.
Pese a la ira presidencial por Furia y Fuego, el presidente y su antiguo escudero han mantenido el contacto los últimos meses. Habría sido Bannon quien convenció a Trump, por ejemplo, de que diera su apoyo explícito al aspirante republicano por Alabama, Roy Moore, pese a ser sospechoso de comportamiento inapropiado con una niña de 14 años cuando él estaba en la treintena. Ahora Trump le cortaría la cabeza si pudiera.
De Bannon se decía que siempre estaría donde vieras un fuego, La obra de Wolff, autor de una biografía sobre Rupert Murdoch titulada The man who owns the news (El hombre que posee las noticias), es pura dinamita contra Trump. En diez claves resumimos lo que ha anticipado New York Times Magazine:
1. El hombre más famoso del mundo antes que presidente. El objetivo final de Trump no era llegar a la Casa Blanca, sino montar una cadena de televisión o algún negocio relacionado con el sector. Según relata Wolff, su amigo, Roger Aisles, el ex presidente de Fox News, le había dicho: “Si quieres hacer carrera en televisión, nada mejor que optar a la Presidencia”. Dicho y hecho. Trump, gran fan de este medio, también como telespectador, reconoció a su asesor Sam Nunberg: “Voy a ser el hombre más famoso del mundo”. Una derrota digna, por unos seis puntos, era una dulce victoria.
“La mayor parte de los candidatos presidenciales dedican su carrera por completo, incluso sus vidas desde su adolescencia a prepararse para ganar y gobernar. El cálculo de Trump, tomado con plena conciencia, era bien diferente. El candidato y sus generales creían que podrían lograr grandes ventajas si casi llegaban a la Presidencia sin tener que cambiar su comportamiento ni su visión sobre el mundo un ápice”, puede leerse en Fuego y Furia.
2. Vencidos pero con un gran futuro. Todos a su alrededor contaban con los beneficios de una derrota. Trump sería el mártir eterno de Hillary Clinton y explotaría esa faceta en los medios. Su hija Ivanka y su yerno Jared, celebridades internacionales con lo que eso reporta en ganancias. Steve Bannon se convertiría en el líder de facto del Tea Party. Cuando le reprocharon al general retirado Michael Flynn, que solía hacer de telonero de Trump en la campaña, que hubiera aceptado 45.000 dólares de los rusos por un discurso replicó: “Bueno, sólo será un problema si ganamos”. Así fue.
3. La metamorfosis presidencial. “Cuando se confirmó la tendencia hacia la victoria, el hijo de Trump, Don Jr, que suele llamar al presidente DJT, dijo a un amigo que su padre parecía que había visto un fantasma. Melania arrancó a llorar desconsoladamente” .
Don Jr. dijo a un amigo que tras la victoria su padre parecía que había visto un fantasma. Melania arrancó a llorar"
Según observaciones de Bannon, Trump pasó de la confusión al descrédito y luego al horror. Pero su transformación final fue la más sorprendente. “De repente se convenció de que había ganado porque lo merecía, y porque estaba totalmente capacitado para ser presidente de Estados Unidos”.
Eso sí, el 20 de enero de 2017, cuando juró el cargo, Trump estaba tremendamente molesto porque fallaron los invitados de primera. Había discutido con Melania, que estaba al borde de las lágrimas. Sus portavoces insisten ahora que todas estas interpretaciones son risibles y pura ficción.
4. Un presidente ignorante y un arranque caótico. El desembarco en la Casa Blanca, tras el susto inicial del equipo, parecía una película de los hermanos Marx. El que mejor se desenvuelve en ese caos es aparentemente Bannon, quien aprovecha su cercanía con Trump para intentar marcar la agenda con cuestiones como el traslado de la embajada en Israel a Jerusalén, que finalmente no fue de las primeras decisiones del mandato.
Dada la falta de experiencia de todo el entorno de Trump, Aisles, experimentado conocedor de los entresijos de la Casa Blanca, le recomienda que elija un buen jefe de gabinete. “Necesitas un hijo de puta que conozca Washington. Tu querrás ser tu propio hijo de puta pero no conoces Washington. Le sugiere el nombre de John Boehner, que había dimitido como presidente de la Cámara un año antes. Trump replica: “¿Y ese quién es?”.
Cuando trataron de explicarle la Constitución, quien se encargaba de la tarea, Sam Nunberg, apenas llegó a la Cuarta Enmienda. Le aburre leer, y no lo hace, y, según el libro, repite una y otra vez lo mismo a quien ha de escucharle. En general, lo que se dice de él en los programas de televisión. Con estas anécdotas ilustra Wolff cómo su entorno le considera poco capaz intelectualmente.
5. Adoración por Rupert Murdoch (no correspondida). Trump admira al magnate mediático Rupert Murdoch y presume de su cercanía con una veneración que cualquiera diría que el presidente es en realidad el millonario australiano. Sin embargo, Murdoch se burla de Trump, de acuerdo con la versión de Wolff. Cuando el presidente se encuentra con varios representantes de Silicon Valley, Murdoch le interroga sobre el encuentro. “Necesitan mi ayuda. Obama no ha sido muy favorable. Demasiadas regulaciones. Es una oportunidad ayudarles”.
Menudo idiota", dijo de Trump el magnate mediático Rupert Murdoch, tras una conversación telefónica
Murdoch le aclara que Obama les ha favorecido completamente durante ocho años y que lo que quieren son los visados para trabajadores cualificados, lo que le va a ser difícil defender con su promesa de construir un muro en la frontera y limitar la inmigración. “Ya se me ocurrirá cómo”, replica. “Menudo idiota”, habría dicho Murdoch.
Bannon parece celoso de la cercanía de Murdoch al presidente e incluso intenta que Trump lo vea senil, pero no lo consigue. “No tiene ni idea de política americana, no es estadounidense”, le decía Bannon al presidente sobre Murdoch. De lo que sí hizo caso Bannon es de lo que decía el millonario australiano sobre cómo son cruciales los seis primeros meses de la Presidencia para fijar la agenda. Por eso Bannon ahora mantiene que todo se ha echado ya a perder.
6. Fascinado por Putin. Bannon también reconoce al amigo de Trump, Roger Aisles, cómo el presidente estaba muy interesado en ver a Putin desde el principio, pero el líder ruso no se mostró por la labor. A quien teme Bannon es a China, que compara con la Alemania nazi de los años 30.
Desvela el ex asesor de Trump cómo la reunión que mantuvieron en junio de 2016 el hijo mayor del entonces candidato republicano y su yerno, Jared Kushner, con una abogada rusa cercana al Kremlin y otros emisarios es a su juicio “antipatriótica” y “traicionera”. Según Bannon, “deberían haber llamado al FBI de inmediato”.
Resulta curioso este desmarque de Bannon, quien puede haber sido tan explícito con el autor de Fuego y Furia para marcar distancias con la investigación sobre la trama rusa. En su opinión, como consecuencia de las indagaciones del fiscal especial Robert Mueller, sobre las finanzas de Trump, su hijo Don Jr “acabará en las televisiones espachurrado como un huevo”.
7. Ivanka sueña con ser presidenta. De querer la derrota, los Trump ahora parecen haberle tomado el gusto a la Casa Blanca. Tan cercanos al presidente como su entonces jefe de gabinete Priebus o el propio Bannon, están Ivanka Trump y su marido, Jared Kushner, a quienes Bannon llama Javanka, nombre que ha triunfado en los pasillos del poder.
Señala el libro que la pareja, que sopesó los riesgos y las ventajas de aceptar el trabajo en el Ala Oeste, tiene ahora el objetivo de que Ivanka sea la primera mujer presidenta de EEUU. “No puede ser verdad. ¡O, Dios mío!”, dijo Bannon, que desprecia a Ivanka, de quien dice que se burla del peinado de su padre, mientras presume de manejarse bien con Jared.
“Ivanka mantiene una relación con su padre que no es convencional. Le ayuda no solo en sus negocios, también en sus asuntos matrimoniales. No se trata de oportunismo, sino de transacciones. Para Ivanka todo es negocio, desde la marca Trump, hasta la campaña o ahora la Casa Blanca. Trata a su padre con cierta ironía”, se lee en Fuego y Furia.
Pese a lo que pueda parecer, según la versión de Wolff, Jared Kushner tiene poca capacidad de influencia sobre su suegro, que es totalmente incontrolable. Por ejemplo, Kushner trató de mediar con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, sobre el Muro, pero Trump se desmarcaba una y otra vez.
8. En la cama a las 6.30 con una hamburguesa de queso. La Casa Blanca le imponía desde el primer momento, pero no ha querido cambiar unos usos y costumbres caóticos y estrambóticos. Habitaciones separadas, por primera vez desde Kennedy. Ordenó añadir al que ya había otros dos televisores en su dormitorio y quiso que tuviera cerrojo. Sin embargo, le advirtieron de que no era posible porque su equipo de seguridad ha de tener acceso siempre.
Quiso que su dormitorio tuviera un cerrojo pero el servicio de seguridad se lo ha impedido
Teme que le envenenen y por eso prefiere la comida del McDonald’s porque viene procesada y nadie sabe quién la ha fabricado. Nadie puede tocar sus cosas, especialmente su cepillo de dientes. Le gusta estar en la cama hacia las 6.30 de la tarde con una hamburguesa de queso y un teléfono.
9. En busca del filtrador. Pasa horas al teléfono hablando con amigos y conocidos sobre todo y sobre todos. Se queja de la deslealtad de su equipo con cualquiera y luego se obsesiona si las conversaciones salen a la luz. Arremete contra los medios cuando eso sucede y asegura que todo es falso.
10. Es un niño caprichoso con el botón nuclear a mano. Quien fuera su vicejefa de gabinete Katie Walsh explica a Wolff que para manejarse con el presidente trataba de imaginarse qué quiere un niño. “No procesa la información de forma convencional. No lee. Ni siquiera informes... Confía en su propia experiencia, sin importarle si el asunto es banal o muy profundo, más que en nadie. A veces es muy confíado, pero otras se queda paralizado, con muchas inseguridades”, mantiene Walsh. Se fue de la Casa Blanca cuando vio que nadie, ni siquiera Kushner, era capaz de explicarle cuáles eran las prioridades en el Ala Oeste.
Un millonario ultranacionalista que quería ser famoso, adicto a la televisión y las charlas telefónicas, rige los destinos de la nación más poderosa del mundo. Ni en el reality más descabellado imaginarían semejante guión.
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