Cuando en la noche del martes Carles Puigdemont escribió al ex conseller Antoni Comín desde algún punto de Bélgica una secuencia de cuatro mensajes a través del móvil estaba probablemente redactando sin saberlo su epitafio como dirigente político y amortajando el proceso independentista iniciado tras la victoria de los partidos separatistas en las elecciones autonómicas del 27 de septiembre de 2015. Un plano de un segundo de duración captado por una cámara de televisión bien colocada iba a aniquilar los más de dos años de procés. "Esto se ha terminado", confesaba el ex president a alguien que, al menos hasta ese momento, consideraba de su total confianza. ¿Traición? ¿Descuido?
Ocurrió en la tarde del martes en una sala del OHL Stadium de Lovaina, el estadio de fútbol en el que Loryn Paris -candidato a la Alcaldía de Lovaina en las elecciones locales de este año- participaba en un acto de su partido: Nueva Alianza Flamenca. Comín había acudido para apoyar al independentista flamenco, anfitrión de los ex consellers fugados en su aventura belga: Paris abrió las puertas de su casa para ofrecerles a los prófugos españoles al menos una cena.
Luis Navarro y el reportero gráfico Fernando Hernández, de El programa de Ana Rosa (Telecinco), se disponían a cubrir el mitin en Lovaina ante la posibilidad de que Puigdemont pudiera aparecer en un momento crítico del proceso soberanista. El acto estaba programado horas después de que el presidente del Parlament, Roger Torrent (ERC), hubiera anunciado que se posponía el pleno en el que había propuesto investir a Carlos Puigdemont después de las medidas cautelares adoptadas por el Tribunal Constitucional en respuesta al recurso interpuesto por el Gobierno.
El ex president de la Generalitat no hizo acto de presencia en Lovaina, pero fue en la distancia uno de los dos protagonistas de la historia que sin duda marcará el devenir del proceso secesionista. El otro fue Comín, ex titular de la Consejería de Salud en la anterior legislatura y uno de los cuatro ex consellers instalados en Bruselas desde finales del pasado mes de octubre para eludir la acción de la Justicia española. A diferencia de sus compañeros de fuga, él es el único que no ha renunciado a su acta de diputado.
Un plano de un segundo captado por una cámara bien colocada aniquila los más de dos años de 'procés'. "Esto se ha terminado", confesaba Puigdemont a Comín
A las 20.30 horas, Antoni Comín recibe un primer mensaje de "Carles" en su teléfono móvil a través de Signal, una aplicación de mensajería instantánea que popularizó Edward Snowden y más segura que otras al utilizar un sistema de encriptación 'punto a punto'. De hecho, fue el sistema utilizado por los organizadores del referéndum ilegal del 1-O para comunicarse, como constató la Guardia Civil en la investigación del acoso ante la Consejería de Economía y Hacienda el pasado 20 de septiembre.
"Volvemos a vivir los últimos días de la Cataluña republicana", rezaba el primer mensaje enviado por "Carles". Tras las comprobaciones de los reporteros y del equipo del programa, el emisor era Carles Puigdemont. Ni éste ni Comín han sugerido la menor duda de ello tras difundirse el contenido de los mensajes.
"Recibe ese mensaje y se queda blanco. Fue justo dos minutos antes de que Comín subiera al estado para pronunciar su discurso. Lo pronuncia nerviosísimo y desencajado", ha explicado Navarro, que lleva tres meses en Bruselas siguiendo las andanzas de Puigdemont. Después regresó a su silla, volvió a sacar el teléfono "y se encuentra con otra bomba": "El plan de Moncloa triunfa. Sólo espera que sea verdad y que, gracias a esto, puedan salir todos de la cárcel porque si no el ridículo es histórico".
Los reporteros insisten en que captaron los mensajes por un mero descuido del destinatario. "No era consciente, habría venido la seguridad y nos habría pedido la tarjeta de la cámara", defienden
La captación del testamento político de Puigdemont fue posible por la ubicación del cámara, colocado certeramente justo detrás de Comín. "Lo tenía debajo, a menos de un metro", ha detallado Fernando Hernández. Él y el redactor eran los únicos periodistas ubicados en esa posición en la sala, en la que estaban presentes otros informadores belgas y españoles.
"Cada diez minutos le vibraba el móvil en el bolsillo. Llegó un momento en que vimos que ponía 'Carles' en el móvil y fue entonces cuando le dije al cámara que lo grabara", ha relatado Navarro en el programa. "Pero, claro, teníamos a su gente de seguridad. Normalmente a nosotros nos miran más que a los demás. Yo intenté [meter] un poco de hombro para que no me vieran y en un momento de descuido es cuando pico cámara y rápidamente cojo el plano, que no dura más de un segundo. Esa imagen es un segundo. Disimulo y tiro para fuera", completa Hernández.
Antes de las 21 horas llega otro mensaje al móvil de Comín -"Supongo que tienes claro que esto se ha terminado. Los nuestros nos han sacrificado, al menos a mí. Vosotros seréis consejeros, espero y deseo, pero yo estoy sacrificado tal y como sugería Tardá"- y al filo de las 21.20 horas, minutos antes de que terminara el acto, el cuarto: "Supongo que tienes claro que esto se ha terminado. Los nuestros nos han sacrificado, al menos a mí. Vosotros seréis consejeros, espero y deseo, pero yo estoy sacrificado tal y como sugería Tardá".
"Un bombazo entre las manos"
Tras intentar sin éxito que el destinatario realizara declaraciones, el equipo de televisión se marcha al hotel con el convencimiento que habían logrado un documento informativo de enorme trascendencia y que tendría un gran impacto político y social. "Sabíamos que teníamos un bombazo entre la manos", ha confesado rotundo el periodista.
"Nos teníamos que ir al hotel [ubicado en Lovaina y donde llegaron a las 23.05 horas] y comprobar frame a frame, fotograma a fotograma, que efectivamente se veía ese texto. En el display de la cámara no podías verlo exactamente, pero yo sabía que estaba enfocado", comenta el cámara. Fue exactamente el plano 59, en el que se podía leer toda la secuencia de mensajes enviados por Puigdemont. Un plano de un segundo de duración integrado por unos 18 fotogramas.
A las 3 de la mañana, después de revisar las imágenes segundo a segundo, los reporteros llamaron a la directora de El programa de Ana Rosa, Ángels Juan, para comunicarles el documento que habían logrado. El equipo se puso en marcha para ratificar por varias vías que el teléfono emisor era el de Puigdemont y descartar que "Carles" fuera otro Carles. Confirmaron que era el celular austríaco del ex president y, en torno a las 10.15 horas, difundieron el contenido de los mensajes. El procés entraba en otro escenario y, sin saberlo, Puigdemont daba un balón de oxígeno a Mariano Rajoy.
¿Montaje o descuido?
Navarro desmiente "categóricamente" la teoría del montaje e insiste en que la pillada se explica exclusivamente por un descuido de Comín. Para argumentarlo recuerda que, cuando el servicio de seguridad se percató de que estaban grabando al ex conseller, éste se levantó y cambió de ubicación. "Yo creo que no era consciente de que lo teníamos, porque de lo contrario habría venido la seguridad y nos habría pedido la tarjeta de la cámara. Hubiésemos tenido problemas", razona Hernández.
Como recoge este jueves La Vanguardia, "a algunos reporteros en primera fila les llamó la atención la falta de discreción del diputado con el móvil". ¿Se descuidó Comín al abrir los mensajes pese a saber que tenía una cámara de televisión a sus espaldas? ¿O acaso lo hizo de forma consciente para que se conocieran las confesiones íntimas del ex president? Algunas fuentes consultadas por este periódico se inclinan a pensar que Comín pudo traicionar a Carles Puigdemont facilitando que sus mensajes tuvieran trascendencia pública y acabar con su carrera política, allanando el camino para un nuevo candidato a la Presidencia de la Generalitat.
Hijo del respetado antifranquista catalán Alfons Comín, fue éste quien introdujo a su vástago en las filas del Partido Socialista de Cataluña (PSC) por medio de Pasqual Maragall. Fueron las primeras siglas políticas que defendió Antoni Comín antes de enrolarse en ERC y después de haber liderado la plataforma Ciutadans pel Canvi (CpC), la plataforma de apoyo a Maragall con la que el ex alcalde de Barcelona buscó ampliar apoyos catalanistas a su propuesta de izquierdas para desbancar a Jordi Pujol de la Generalitat.
Profesor en excedencia de la escuela de negocios ESADE, no renunciar al acta de diputado obtenida en las elecciones del pasado 21-D le permite disfrutar de sueldo público y de los privilegios que le garantiza su condición de parlamentario. A la espera de que la Justicia dicte sentencia, Comín quedará en la intrahistoria del procés como el destinatario de los mensajes que condenaron políticamente a Carles Puigdemont. "Supongo que tienes claro que esto se ha terminado...", le decía el ex president. El tiempo dirá si fue un traidor o un incauto.
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