Son los patricios del Nuevo Mundo. La saga que forjó el destino de la América del siglo XX. Los Kennedy, con sus glorias y sus sombras. Cuando arranca 2018, uno de sus más prometedores baluartes de la generación milenial, Joseph Patrick Kennedy III, ha dado la réplica demócrata al discurso del Estado de la Unión del presidente Donald Trump. ¿Vuelven los Kennedy a recuperar el sueño de la América de las libertades? ¿Son la alternativa a la era Trump?
“En realidad, los Kennedy nunca se han ido. EEUU es un país de dinastías: los Bush, los Clinton, quizá ahora los Trump… El Partido Demócrata está muy perdido y es simbólico que le haya dado la oportunidad. Tiene el bagaje familiar, formación académica, es el típico candidato hasta que llegó Trump”, afirma Julio Cañero, director del Instituto Franklin de la Universidad de Alcalá de Henares.
Es cierto que los Kennedy han estado en la escena política desde el siglo XIX. “No puede decirse que debute en política. He vivido con ella toda mi vida”, decía Joe Kennedy III cuando fue elegido congresista por el cuarto distrito de Massachusetts en 2012. Antes de lanzarse a la arena política, ya había hecho campaña con su padre, Joseph II, congresista entre 1987 y 1999, y su tío abuelo, el león del Senado.
No puede decirse que debute en política. He vivido con ella toda mi vida", decía Joe Kennedy en su primera campaña
Su tatarabuelo paterno, Patrick Joseph Kennedy, fue congresista y senador y el materno, John F. Fitzgerald, alcalde de Boston. Su bisabuelo, a quien se considera el patriarca, Joseph P. Kennedy, embajador en el Reino Unido, donde trató con Winston Churchill. Su abuelo, Robert F. Kennedy, primero ejerció como fiscal general y luego como senador. Fue asesinado cuando arrancaba su camino a la Presidencia en 1968. El mismo destino que corrió su tío abuelo, el presidente John F. Kennedy (JFK), cinco años antes.
Junto a la gloria también se asocia a los Kennedy con una estela maldita, coronada por los asesinatos de JFK y Bobby. Empezó la tragedia cuando el hermano mayor, Joe, a quien el patriarca había destinado en realidad para la Presidencia, murió cuando sobrevolaba el Reino Unido como piloto en la Segunda Guerra Mundial.
Una de las desgracias más impactantes de finales del siglo XX fue la muerte del único hijo varón de JFK, John John, a los 38 años, junto a su esposa, Carolyn Bessette, y su cuñada, cuando pilotaba su avioneta camino de una boda en Long Island. Dirigía la revista George pero muchos le veían futuro político. Su hermana, Caroline, ha sido embajadora en Japón y ahora podría postularse como senadora en Nueva York, lo que ya intentó pero sin éxito. Uno de sus hijos, Jack Schlossberg, veinteañero, también puede dar que hablar en el futuro.
Desde 1947 a 2010 siempre hubo un Kennedy en el Congreso de EEUU. El primero fue JFK, que puso el pie en el Capitolio con 29 años. Tres más tenía Joe cuando fue elegido. Edward (Ted) Kennedy, también tío abuelo de Joe, conocido como el león del Senado, fue el más longevo en el cargo por Massachusetts, que ocupó desde 1963 hasta su muerte en 2009. El hijo de Ted, Patrick Joseph, se retiró como congresista en 2010 y desde entonces hasta que ganó su puesto Joe, en noviembre de 2012, no hubo ningún Kennedy en las Cámaras.
América se construyó sobre una promesa simple: cada uno de nosotros merece una oportunidad justa", afirma Joe Kennedy
“América se ha construido sobre una promesa simple: cada uno de nosotros merece una oportunidad justa”, decía en su video de presentación en su primera campaña electoral en 2011. En su alocución como estandarte demócrata frente a Trump, cumplió con este lema al dirigirse a los dreamers (soñadores, hijos de inmigrantes ya nacidos en EEUU). “Ustedes son parte de nuestra historia. No os vamos a olvidar y no nos vamos a alejar”, dijo Joe en español.
En su discurso, que despertó gran expectación, presentó al gobierno actual como divisivo y no representativo de la quintaesencia americana, sin nombrar a Trump. “Están echando por tierra lo más excelso del ideal americano: la creencia en que todos somos valiosos, que todos somos iguales y que nos tienen en cuenta a todos”, señaló.
“No sólo están acabando con las leyes que nos protegen sino con la idea de que merecemos protección”, añadió con convicción. Aludió a cómo triunfarán quienes gritan “yo también” contra el acoso sexual y “las vidas negras importan”. Concluyó optimista: “Tengamos fe. El estado de nuestra Unión es esperanzador, resiliente, duradero”.
Sobre las expectativas que había despertado, Joe Kennedy dijo después con humor que esperaba no haber arruinado su carrera política. Los rivales, que no podían echarle en cara su mensaje impoluto y comprometido, se fijaron en el exceso de vaselina en sus labios. Y recordaron su fortuna, entre 20 y 40 millones de dólares, fruto de la herencia familiar y de inversiones posteriores. Es uno de los 25 congresistas más ricos. Su madre también era hija de un industrial del automóvil.
“Con Joe Kennedy los demócratas pretenden poner a prueba la marca Kennedy. Su discurso tiene mejor música que el de Hillary Clinton aunque represente al mismo espectro. El efecto Kennedy siempre resulta atractivo, aunque sea por imitación. Es una gran ventaja que se maneje en español”, afirma Javier Redondo, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Presidentes de Estados Unidos.
Nacido en Brighton, un barrio de Boston, el 4 de octubre de 1980, tiene un hermano mellizo, Matthew, y su padre, Joseph II, fue congresista hasta 1999. Sus padres se divorciaron en 1991 y la ruptura llevó a que su madre, Sheila Rauch, escribiera Shattered Faith, sobre la nulidad concedida por la Iglesia sin que ella dijera palabra. Parece la única sombra en su biografía.
Con una formación académica exquisita (licenciatura en ingeniería y administración en Stanford, y posgrado en leyes en Harvard), Joe Kennedy también tiene experiencia en el trabajo sobre el terreno. Estudió español en Sevilla unos meses pero lo perfeccionó cuando estuvo, entre 2004 y 2006, como voluntario del Cuerpo de Paz, que fundara JFK en 1961, en República Dominicana.
La comunidad (en República Dominicana) me acogió como uno más. Llevo a ese pueblo en mi corazón"
“Lo que significan el Cuerpo de Paz, el impacto que actos de servicio pueden tener más allá de fronteras y generaciones, es una lección que tengo presente cada día”, confesaba Joe Kennedy en 2016 a US News and World Report. Su estancia dominicana sin lugar a dudas le marcó. “Di un poco y recibí mucho. La comunidad me acogió como uno más. Llevo a ese pueblo en mi corazón”, decía al programa Panorama, en WCEA TV.
En Sevilla degustó jamón ibérico, pero se contuvo con los vinos. Es abstemio hasta el punto de que en el equipo universitario de lecrosse (deporte de la élite estadounidense) le llamaban el lechero porque prefería esta bebida a las cervezas. Asegura que sabe dónde y cuándo ha bebido alcohol porque son contadas ocasiones.
En su familia el alcohol ha jugado muy malas pasadas. En una dinastía de pasiones desenfrenadas, por el poder, el sexo, el alcohol, Joe parece un misionero de la política, un patricio que quiere poner su conocimiento al servicio del bien común. En 2008 prestó ayuda legal a deshauciados por la crisis hipotecaria.
Su labor en República Dominicana dejó huella. Ayudó a hacer sostenible un proyecto turístico en los Saltos La Damajagua, en el municipio de Imbert, en Puerto Plata. Ayudó a los guías a defender sus derechos con la creación de un sindicato. “Siempre ha mantenido contacto con nuestro proyecto”, señalaba Carlos Finke, director provincial de Medio Ambiente, en su felicitación cuando fue elegido congresista en 2012.
Fue un año de grandes decisiones en su vida. Tras cinco años de noviazgo, se casó con su novia, Lauren Birchfield, a quien había conocido en Harvard, cuando asistían juntos a la clase de la hoy senadora por Massachusetts, Elizabeth Warren. La senadora es una gran admiradora de Joe Kennedy: "Es una de las voces más fuertes y compasivas que luchan por una América para todos". Joe recuerda que era la profesora más dura y la más querida en Harvard.
.@RepJoeKennedy is one of the most compassionate, strongest voices fighting for an America that works for everybody. He did a great job last night – watch his Democratic response to the State of the Union: https://t.co/PNh7jWALv5
— Elizabeth Warren (@SenWarren) January 31, 2018
Joe y Lauren tienen dos hijos, Eleanor, de dos años y James Matthew, nacido en diciembre pasado. El congresista se ausentó de una votación para asistir al parto. En su primera foto el bebé tenía la camiseta de los Patriots de Nueva Inglaterra, el equipo de fútbol americano del que la familia es gran admiradora.
Habla rápido y actúa lento. Poco a poco ha ido despuntando en su labor en el Congreso. Es firme defensor de los derechos de los transgéneros y su invitada al discurso de Trump fue la sargento Patricia King. Entre sus intervenciones más aclamadas en las redes sociales destacan sus críticas al supremacismo y al desmantelamiento del Obamacare.
En esa ocasión se refirió a las Escrituras en su contestación al presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan. “Con todo el respeto, leemos las Escrituras de forma diferente. Lo que yo leo es que hay que alimentar al hambriento, vestir al desnudo, proteger a los que no tienen y confortar a los enfermos. Seremos juzgados no por cómo tratamos a los poderosos, sino por cómo cuidamos de los desamparados”. Y concluyó: “(Lo que proponen) no es un acto de misericordia. Es un acto de malicia”.
Competir con un Kennedy es tener que lidiar con ese aura de fascinación y leyenda que tanto gusta a prensa y público", dijo su primer rival Sean Bielat
Va por su tercer mandato y se da por hecho que este año renovará de nuevo sin dificultades. Ya lo dijo su primer competidor republicano en 2012, Sean Bielat. “Competir con un Kennedy es tener que lidiar con ese aura de fascinación y leyenda que tanto gusta a la prensa y al público”.
Sin embargo, no todos creen que su opción tenga futuro. “A diferencia de otros momentos históricos, creo que pertenecer a una saga política puede ser un hándicap para un candidato en EEUU. Tengo dudas de que después de los Bush y los Clinton el relevo al frente del Partido Demócrata sea un Kennedy. No obstante, si algo hemos aprendido en los dos últimos años en política es que todo puede suceder”, señala Daniel Ureña, presidente de The Hispanic Council.
Suele bromear sobre una pregunta que le plantean constantemente. ¿Qué es lo próximo? “No sé qué será lo próximo. Ni siquiera sé qué voy a cenar. Me apasiona lo que hago ahora”, contestaba al Boston Globe sin descartar nada. Quiere ir paso a paso y su meta siguiente podría ser el Senado, pero contra Elizabeth Warren, su maestra, no competiría. En caso de aspirar a la Presidencia en 2020, y ganar, sería el más joven, con 40 años, en conseguirlo. JFK tenía 43.
Orgulloso de su origen, asegura que sabe que llevar el apellido Kennedy implica estar en el ojo público. “Soy consciente del mensaje del presidente John F. Kennedy de que cada uno de nosotros ha de contribuir al bien de la sociedad”, señalaba en una entrevista, si bien reafirma siempre que puede su propia identidad. “Soy yo quien está aquí ahora. Ni mi abuelo, ni mi padre, ni mi tío. Estoy yo y lo que la gente percibe que soy”, asegura.
Tiene ese gen aristocrático de los Kennedy, alto, pelirrojo, de sonrisa embaucadora, y lo conjuga con una empatía que solo se cultiva conviviendo con quienes no han sido tocados por la fortuna.
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