Sabía que lo iban a matar. Era algo más que una premonición. Llevaba demasiados años amenazado. Pidió ayuda, reclamó protección, pero no llegó a tiempo y sus miedos se cumplieron el 8 de febrero de 2002. Un comando de ETA le descerrajó cuatro tiros mientras se encontraba en el bar Daytona de su localidad, en Andoain. Seis meses antes Joxeba Pagazaurtundua había escrito al consejero de Interior del Gobierno vasco, “Cada día veo más cerca mi fin a manos de ETA”. Meses antes ya había advertido a Interior de tener “sobrados motivos para creer que ETA puede estar tras mis pasos”. No se equivocó. Cuatro tiros a bocajarro certificaron su mayor miedo. En el Ayuntamiento de su pueblo, y en el que trabajaba
como jefe de la Policía Municipal, su asesinato no provocó la condena de la alcaldesa ni del grupo que la sustentaba, Euskal Herritarrok. Ni una, ni otro condenaron su asesinato.
Para Joxeba no fue difícil imaginar que estaba entre los posibles objetivos de la banda terrorista. Había sido Ertzaina, luego responsable de la Policía Municipal de Andoain, en pleno corazón de Guipuzcoa, y no se había escondido en su militancia para denunciar y plantar cara al terrorismo. Tampoco para arremeter contra la complicidad de la izquierda abertzale y la indiferencia de muchos sectores del PNV.
“Tengo sobrados motivos para creer que ETA puede estar tras mis pasos”
En aquella carta remitida al entonces consejero, Javier Balza, Pagazaurtundua le recriminaba que había tenido conocimiento de que su nombre y datos relativos “a un familiar próximo” habían aparecido en los papeles incautados al comando ‘Burutza’ de ETA poco antes; “soy consciente de mi presencia –en los papeles-“, aseguró al consejero, y también de que no le había sido comunicada”.
17 años de amenazas
No era la primera ocasión en la que escribía de su puño y letra una carta al consejero. Un año antes, Joxeba había lanzado otro mensaje de socorro. En ella le relataba 17 años de amenazas y coacción por el entorno de ETA. La misiva comenzaba presentándose como jefe de la Policía Municipal y añadía que “si mi nombre no le dice nada, voy a darle unos cuantos datos”. Y los datos se convierten en una sucesión de ataques y amenazas vividos desde el primero, la quema de su coche, hasta la constancia de que era objetivo de ETA. “En 1994 me informaron de que desde la dirección de ETA ordenan preparar un atentado contra mi persona”, señala.
Continúa recordando que en 1995 pasa a formar parte de la Ertzaintza y un tres años después, se reincorpora a su plaza como agente municipal en Andoain, coincidiendo con un periodo de tregua de ETA. Su llegada al Consistorio, señala, coincide prácticamente con la llegada de EH, la izquierda abertzale a la alcaldía de Andoain. Sin embargo, “entre amenazas y agresiones verbales cojo la baja laboral”, continúa. El cerco se estrecha en marzo de 2000 cuando ETA asesina a “un íntimo amigo” en Andoain, en referencia al periodista José Luis López de Lacalle.
En una carta al consejero de Interior reclamó protección; “la información que acabe con mi vida puede salir del mismo ayuntamiento”
En esa carta fechada el 14 de septiembre de 2001 Pagazaurtundua ya advertía al consejero de Interior su sospecha de que “la información que acabe con mi vida puede salir del mismo ayuntamiento” en el que trabaja. Poco después, en marzo de 2001 recuerda que Atacan su casa con cócteles molotov y “la reivindicación es harto elocuente: chivato de los txakurras, represor, etc…”, escribe. No acabó ahí, sólo seis meses después, queman su coche.
Pagazaurtundua afirma que tras la “semblanza de mi vida” entenderá el consejero que “no es nada sencilla la supervivencia de este ciudadano vasco”. Llega incluso a poner en duda que su relato modifique el interés de la consejería y “se la traiga floja”, llega a afirmar en su carta, “y crea que tiene sobrados motivos para ignorar lo que le pase”. Además de reclamar protección, insta al consejero a no darle la respuesta recibida por algunos mandos de la Ertzaintza, “no te dejes ver tanto (en alusión a mi militancia anti-ETA)”. La misiva de socorro termina confiando en que le aporte “alguna solución a los problemas que con tanta gravedad y urgencia me rondan.
Preparó su funeral
El convencimiento de Joxeba de que iba a ser asesinado era tal que llegó a dejar por escrito incluso cómo quería que fuera su funeral. En una carta fechada el 11 de marzo de 2002, casi un año antes de ser asesinado, y bajo el encabezamiento de “Voluntades” escribe que si muere “por manos ajenas por motivos de mi militancia política u oficio” deseaba que no se celebrara ningún oficio religioso y que en el oficio civil sea realizado por “personas de mi confianza”. Llega incluso a detallar que la capilla ardiente deberá estar presidida por “las dos banderas constitucionales (Ikurriña y española) con un lugar a las del partido, la UGT y la republicana”.
La carta continúa con un reproche a los que sólo han pensado en “su problema, yo no lo hice así, pensé en os demás”. La carta termina diciendo, “Un beso a mi esposa (qué frío), a Titi. Te amo. Pero no puedo expresarlo. Soy un cateto. Un abrazo a mis hijos. Os quiero. No me olvidéis”.
“Un beso a mi esposa (qué frío), a Titi. Te amo. Pero no puedo expresarlo. Soy un cateto. Un abrazo a mis hijos. Os quiero. No me olvidéis”.
Las cartas publicadas hoy incluyen otro escrito en el que Pagazaurtundua reconoce que “si sigo así pronto estaré muerto. El alma se me escapa trozo a trozo cuando veo un nuevo asesinato”. Y continúa reconociendo su temor, “ay! Madre que miedo tengo, he de salir a la calle, afuera esperan ellos, los que desean sangre”. Y termina; “Hay! madre, me han de matar y no puedo evitarlo. Mi grito de libertadlo acojan los ciudadanos”.
Entre las cartas manuscritas hechas públicas hoy, figura la que Pagazaurtunda envió al escultor Agustín Ibarrola y su mujer tras los ataques sufridos por el ‘Bosque de Oma’, obra del autor. En ella les insta a seguir adelante, “¡No podemos parar! Aunque nos cueste. Hoy más que nunca sois necesarios para la causa más importante de Euskadi: LA LIBERTAD”. Reconoce a la familia Ibarrola que el enésimo ataque sufrido “nos ha dolido hasta el infinito” pero urge a no cejar en el empeño de defender “nuetras ideas, la tolerancia, el mestizaje, la democracia y la libertad”. Afirma que el ‘Bosque de Oma “es un referente para las buenas personas que habitan esta atribulada Euskadi”.
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