Es quizá el feudo fracasado más rentable jamás visto en política. Sin apenas seguidores, con una paupérrima representación institucional y sin visos de remontar, la plusvalía puede ser cuantiosa. El efecto naranja del que se llegó a llamar el Macron español aquí apenas tiene adeptos. Euskadi no es tierra de Ciudadanos. Tampoco de Albert Rivera.
En las últimas elecciones al Parlamento Vasco la formación apenas rebasó los 21.000 votos, insuficientes para ocupar el escaño que UPyD perdió. En las apenas cuatro citas con las urnas en las que Cs ha concurrido en el País Vasco sus números no han hecho sino caer desde el esperanzador resultado de las generales del 2015, cuando alcanzó el techo de los 50.000 votos entre el electorado vasco.
Hoy la formación de Albert Rivera debe conformarse con dos concejales -Getxo y Laguardia- y un miembro en la Cámara territorial alavesa como toda representación en Euskadi. Sin embargo, la pírrica presencia institucional es en realidad un coste bien invertido si permite crecer en el resto del país. En Ciudadanos saben que su discurso contra elementos esenciales y casi intocable en Euskadi les pasan factura en la sociedad vasca. También que el suelo para desgastar al electorado popular es muy reducido. En el País Vasco ni siquiera los populares se atreven a cuestionar aspectos como el Concierto Económico, el Cupo vasco, la existencia de las diputaciones forales o las singularidades vascas. Ciudadanos, sí.
En el PNV reconocen que ahora les interesa "apaciguar las aguas"
La semana que ahora termina es probable que haya enterrado por mucho tiempo las posibilidades de crecer de la formación en Euskadi. Rebajado el tsunami catalán, atacar al Gobierno de Rajoy y al PP utilizando para ello al PNV y a Euskadi como arma arrojadiza es ahora la nueva vía de desgaste en la que profundiza la formación naranja. El triplete PP-Cs-PNV parece definitivamente roto. El clima de entendimiento suficiente fraguado entre Rajoy, Rivera y Ortuzar tiempo atrás y que permitió aprobar presupuestos en 2017 y dotar de cierta estabilidad al Ejecutivo es agua pasada.
Alianza PNV-Rajoy reforzada
El intento de engullir al PP en el que trabaja Ciudadanos ha tenido una consecuencia inesperada; el reforzamiento de la alianza PNV-Rajoy. La formación de Andoni Ortuzar se ha desmarcado de los ataques que la cúpula de Ciudadanos acumula contra el Gobierno y lo ha hecho reiterando su disposición a entenderse con el Ejecutivo del PP, apelando a la necesidad de facilitar unos presupuestos y haciendo una llamada a la estabilidad. Así, el PNV se ha convertido en el único oxígeno que le queda al presidente del Gobierno.
“Nos interesa apaciguar las aguas”, reconoce una fuente cercana a la dirección del PNV. En Sabin Etxea hace tiempo que se sienten molestos con la actitud de Rivera y su gente. Consideran que es hora de empezar a aislar a Ciudadanos en su discurso “de extrema derecha”, en especial en lo relativo al modelo territorial, y principal amenaza para el autogobierno vasco. Enfrentarse a él y no distanciarse aún del PP de Rajoy, cuya imagen parece ahora incluso más moderada en comparación con la de Cs -y por tanto más fácil de aceptar por su electorado abertzale- es por el momento la estrategia que seguirá el PNV.
En el partido de Andoni Ortuzar califican de “franca” y cordial la relación con Rajoy, el Gobierno y el PP nacional, incluso más fluida que con los populares vascos, “con ellos la relación es la justa y mínima”. Una interlocución que actualmente el PNV mantiene directamente con el partido a nivel nacional y para el que llama a facilitar estabilidad y presupuestos, “es lo mismo que nosotros reclamamos para todos y lo que es positivo”, recuerdan. Rajoy no está amortizado, la legislatura tampoco y por ahora Rivera no cuenta con apoyos para hacerlo caer.
Lo que une ahora más al PNV y al PP es tener un adversario común; su otrora aliado, Ciudadanos.
Ciudadanos asegura que su relación con el PP está “congelada”. En el PNV no van tan lejos. Apuntan que en lo relativo a los presupuestos se podría considerar “suspendida” hasta que no se reconduzca la aplicación del artículo 155. Pero en el resto de materias en entendimiento PP-PNV sigue vivo, aunque no exento de críticas y reproches, como los lanzados recientemente por mantener a Sánchez Corbí al frente del a UCO o por lo que consideran un abuso de la “recentralización” promovida por el Gobierno utilizando para ello el Tribunal Constitucional.
Los nacionalistas subrayan que el enfrentamiento que libran el PP y Cs no está afectando a la relación Génova-Sabin Etxea. En realidad, lo que une a PP-Gobierno y al PNV es tener enfrente a un mismo adversario: Ciudadanos. Al primero, por el desgaste que está erosionando de modo sangrante sus bases y apoyos desde Cataluña hacia el resto del país, y al segundo por el temor que un hipotético Ejecutivo controlado por Rivera suscita en Euskadi.
Descalificaciones y mentiras
Su discurso en contra de cuestiones consideradas pilares del autogobierno vasco como el Concierto Económico, la foralidad, las Diputaciones o las transferencia de competencias estarían en juego. “Sus políticas son recentralizadoras y en materia territorial es un partido de ultraderecha”, aseguran desde el PNV.
En Sabin Etxea creen que la formación de Rivera recurre ahora al País Vasco para desgastar a Rajoy
Y si en el PNV no quieren arremeter contra Rajoy y su Gobierno ni subirse al frente de Rivera, tampoco parece que el Ejecutivo esté dispuesto a hacerlo contra los nacionalistas. Rivera lo intentó el pasado miércoles en el Congreso cuando su partido preguntó a la vicepresidenta del Gobierno sobre el modelo de nuevo estatus que presentó el PNV en el Parlamento Vasco. Sáenz de Santamaría evitó atacarlo directamente y menos áun cuestionar al PNV, se limitó a rechazar de modo genérico el derecho a decidir.
Los ataques al proyecto del PNV se han intensificado en los últimos días. Si Inés Arrimadas lo tildaba de Plan Ibarretxe II, poco después desde el partido naranja se apelaba a la necesidad de frenar un posible referéndum o consulta en Euskadi. “En Ciudadanos no hacen más que mentir. Y lo hacen a sabiendas. En nuestro proyecto, entre las más de 8.000 palabras de las que consta el documento, en ni una sola ocasión se habla de consulta o referéndum, como ellos dicen”, recuerdan.
El PNV consideran que agotada la vía catalana como foco de movilización, Cs ha tomado a Euskadi para crear una segunda “convulsión nacionalista” a la que además quieren hacer cómplice al PP “para aparecer ellos como los únicos garantes de la unidad de España”.
El cruce de descalificaciones entre Cs y el PNV ha subido de grado. El presidente del PNV, Andoni Ortuzar llegó a calificar de “talibán” a Rivera y a asegurar que su perfil se asemejaba más al de Berlusconi por su “populismo atroz” que al de Macrón. En el partido vasco consideran que discursos como los escuchados por el portavoz parlamentario de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta son “vomitivos” por basarse en falsedades, “como que tenemos privilegios como la tarifa eléctrica o un impuesto de sociedades más bajo” o por insistir en el discurso contra “el cuponazo”.
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