Con ser Cataluña un tema prioritario en las preocupaciones del Gobierno, las protestas en torno a las pensiones se han convertido en el principal quebradero de cabeza para Mariano Rajoy. Buena muestra de ello es que frente a las digestiones lentas del jefe del Ejecutivo, esta vez no ha querido esperar a dar réplica a una oposición presta a sumarse al carro de la conflictividad en la calle. Y con ello, ha conseguido también tranquilizar en buena medida a los suyos, expectantes ante el debate monográfico que se celebrará en el Congreso, contentos de que no haya dejado pudrir un tema que alcanza de lleno al corazón de su base electoral.
Un ministro admite que "ahora estamos más preocupados por el debate en torno a las pensiones que por Cataluña", que a fuerza el independentismo de estirar el conflicto ha convertido en cotidiana una situación a todas luces anómala. Lo de los pensionistas es otra cosa. Un sector de la población poco movilizado se ha echado a la calle de forma sorpresiva para ellos, admiten, para reclamar una revisión de su jubilación que supere el exiguo 0,25 de subida, el mínimo que marca la ley. Cuesta oponerse a una causa "que puede ser justa", asume un alto dirigente del PP "pero que se tiene que plantear con sentido común".
Todos esperamos el debate y que Mariano explique lo que pasará con las pensiones dentro de veinte años"
"Todo el mundo espera el debate monográfico y que Mariano explique lo que pasará con las pensiones dentro de veinte años", señalan fuentes gubernamentales. Los populares han puesto todas sus esperanzas en esa comparecencia convencidos de que "Podemos y PSOE van a quedar en evidencia", que "el jefe ha estado rápido" y que no pueden poner en riesgo el apoyo de un amplio sector de la base electoral justo en un momento en que el PP ve peligrar su hegemonía en el centro-derecha ante el auge del partido de Albert Rivera.
Rajoy ha tocado a rebato. Los ministros de Hacienda y Empleo, Cristóbal Montoro y Fátima Báñez, respectivamente; el secretario de Estado de la Seguridad Social, Tomás Burgos, y los representantes del PP en el Pacto de Toledo son la fuerza de choque para preparar una comparecencia que el propio Rajoy ha calificado como la más importante de la legislatura. Desde Génova recuerdan que "el PSOE congeló las pensiones en 2010 e Iglesias apoyó al gobierno griego que las recortó un 30 por ciento". "Aquí hace falta réplica y contraréplica. Es un debate sobre la credibilidad de las propuestas", agregan.
Gobierno y PP creen que Rajoy esta vez "ha estado rápido" en pedir su comparecencia
Si la cita parlamentaria se resuelve bien creen que es posible dar respuesta a las inquietudes de los pensionistas y rebajar la conflictividad de la calle, en definitiva, "si somos capaces de explicar que el debate no es cuánto bajan las pensiones sino cuánto suben".
En muy buena medida creen que el conflicto está siendo alimentado por Podemos y sus terminales más como elemento de confrontación con los socialistas que con el propio Gobierno, aunque en el fuego cruzado todos los torpedos acaben impactando en la línea de flotación del Ejecutivo. Agregan en este sentido que "Podemos agita a los estudiantes, a los parados y ahora a los pensionistas, donde muchos se han unido a las protestas de buena voluntad", matizan. Ese frente "no es natural, es artificial, provocado. No supone una reacción a una decisión concreta del Gobierno. Las pensiones se han subido un 0,25% como hace tres, dos y un año, pero Pablo Iglesias se nutre de la desesperanza, de la desazón de la gente y con la salida de la crisis se están poniendo nerviosos".
El problema de las pensiones, en cifras
La preocupación del Gobierno por las pensiones, desde el punto de vista puramente económico, se resume en que sigue convencido de que la forma de garantizar unas prestaciones suficientes pasa por reducir antes el déficit público, mientras que la oposición y los jubilados en la calle quieren invertir ese camino: primero garantizar el poder adquisitivo de los jubilados y después ver cómo se financia. La Seguridad Social cerró el año 2017 con un déficit superior a los 18.000 millones de euros, el desfase acumulado durante años de desempleo en el que las cotizaciones sociales se desplomaron y el gasto se incrementó por efecto del progresivo envejecimiento.
En febrero de 2018 sistema financiaba 9,5 millones de pensiones, de las que casi seis millones eran de jubilación, aquellas que sirven habitualmente como sustento, a diferencia de otras que son más una ayuda complementaria a otros ingresos. Este volumen de pensiones de jubilación es un 18% superior al que había en 2008 y un 6,7% superior al año 2013, cuando se aprobó la última reforma.
Además, existe un efecto sustitución sobre el último salario que marca el grado de generosidad del sistema. Las nuevas pensiones rozan en el Régimen General los 1.500 euros mensuales, lo que empuja al alza la pensión media del sistema hasta los 1.077 euros. Se puede decir que los pensionistas sobrepasaron el ‘mileurismo’ en 2014.
A todo ello también ha ayudado la revalorización de las pensiones con el IPC hasta 2013. Ese año, el gasto en pensiones crecía a un ritmo del 5,7% y ya en 2018 ese ritmo se ha frenado al 3,73%, por efecto de la entrada en vigor del índice de revalorización, que ha marcado subidas del 0,25% desde entonces.
Todo ello ha hecho que el gasto mensual de las pensiones de jubilación sea un 54% superior al que había en 2008, aunque se haya atemperado en los últimos años. Pero el gasto, aunque en perspectiva creciente, no es un problema en sí mismo, sino su relación con los ingresos, que el desempleo de los últimos años desplomó por el lado de las cotizaciones. En estos momentos, los ingresos por cotizaciones crecen a un ritmo superior al 5% y superan los 109.000 millones de euros al año, un ritmo superior al del gasto en pensiones que supera el 3%.
El gasto mensual de las pensiones de jubilación es un 54% superior al que había en 2008
Por tanto, aunque el déficit de la Seguridad Social aún es de más de 18.000 millones, la herida fiscal se va cerrando poco a poco. Es por eso que el Gobierno confía en que si las reformas siguen haciendo efecto sobre el ritmo de gasto y sigue mejorando el empleo se irá solucionando el problema y, una vez en equilibrio, las subidas de las pensiones serán mayores.
Por el lado del gasto, en 2019 está prevista la entrada del Factor de Sostenibilidad, que modula las nuevas pensiones iniciales de acuerdo con la esperanza de vida de cada momento. Esto hará, por tanto, que las nuevas pensiones también sean menos generosas y que el gasto en pensiones se modere aún más.
Por el de los ingresos, la asignatura pendiente son los salarios. Según los datos de Contabilidad Nacional al cierre de 2017, las retribuciones salariales crecieron solo un 0,2% el pasado año, por debajo incluso de la revalorización de las pensiones. Así es que los sueldos que tienen que pagar las pensiones crecen a un ritmo más lento que éstas.
Dicho de otro modo, España se enfrenta al reto de pagar pensiones que arranca ya en casi 1.500 millones de euros con salarios que raramente toman ese punto de partida. Ese es el gran problema de las pensiones según el Gobierno y el flanco desde el que se debe atacar la preocupación por el poder adquisitivo de las pensiones.
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