En menos de un año, PSOE y Podemos han pasado de posibles aliados a ser rivales de izquierda. Socialistas y morados batallan estos días por liderar la alternativa en el Congreso de los Diputados y, lejos de una alianza, centran la contienda en los mismos escenarios pero con ejércitos diferenciados. Asuntos como las pensiones, la brecha salarial o los derechos LGTBI han sido estos días el eje de discurso para los de Pablo Iglesias y los de Pedro Sánchez. En la última semana han presentado por separado sus respectivas iniciativas que, además de grandes similitudes, tienen también un objetivo común: arrebatar votos a su principal adversario ideológico.
En mayo de 2017, recién elegido Sánchez en primarias, la prioridad era desalojar a Mariano Rajoy de La Moncloa y con este fin nació una mesa de diálogo social que resultó efímera y que murió silenciosamente, conforme crecían las discrepancias en la crisis catalana. Y la moción de censura, el horizonte conjunto al que aspiraban hace unos meses, se convirtió en un imposible por el necesario apoyo de las fuerzas independentistas y la negativa del PSOE a otorgar estas concesiones.
Medio año después de que empezara el conflicto catalán, el panorama retoma cierta normalidad y vuelven a estar sobre la mesa los temas sociales -aquellos sobre los que unos y otros querían construir una alianza-. El nuevo espacio que se abre, más propenso hacia posibles acuerdos, pilla a pie cambiado a PSOE y Podemos que, más alejados que nunca, son los protagonistas una pugna que esta semana se ha hecho especialmente evidente en el Parlamento.
La primera muestra de ello fue la batalla por la igualdad. El Parlamento debatía el martes la proposición de ley de Unidos Podemos contra la brecha salarial y el PSOE aprovechó el mismo día para presentar su propia iniciativa, arrebatando el protagonismo a los diputados morados. Las diferencias eran mínimas entre ambas iniciativas, aunque los socialistas buscaron ir más allá e introdujeron variaciones que trataban de reforzar el discurso de izquierdas, como la multa a las empresas que no publicaran su diferencia salarial entre géneros. En aquella ocasión, el malestar fue patente en el partido de Iglesias, donde acusaron al PSOE de "calcar" sus propuestas.
La pugna por lo social continuó con las pensiones. Las numerosas movilizaciones en todo el país fueron objeto de disputa entre los dos partidos de izquierda. Podemos optó por intentar capitalizarla sobre el terreno y sus principales dirigentes acudieron a las calles para saludar a los manifestantes. En su siguiente ejecutiva, Iglesias marcó su estrategia de partido a medio plazo, consistente en promover las manifestaciones en las calles. Además, aprovechó el impulso social para pedir la comparecencia de Mariano Rajoy y de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, en un pleno monográfico sobre pensiones. El PSOE anunció su apoyo a esta propuesta y respaldó públicamente las siguientes movilizaciones de pensionistas.
La lucha por capitalizar el malestar tuvo a los sindicatos como víctimas colaterales. El PSOE aceptó llevar al Congreso una iniciativa conjunta de CCOO y UGT; una propuesta de mínimos para actualizar las pensiones al IPC que el martes noche firmaron partidos tan diversos como PNV, los partidos nacionalistas catalanes y Unidos Podemos. La foto de unidad quedó rota por los morados, que el miércoles por la mañana se descolgaron del pacto para evitar regalar a los socialistas el liderazgo en la causa.
La Ley LGTBI y los derechos de los transexuales fueron el siguiente punto de discusión. Unidos Podemos presentó una proposición de ley para este colectivo, y en septiembre del año pasado -cuando la relación entre ambas fuerzas aún no se había deteriorado-, los socialistas votaron a favor de su admisión a trámite en el Congreso. El asunto ha vuelto a primera plana estos días, con el rechazo unánime a la enmienda a la totalidad a esta ley presentada por el PP.
Una vez reactivado este frente, Unidos Podemos ha tratado de retomar el impulso en esta materia y ha presentado una iniciativa específicamente dirigida a los derechos del colectivo transexual. En este campo, los socialistas han ido a remolque de Iglesias y han intentado contraprogramar presentando una batería de enmiendas a la ley LTBI de Unidos Podemos. Entre las medidas propuestas, está la de multar hasta con 500.000 euros las conductas muy graves de discriminación contra Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales. Modificaciones a la misma ley que apoyaron hace seis meses y que en estos momentos supone otro eje de disputa.
Ni siquiera la movilización de la mujer del 8 de marzo ha conseguido poner de acuerdo a ambas fuerzas. Unidos Podemos ha defendido una huelga completa, de trabajo, tareas domésticas y cuidados, los socialistas apostaron en un primer momento por paros parciales para las trabajadoras, y en las últimas horas se ha abierto también a secundar la huelga de trabajo. La bandera del feminismo se convierte en el nuevo caballo de batalla entre estos dos rivales, que el jueves tendrán en las movilizaciones del 8M su próxima cita para comprobar si la unidad entre fuerzas de izquierda puede convertirse en realidad o si, como hasta ahora, no es más que una utopía.
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