Pablo Iglesias ha zanjado este sábado el debate sobre su sucesión anunciando su intención de ser el candidato de Podemos en las próximas elecciones generales. Pero ese anuncio no ha llegado solo. Ha estado acompañado de una propuesta para que la marca Podemos aparezca en todas las papeletas electorales de las municipales, las autonómicas y las europeas, justo cuando los barones, alcaldes y dirigentes territoriales del partido buscan fórmulas para distanciarse de ella.
La marca Podemos aparece quemada, según todas las encuestas. “Los datos que se recogen a través de esta escala son consistentes con el resto de indicadores directos e indirectos del voto” y reafirman dos tendencias: “La caída de Podemos y el ascenso de Ciudadanos continúan”. Estos movimientos, además, “ofrecen proporciones estadísticamente significativas, mientras que PSOE y PP apuntan a la baja pero de manera más leve y no significativa”, alertaba Carolina Bescansa en enero a través de un análisis del barómetro electoral del CIS. "Es la formación que despierta mayor rechazo en España, 6 puntos por encima del rechazo al PP, 18 por encima de Cs y 22 puntos por encima del PSOE”, advertía.
"Pablo Iglesias es el líder estatal peor valorado en términos absolutos y relativos. Es el líder que recibe peor valoración de su propio electorado. Su desgaste no es homogéneo en todo el país. Resiste mejor entre su electorado de Cataluña y Galicia, mientras que se deteriora significativamente más en el resto del país y de manera muy acentuada en la Comunidad Valenciana", explicaba la experta en demoscopia de Podemos.
"Pablo Iglesias cae del 2,67 del CIS de octubre al 2,54 de enero, consolidando su posición como líder peor valorado, sin que quepa atribuir este resultado a la polarización que pudiera suscitar entre defensores y detractores, puesto que el indicador de la desviación típica es más pequeño que el de las valoraciones a M. Rajoy o Albert Rivera", aclaraba Bescansa.
Ese rechazo a la marca y al líder del partido se constata en las encuestas internas del retos de partidos, que, como el PSOE, ha dejado de ver una amenaza en Podemos, que ya aparece como cuarta fuerza política nacional. Conscientes de esa situación, territorios como Andalucía aprobaban otras marcas electorales, especialmente de cara a las municipales de 2019, y proyectos como el de Íñigo Errejón en la Comunidad de Madrid prevén destacar el perfil personal del candidato sobre la marca del partido.
Este sábado, el Consejo Ciudadano Andaluz había aprobado "una herramienta que ofrece garantías jurídicas para que las candidaturas municipalistas que no pudieron presentarse a las anteriores elecciones municipales con una marca común, lo hagan en las próximas. Esto supone además, que los municipios y los círculos podrán tener al fin un CIF propio y su censo para realizar su actividad política cotidiana". Es decir, todo lo contrario de lo propuesto por la cúpula estatal del partido.
Después de que la secretaria general de Andalucía, Teresa Rodríguez, haya pedido durante la reunión del Consejo Ciudadano Estatal que la marca para concurrir en las municipales no se "imponga", sino que se negocie, la dirección del partido ha aprobado convocar una consulta para que los militantes decidan.
Ayer se celebraba el Consejo Ciudadano Andaluz en Málaga. Con el objetivo claro de construir una alternativa a la corrupción, los recortes y el clientelismo del PSOE en Andalucía, que no pase por la derecha. pic.twitter.com/2KmSMZRCHh
— Podemos Andalucía (@Podemos_AND) March 10, 2018
De esta manera, Podemos preguntará a los militantes si quieren concurrir "en coalición con las fuerzas políticas y las plataformas municipalistas aliadas del espacio del cambio y con la palabra Podemos formando parte del nombre de la candidatura". Tras las depuraciones del censo realizadas por la secretaría de Organización, la cúpula de Podemos no tiene duda de que volverá a ganar la consulta.
La imposición del uso de la marca Podemos en todas las elecciones viene a 'socializar' su hundimiento, es decir, a repartir entre toda la organización el desgaste y el rechazo que sufren el nombre del partido y su máximo responsable. Si Pablo Iglesias se presenta con esa marca en las elecciones generales pese a su desgaste, el resto de candidatos tendrán que hacerlo también. Así todos se verán en las mismas (y malas) condiciones a la hora de afrontar los comicios. La cúpula del partido evita de esta forma que otros territorios busquen fórmulas alternativas que palien el rechazo que genera la marca Podemos.
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