"Su vida en prisión gira en torno a las cartas. No hace otra cosa que escribir y contestar la correspondencia que recibe". Así describe un funcionario la vida en Soto del Real (Madrid) de Jordi Sànchez, antiguo líder de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y al que Junts per Catalunya (JxCat) y ERC quieren convertir en próximo presidente de la Generalitat de Cataluña ante la fuga de Carles Puigdemont. Esa pretensión la ha abortado por ahora el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena, que ya ha comunicado que no autorizará la salida de prisión para que pueda asistir al pleno de investidura que el Parlament pretendía celebrar este lunes.
Sànchez cumplirá la próxima semana 150 días privado de libertad por su responsabilidad en la organización del procés. El pasado 16 de octubre, la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela decretó prisión incondicional para él y para el líder de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, por la posible comisión de un delito de sedición derivado del acoso sufrido por la comisión judicial cuando procedía al registro de la Consejería de Economía y Hacienda de la Generalitat en vísperas del referéndum ilegal del 1-O. Lamela se inhibió meses después en favor del alto tribunal, que investiga al antiguo Govern y a los diputados secesionistas que integraban la anterior Mesa del Parlamento de Cataluña.
Desde entonces, Jordi Sànchez permanece en el módulo 1 del centro penitenciario de Soto del Real, desde donde vivió la campaña electoral del 21-D -iba de número dos en la lista de JxCat- y donde este viernes ha conocido que no tendrá permiso para acudir al hemiciclo situado junto al parque barcelonés de la Ciudadela para ser proclamado sucesor de Carles Puigdemont. Fracasado uno tras otro sus intentos de excarcelación por riesgo de reiteración delictiva, el antiguo presidente de la ANC ya ha anunciado que acudirá al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH).
Mientras su futuro procesal se dilucida a 50 kilómetros de su celda, en el hermoso edificio que albergó el convento de las Salesas Reales y que hoy es sede del Tribunal Supremo, el candidato Sànchez consume las horas en la celda 205 con una incesante actividad epistolar. Son tantas las cartas que recibe al día que -cuentan desde el interior de Soto del Real- llega a colapsar el registro de la correspondencia: los funcionarios deben dejar constancia en el programa informático de quién escribe a cada recluso.
"Recibe centenares de cartas de apoyo de gente vinculada a su actividad social o política e incluso de ciudadanos anónimos de diversos puntos de España. Él responde a mano tres o cuatro cada día, que es a lo que le da tiempo", cuentan a El Independiente fuentes próximas a Jordi Sànchez. No sólo no puede estirar más las horas del reloj, también el límite del peculio semanal le impediría comprar todos los sellos que necesitaría para dar salida a los centenares de cartas que se acumulan en su celda. Es por ello por lo que muchos remitentes ya incluyen en los sobres el timbre postal para facilitar la contestación.
Recibe centenares de cartas de apoyo de gente afín y de ciudadanos anónimos; él responde a mano tres o cuatro cada día, que es a lo que le da tiempo", dicen desde su entorno
En sus casi primeros cinco meses en prisión, el número dos de JxCat ha recibido unas 8.000 cartas, según ha informado El Mundo. Ello hace una media de casi 60 al día, cantidad muy por encima de la que con seguridad reciben algunas estrellas del fútbol. El otro canal que utiliza el independentista para responder y enviar mensajes al exterior es Twitter, con una cuenta específica creada el pasado mes de noviembre y desde la que difunde tuits que él dicta desde prisión. Ya acumula más de 60.000 seguidores, una cifra todavía muy alejada de los 526.000 de Oriol Junqueras y de los 677.000 que suma el fugado Puigdemont.
104 veïns del meu barri han fet una flor amb una targeta per donar-me ànims, una per cada dia a la presó. Aquests gestos em donen força i em recorden que, malgrat tot, guanyarem. Gràcies! 😘 pic.twitter.com/VD3dpZ1jIH
— Jordi Sànchez (@jordialapreso) February 2, 2018
El Reglamento Penitenciario, en vigor desde febrero de 1996, no establece limitaciones "en cuanto al número de cartas o telegramas que puedan recibir o remitir los internos". Como establece el artículo 46.4, "la correspondencia que reciban los internos, después de ser registrada en el libro correspondiente, será entregada a los destinatarios por el funcionario encargado de este servicio o por el de la dependencia donde se encuentre el interno, previa apertura por el funcionario en presencia del destinatario a fin de comprobar que no contiene objetos prohibidos".
Sí existe limitación en cuanto a los paquetes que se les pueden hacer llegar a prisión. No pueden superar los dos al mes -tan sólo uno en el caso de los establecimientos de régimen cerrado- y el peso del envío en ningún caso podrá exceder los cinco kilogramos. De lo contrario, los paquetes son devueltos al destinatario.
"No pasa controles de seguridad"
Eso es lo que le ocurrió a un politólogo catalán y profesor en la Universidad Pompeu Fabra que recibió de vuelta el sobre que le envió a Sànchez el pasado 24 de enero como carta ordinaria con un libro de bolsillo y unas páginas en su interior. "No pasa controles de seguridad", detalla el sello de devolución, como se aprecia en la imagen que ilustra este reportaje. El remitente explica que, por el dinero del franqueo (2,25 euros), es imposible que el envío superara el peso máximo permitido y sigue sin entender por qué no llegó a su destino.
La misma suerte corrió la carta enviada a Jordi Cuixart, otro de los presos preventivos de Soto del Real por los mismos hechos por los que el ex líder de ANC está privado de libertad. Idéntico envío ha realizado al ex vicepresidente Oriol Junqueras, recluido en el centro penitenciario de Estremera, sin que hasta la fecha le haya llegado devuelto a su domicilio.
Pese al incremento de correspondencia que está llegando a Soto del Real desde el ingreso de los Jordis y el trabajo de registro que eso conlleva para los funcionarios, fuentes próximas a Sànchez insisten en que la relación de éste con los empleados públicos y los compañeros de módulo es "absolutamente correcta". Mientras cuenta los días de reclusión, el ex líder de la ANC se afana en responder. A la vista de las sacas que el servicio de Correos lleva al penal madrileño, él desde luego sí puede decir que tiene quien le escriba.
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