Glorieta de Embajadores, 9:30 horas de la noche. La primera teniente de alcalde de Madrid, Marta Higueras está ahí con Jorge García Castaño, concejal de Economía y responsable del distrito de Centro. La calle de Embajadores está cortada, se oyen los disparos, probablemente de pelotas de goma. Un policía municipal, al lado de Higueras comenta: “¡Ostia, lo que se está montando!”. A pocos cientos de metros, Lavapiés arde.
En la misma plaza, unos hombres de origen subsahariano sacan el material de una obra para montar una barricada. A la altura de la calle del Olivar empieza a arder un contenedor de basura. Las llamas llegan a las viviendas del primer piso.
Más abajo, en la boca de metro de Lavapiés, un grupo de jóvenes intenta prender fuego a un montículo de basura. Acaban de llegar, son una decena y todos españoles. Algunos sacan de la mochila una capucha. A un señor que está haciendo fotos le intiman de parar. Empieza a arder también una sucursal de La Caixa.
A las 10.30 de la noche, en la plaza de Lavapiés, con al menos tres fuegos y una barricada, todavía no se ve rastro ni de la policía ni de los bomberos. La situación está fuera de control pero la circulación de los coches no se ha interrumpido.
Una primera carga despeja durante un rato la situación. Las furgonetas de la policía empiezan a patrullar por las calles aledañas. Ahora también en la calle Argumosa hay farolas destrozadas y contenedores ardiendo.
Por el barrio, los vecinos que siguen en la calle el desarrollo de los acontecimientos culpan la policía de lo ocurrido. Mientras tanto, los destrozos se han extendido hasta el Teatro Valle-Inclán y la calle de Valencia, donde hay otros contenedores quemados.
El dispositivo de seguridad cierra los accesos a la plaza pero las provocaciones no terminan. Un hombre no español protesta, quiere pasar por el cordón policial para ir a trabajar, dice. Le contestan que no, pero al final, con un empujón, le dejan pasar. El hombre se da la vuelta y empieza a increpar violentamente a los agentes.
Desde la plaza, vuela una bolsa de plástico llena de botellas de vidrio contra los policías. Llega otra furgoneta de refuerzo, pero de momento no hay carga a la vista. Son las 11.30 de la noche. Marta Higueras y Jorge García Castaño ya no estaban en la Glorieta de Embajadores.
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