El caso de la desaparición del pequeño almeriense Gabriel Cruz terminó de la peor manera posible, encontrándose su cadáver cuando la pareja de su padre lo trasladaba en el maletero del coche con la intención de deshacerse de él al verse cada vez más cercada por la Guardia Civil. Pero también ha propiciado estampas hermosas, como la ola de solidaridad que despertó o la ejemplar actitud de sus padres, y ha dejado algunas enseñanzas para el futuro. Del dolor, sin duda, también se aprende. Éstas son las principales lecciones de una trágica situación que ha conmovido a todo el país:
- El impecable trabajo policial. La Unidad Central Operativa (UCO) y la Unidad de Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Almería han hecho un trabajo sencillamente impecable. En un breve espacio de tiempo, 12 días, han logrado resolver el caso y reunir suficientes indicios sobre las circunstancias del asesinato de Gabriel antes de poner a disposición judicial a Ana Julia Quezada, en prisión incondicional desde este jueves. Hay una autora confesa, ha aparecido el arma (un hacha) con el que la presunta asesina golpeó en la cabeza al pequeño antes de asfixiarlo, se ha descubierto dónde lo tuvo enterrado y fue sorprendida cuando trasladaba el cuerpo sin vida del menor. También se ha descartado que contara con la ayuda de terceras personas y se da casi por seguro que se movió guiada por los celos, dada la atención que Ángel -su novio- prestaba al hijo. Hasta el último día, los agentes trabajaron con la hipótesis de que el niño estuviera retenido con vida en algún habitáculo de la zona en la que se le perdió el rastro y confiaban en que aquélla los llevara al escondite. Ello explica el ritmo frenético con el que han trabajado los investigadores, conscientes de que el tiempo jugaba en su contra. Pese a no haber podido hallar sano y salvo a Gabriel, la UCO acrecienta con la Operación Nemo su prestigio sólo dos meses después de encontrar el cadáver de Diana Quer en una nave de Rianxo (A Coruña) y esclarecer un caso que llevaba abierto desde que la joven madrileña desapareció en agosto de 2016 cuando veraneaba en A Pobra do Caramiñal (A Coruña). El comandante de la UCO Jesús Juan Reina no pudo evitar emocionarse cuando este viernes ofrecía detalles de cómo se había desarrollado la investigación de un caso que le ha marcado profesionalmente más que ningún otro. "Claro que lloramos. Somos humanos", reconoció a los periodistas. Antes de regresar a sus destinos, los agentes desplazados a Almería para participar en el dispositivo se acercaron a la escultura de La Ballena, en el muelle del paseo marítimo de la capital, para dejar un ramo de flores en el que puede leerse: "No te olvidamos". No sólo han demostrado una profesionalidad extraordinaria, también ha exhibido una gran humanidad.
- Una ola de solidaridad. La desaparición del pequeño Gabriel en la tarde del pasado 27 de febrero en Las Hortichuelas, pedanía de Níjar, ha conmovido a toda la sociedad española. En ello han influido la edad del niño -tan sólo ocho años-, la actitud de los padres - artífices sin duda de la complicidad colectiva generada durante las casi dos semanas que ha durado el dispositivo- y el hecho de que la ciudadanía no se haya repuesto aún de otros casos con final dramático, como los de Diana Quer o Marta del Castillo. Según los datos expuestos este viernes por el teniente coronel de la Guardia Civil José Hernández Mosquera, unos 3.000 voluntarios se sumaron a los 2.000 profesionales que han intervenido en las tareas de localización del menor, constituyendo la "mayor búsqueda coordinada" de una persona desaparecida en España. De forma altruista, integrantes de diversos cuerpos (policías municipales, bomberos...) y ciudadanos anónimos procedentes de diversos puntos de Andalucía y de otras provincias cercanas, como Murcia, no vieron mejor forma de invertir parte de su tiempo que participando en las labores de búsqueda de Gabriel. "Este caso nos ha enseñado cómo la gente venía desde otras ciudades para ayudar, ha ensalzado la generosidad de la sociedad española y la unidad. Eso me ha parecido maravilloso", subraya la psicóloga Irene López Assor.
- El papel de la prensa. Los medios de comunicación tienen el deber de mantener informada a la ciudadanía y, sin duda, la desaparición de Gabriel era un asunto de gran interés público y de máxima actualidad. Pero, en algunos casos, la cobertura informativa del caso ha navegado por las aguas del sensacionalismo y el morbo y ha contribuido a difundir rumores posiblemente alentados por el objetivo de incrementar las cotas de audiencia. Ello no sólo ha contribuido a deteriorar la imagen del periodismo sino también a entorpecer en algunos momentos la investigación, como se han quejado tanto la Guardia Civil como los padres de Gabriel. Los responsables del operativo policial de búsqueda han asegurado que tuvieron que abortar un dispositivo de vigilancia al sentir cómo la prensa les seguía. Con todo, la sobreexposición mediática que ha tenido el caso no debe eclipsar el buen trabajo que muchos periodistas han realizado sobre el terreno, informando con rigor y sin buscar los aspectos más morbosos.
- La lección de los padres. Ángel y Patricia, los padres de Gabriel, han dado una hermosa lección en medio del dolor producido por la desaparición del pequeño. Su comportamiento ha sido sencillamente ejemplar. Pese a estar ya separados conyugalmente, el objetivo de encontrar con vida a su hijo les ha mantenido unidos durante estos días y se han ganado el cariño de la ciudadanía con su sencillez y su naturalidad. "Llaman mucho la atención todas las imágenes en las que se ven agarrados de la mano. Ella ha sabido gestionar de manera brillante las emociones. Sabía que Ana Julia estaba en el punto de mira y Ángel, su ex marido, necesitaba ser sostenido", añade López Assor. El psiquiatra José María Salmerón Arias-Camisón, por su parte, destaca otra clave para justificar ese comportamiento: "Sabían que era ella [Quezada] y su actitud ha sido la de tratar de empatizar para ver si era posible que, estando vivo el pequeño, esa mujer pudiera liberarlo. Eso explica la actitud tan positiva y amable de estos padres". Desde luego, éstos vieron desde el primer momento que los medios de comunicación eran unos aliados de primer nivel para intentar encontrar a su hijo por su repercusión social. "Siempre se ponen los mismos medios, pero muchas veces los padres hacen que sean más o menos mediáticos", resalta José María Benito, portavoz de la Unión Federal de Policía (UFP).
- No hay que crear alarma social. En los últimos días se han desatado una cierta alarma social en algunos puntos del país desencadenada por un supuesto incremento de los intentos de rapto. La Policía Nacional está investigando estos incidentes pero aún no hay nada confirmado, por lo que ha hecho un llamamiento para que no se difundan bulos que sólo contribuyen a generar mayor alarma. De acuerdo con los datos recogidos en el primer informe de Personas desaparecidas en España, elaborado por el Ministerio del Interior con datos de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, a comienzos de año había 12 casos de menores desaparecidos clasificados como de alto riesgo. Por desgracia, la desaparición y muerte de Gabriel no será el último, pero tampoco debe cundir la alarma social. "Este caso ha afectado a muchos niños, como demuestra las numerosas llamadas de padres y madres que he recibido en la consulta preguntándome qué hacer con sus hijos porque tenían pesadillas y no podían dormir. Lo que hay que decirle a los niños es que son casos puntuales y que la realidad es otra", comenta la psicóloga López Asser. En esta línea abunda también el psiquiatra José María Salmerón: "Los trastornos de personalidad psicopáticos están entre nosotros pero son aislados. No hay que crear alarma social porque no es una conducta frecuente".
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