Igual que el molesto cambio de hora, que nos obliga cada primavera a adelantar una hora los relojes, el independentismo también sufre del Síndrome del Ocaso, que es como los expertos llaman a las perturbaciones del comportamiento por la alteración del sueño.
Agitación, confusión e irritabilidad son algunos de los síntomas que se pudieron ver entre los nacionalistas en el Pleno de la última no-investidura del Parlament, que sigue sin Govern desde las elecciones del 21-D y cada vez más cerca de una nueva convocatoria electoral.
Hay ciertas similitudes entre la desorientación del procés y la que produce un jet lag. Sincronizar los relojes con la realidad tiene estas cosas. Y con lo que le gusta al independentismo lo simbólico, no es de extrañar que haya sido la víspera de tener que adelantar los relojes cuando se ha quedado sin tiempo. Y sin investidura. Y sin líderes.
Hay similitudes entre la desorientación del procés y la que produce un jet lag. Sincronizar los relojes con la realidad tiene estas cosas.
La mejor prueba de que el frente independentista está roto es que Roger Torrent ha pedido la creación "de un frente común" a los partidos catalanes, pero también invita a los demás españoles. Pedía así ayuda el president del Parlament en una declaración (simbólica, por supuesto), tras suspender el pleno. Y se dirigía a todos los "demócratas" de España para hacer "un frente unitario en defensa de la democracia". Se oía incluso hablar en los pasillos del Parlament, una vez suspendido el pleno, a diputados de Esquerra que se solidarizaban con los murcianos en lucha por el soterramiento de las vías del AVE, para insistir en que el independentismo puede salvarnos a todos del "régimen autoritario" en el que vivimos con Mariano Rajoy.
Tiene su aquél que los independentistas aspiren a encontrar en el resto del Estado del que se querían separar los apoyos que no han logrado dentro de Cataluña. Si el procés, que lleva cinco años sin salir de su ombligo, tiene de repente que pedir ayuda a Murcia para salvarse, está más desesperado de lo que podría parecer.
Si el procés tiene de repente que pedir ayuda a Murcia para salvarse, está más desesperado de lo que podría parecer
Normal que el ritmo cicardiano del procés ya no quite el sueño al Estado español. Con los líderes del 1-O procesados por secesión, unos en la cárcel y otros huidos al extranjero para no tener que presentarse ante el Tribunal Supremo, el que más tranquilo ha dormido esta noche es Mariano Rajoy. Confía al juez Llarena la amenaza a la unidad del Estado que el Gobierno no supo evitar políticamente el pasado otoño.
Desde la última vez que cambiamos la hora en otoño han pasado muchas cosas. Aquel último fin de semana del octubre interminable, cuando retrasamos el reloj, Puigdemont huyó de Cataluña para refugiarse en Bruselas, justo después de haber declarado la independencia de la República Catalana. Con la llegada del horario de verano, seis meses después, le han pillado en la frontera alemana con Dinamarca escapando a escondidas de Finlandia por la reactivación de la euroorden. El ex president buscaba un huso horario en el que refugiarse de la Justicia española, pero se quedó sin tiempo.
Hoy España despertaba con más sueño y el independentismo amanecía sin el suyo.
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