Formalmente es aún una banda terrorista. Sin armas, pero activa y con cientos de sus militantes cumpliendo condena por asesinato, secuestro, amenazas o colaboración con banda criminal y el aliento de una parte de la sociedad vasca a su favor. El 8 de abril se cumplirá el primer año desde que ETA escenificó su desarme en Bayona (Francia) con la entrega de la localización de un puñado de ‘zulos’, armas y material explosivo las autoridades francesas. Nadie sabrá si fue todo lo que tenía o simplemente lo que aún controlaba. Los 60 años que la banda cumplirá el próximo año han dejado un rastro largo y doloroso al que le restan vivir, probablemente, más episodios como el del pasado 31 de diciembre, cuando un caminante encontró de modo fortuito detonadores y explosivos ocultos en un bosque cercano a Bayona.
Tras el desarme debería haber llegado la disolución, pero en estos doce meses la sociedad vasca y española han esperado en vano. Se anunció para comienzos de este año y ahora la banda terrorista demora su formalización para el próximo verano. No la escenificará, la llevará a cabo de modo más discreto y simulando que se trata de un paso ‘natural’ en su proceso de ‘lucha’. Evitar la imagen de la derrota es hoy una prioridad para ETA.
Para entonces habrán transcurrido cincuenta años desde su primer asesinato, el del agente de la Guardia Civil José Pardines en Villabona el 7 de junio de 1968 y más de ocho años desde su último atentado, el asesinato del gendarme francés, Jean Serge Nèrin el 16 de marzo de 2010. Un crimen por el que los autores hicieron un gesto insólito durante el juicio que los condenó, al trasladar por primera vez en su historia, el pésame a la familia por el asesinato de su ser querido: “Sabemos que no existen palabras que apacigüen ese dolor”, llegaron a afirmar en un comunicado los asesinos del policía.
Por el camino, cientos de asesinatos y una contabilidad de crímenes asignados a ETA aún por unificar; 955 según al AVT, 867 según el defensor vasco del pueblo (Ararteko), 853 para el Ministerio del Interior, en 864 los cuantifica el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo…
12 meses de descomposición de ETA. En este año transcurrido desde la imagen del Jesús María Zabarte, el ‘carnicero de Mondragón’ -17 asesinatos- junto a históricos de ETA y representantes de los llamados ‘artesanos de la paz’ muchas cosas han cambiado, otras no tanto. Aquella escena en la que los mediadores entre la banda y las instituciones entregaban el dossier con las localizaciones de los ‘zulos’ y las armas a los Verificadores Internacionales encabezados por Ram Manikkalingam a primera hora de la mañana del 8 de abril, ha sido presentada por el entorno radical en todo este tiempo como la “gran aportación de ETA a la paz”. En realidad fue el principio del proceso de descomposición de todo ese mundo.
ETA ha anunciado que el proceso de "reflexión" que ha iniciado descarta convertirse en una "organización civil". Su disolución se anuncia para verano
Los ‘frentes’ de ETA que aún están por desaparecer han iniciado un imparable proceso de disolución a la espera del de la propia banda. En su último comunicado, el pasado 22 de febrero, ETA anunció que su proceso de “reflexión” se encaminaba hacia su final y que en él había descartado convertirse en una “organización civil”. El proceso interno, iniciado sólo días después del desarme de Bayona, había contemplado inicialmente la opción de reconvertir a la banda en una suerte de movimiento ‘sociopolítico’. La presión de la propia izquierda abertzale, con la que entraría en disputa, pronto anuló esta posibilidad. ETA aseguraba en su último pronunciamiento que a partir de ahora dejaría de existir y pondría su historial, su “aportación” y sus militantes al servicio del proceso de “liberación” de Euskal Herria.
El texto político tendrá que ser votado aún por los algo menos de 300 presos que aún tiene ETA en las prisiones. Será el último movimiento antes de comunicar públicamente su desaparición. ETA lo plantea como un “fin de ciclo” y el final de lo que la banda denomina su “estrategia político-militar”. Los etarras también libran estos días una batalla interna en el plano semántico. Nada de describir su final como una derrota o una disolución forzada, el discurso justificativo promovido desde el entorno de la banda y la izquierda abertzale habla de “desmovilización” una vez cumplido un “ciclo” de lucha.
El frente de presos, 'diluido'. En este año transcurrido desde el pasado 8 de abril en Bayona, el mayor cambio se ha registrado en el colectivo de presos. Agrupados bajo la plataforma EPPK, uno de cuyos portavoces es José Antonio López Ruiz, ‘Kubati’, el histórico ‘frente carcelario’ de ETA está prácticamente desaparecido. Apenas dos meses después del desame y tras un intenso debate interno, los etarras que cumplen condena accedieron en su mayoría, con un apoyo del 73%, a acatar la legislación penitenciaria española. Fuera de ese respaldo se quedaron los más ortodoxos y duros de ETA, un 14%, en su mayoría agrupados en el Movimiento por la Amnistía y Contra la Represión (ATA) que se opusieron a modificar la histórica negativa a someterse a las leyes carcelarias españolas que dan acceso a beneficios penitenciarios.
Los presos de ETA han rebajado su posición. Mantienen su negativa a colaborar con la Justicia pero se abren a reconocer el daño causado
Un paso que sin embargo fijó inicialmente dos limitaciones; no arrepentirse y no delatar. Finalmente, en estos meses los presos de ETA del EPPK han ido rebajando sus pretensiones de resistencia. Se han mostrado dispuestos a mantener incluso encuentros con las víctimas. Por ahora apenas se ha traducido en cambios de grado para los etarras, que en más de un 95% de los casos continúan en primer grado y a los que Instituciones Penitenciarias ha rechazado de modo colectivo las peticiones individualizadas de cambio de situación argumentando que ETA aún no ha desaparecido y que no constata un arrepentimiento por parte de los reos. Tan sólo seis de los presos gozan actualmente de beneficios penitenciarios. En estos últimos meses lo que sí se percibe en las prisiones españolas es un evidente cambio de actitud de los etarras, con una mejora de su comportamiento y su disposición a realizar los diferentes trabajos que se ofrecen a los internos.
Olvido para los arrepentidos, homenajes al resto. En estos meses otra realidad ha alterado el entorno habitualmente uniforme de ETA y la izquierda abertzale. Las salidas de prisión han sido más numerosas y en circunstancias muy desiguales dentro del colectivo. Así, desde que ETA entregó las armas la organización ha visto cómo recuperaban la libertad alguno de sus militantes más significados. El 13 de junio del año pasado Idoia López Riaño, ‘La Tigresa’, abandonaba la prisión tras 23 años privada de libertad y después de haberse arrepentido y acogido a la llamada ‘vía Nanclares’. Cuatro meses más tarde salía a la calle José Miguel Gaztelu, tras cumplir 20 años por el secuestro de José Antonio Ortega Lara y sin haberse arrepentido. En estos meses la realidad de ETA en prisión también ha incluido suicidios, como el protagonizado por Xabier Rey o muertes naturales, como la que le sobrevino a Kepa del Hoyo en la cárcel de Badajoz.
La actitud de la Audiencia Nacional ante los homenajes a etarras en el último año ha provocado un profundo malestar en los colectivos de víctimas
Para los arrepentidos no ha habido recibimientos ni homenajes, honores reservados únicamente para quienes no lo han hecho o han muerto en su celda. Una cuestión que también ha encendido en este último año los ánimos de los colectivos de víctimas, molestas con la Audiencia Nacional por no impedir la celebración de estos homenajes. Desde la Justicia se alude a la jurisprudencia para no prohibir de antemano este tipo de actos, pero colectivos como Covite o la AVT han denunciado lo que consideran una actitud de desprecio hacia las víctimas. Recientemente, la Guardia Civil detuvo a cuatro personas, entre ellas a ‘Kubati’ por el acto de homenaje brindado a Belén González Peñalva por un posible delito de enaltecimiento y humillación a las víctimas.
Incluso desde el Parlamento Vasco o formaciones como el PP –que ha contraprogramado algunos de los homenajes- se han posicionado en contra de los ‘ongietorris’ a etarras. Partidos como Ciudadanos incluso han ido más allá al plantear un cambio del Código Penal para sancionar por la vía administrativa, con multas de hasta 250.000 euros las bienvenidas públicas a los presos de ETA.
Francia mueve ficha, España no. El frente que en estos doce meses no ha variado en España es el de la dispersión. No al menos por parte del Gobierno español que lo ha mantenido invariable a la espera de nuevos pasos por parte de la banda. Al rechazo de todas las peticiones para acogerse a beneficios penitenciarios se suma la posición firme que el Ministerio de Interior mantiene ante la política de alejamiento de presos de ETA. Los pasos dados por Francia, que ha acercado a siete etarras a cárceles cercanas a la frontera con el País Vasco –sólo a presos sin delitos de sangre y con la condena a punto de cumplir-, no parece que será secundados por el momento por nuestro país.
España no ha secundado el cambio de posición penitenciaria de Francia hacia ETA. Interior rechaza acercar a etarras al País Vasco
Una demanda que de modo reiterado hacen la izquierda abertzale y el Gobierno vasco, incluido el PSE, subrayando la necesidad de adecuar la política carcelaria al nuevo tiempo. Interior insiste en que hasta que ETA no desaparezca y sus presos no reconozcan el daño causado y colaboren con la Justicia en el esclarecimiento de cientos de crímenes sin resolver no modificará su posición.
El Ejecutivo de Iñigo Urkullu es por el momento el único Gobierno que se dirige de modo más directo y público a ETA y su entorno. Desde el Ejecutivo de Mariano Rajoy las apelaciones a ETA y su situación apenas afloran a preguntas de los medios de comunicación, convirtiendo la indiferencia en su principal política de gestión del final de ETA.
Lenta 'reconciliación social'. En Euskadi la Administración trabaja con insistencia en programas e iniciativas encaminadas a la construcción de una convivencia y un relato de lo ocurrido. Lo hace a través de una ponencia parlamentaria y de actos de recuerdo y reconocimiento de las víctimas del terrorismo pero también del terrorismo de Estado y la tortura. Urkullu reiteró recientemente su llamada, aún sin respuesta, a la izquierda abertzale y a ETA de que reconozcan que matar “estuvo mal” y condenen tantos años de violencia.
En el entorno ‘civil’ de ETA en estos meses desde la soleada tarde de Bayona del 8 de abril el discurso se ha movido en un juego de equilibrios. También en un baile de pasos adelante y pasos hacia atrás. La izquierda abertzale ha participado por primera vez en homenajes a víctimas de ETA, como el celebrado en recuerdo de Isaías Carrasco. Sin embargo, también se ha ausentado de actos de recuerdo, como el que tuvo lugar el pasado día 10, coincidiendo con el Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo, aludiendo que no compartía por “excluyente” la elección del lema, en el que se señalaba que el daño causado por el terrorismo “fue injusto”. A ello se añade que en este último año apenas ha variado su discurso y sigue sin condenar la acción de ETA ni su complicidad con la historia de la banda.
Un año sin esclarecer atentados pendientes. Y entretanto, en estos doce meses poco o nada se ha avanzado en el esclarecimiento de los alrededor de 350 crímenes cometidos por ETA y que siguen sin esclarecer. Ni la banda ha dado pasos para facilitarlo, ni los procesos judiciales han permitido grandes novedades. Uno de los casos que sí ha logrado que se reabra y podría terminar con el procesamiento de José Antonio López Ruiz, ‘Kubati’ y de José Miguel Latasa Getaria, ‘Fermin’ como presuntos autores, es el del Ignacio Mateu Isturiz. ETA asesinó a este un guardia civil el 26 de julio de 1986, sólo ocho años más tarde de que hubiera matado a su padre, José Francisco Mateu, el 16 de noviembre de 1978. Ahora la Justicia ha reabierto la causa.
ETA no ha dado ni un sólo paso para colaborar en el esclarecimiento de sus cerca de 350 asesinatos que siguen sin culpables
La esperanza de parte de estos casos se deposita en el material que Francia entregó el pasado 8 de febero a España y que supone el mayor volumen de documentación jamás obtenido de la historia de ETA. Se trata del conocido como ‘Archivo de ETA’ que la propia organización elaboró y que le fue incautada en una operación policial en el sur de Francia. A este material entregado por el país galo se le suma el incautado a ETA en los últimos años.
A medida que el tiempo pasa, la percepción de la sociedad vasca en torno a ETA y sus presos también cambia. Según el último Euskobarómetro elaborado por la Universidad del País Vasco, uno de cada cuatro vasco es partidario del cumplimiento íntegro de las penas, un porcentaje que ha crecido ocho puntos en el último semestre. Además, otro 23% cree que la reinserción de los etarras sólo se debe facilitar para quienes no tengan delitos de sangre, si bien la mayoría, el 43%, es partidaria de facilitarla a todos los presos, sin exclusión.
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