Han sido apenas unos centenares, y con la izquierda abertzale como única formación respaldando al 'Árbol de la verdad’ (Arbolaren Egia), la escultura con la que hoy, 8 de abril, se ha conmemorado en Bayona (Francia) el primer aniversario del acto de desarme que ETA escenificó hace justo un año. Bajo una intensa lluvia, en la explanada Roland Barthes, representantes de los llamados ‘Artesanos de la paz’ han subrayado los pasos dados en estos doce meses en el camino de la paz y la reconciliación.
Minutos antes del inicio del acto, un grupo de ciudadanos de Biarritz se ha concentrado en el lugar para denunciar la instalación de la escultura, de grandes dimensiones (8 metros de alto y 3 de ancho) que simboliza un hacha invertida de cuyo mango brota la copa de un árbol. Han criticado que se instale una gran hacha, en referencia al anagrama de ETA, que consideran “un insulto” para las víctimas y “una vergüenza”. En sus paraguas tenían pintadas hachas ensangrentadas, así como lemas “Hacha=ETA” y referencias a las 829 víctimas provocadas por la organización terrorista. Los promotores del acto han intentado que depusieran su actitud, sin lograrlo y tras lo cual se les ha vigilado para que no alteraran el desarrollo del acto.
En el mismo ha estado presente una amplia representación de EH Bildu, con Arnaldo Otegi a la cabeza, quien a los pies de la escultura, del artista guipuzcoano Koldobika Jauregi, ha asegurado que frente a las críticas recibidas, “este es un monumento a la paz, a la reconciliación de este país y a los relatos de este país”. El dirigente de la izquierda abertzale ha anunciado que en las próximas semanas se conocerán nuevos pasos “en términos constructivos” -la disolución de ETA se prevé para antes del mes de junio-. Otegi ha arremetido contra los “sectores muy poderosos del Estado español” que en su opinión “no tienen interés en que la paz ni se construya ni se estabilice, pero sus esfuerzos serán baldíos”.
Medidas "de excepción"
En el sencillo acto de inauguración del ‘Árbol de la verdad’ ha participado el portavoz de los artesanos de la paz’, Michel Berhocoirigoin, quien ha hecho un llamamiento para que terminen las “medidas de excepción”, en referencia a la política de dispersión, que se aplican a los presos de ETA un año después de su desarme. Ha recordado que lo vivido hace un año en Bayona “fue un día histórico” y que la escultura hoy inaugurada simboliza el cambio que supuso. Ha subrayado que los primeros resultados “están ahí pero hay que ir más allá”. En este sentido ha valorado positivamente el desbloqueo de la política de alejamiento producido en Francia y ha confiado en que España pueda seguir sus pasos.
Ha recordado que a todas las víctimas “les debemos reconocimiento y reparación y verdad”, si bien no ha hecho referencias a ETA para que de pasos en ese sentido. Por último, ha defendido la obra hoy inaugurada, “símbolo de la transición” de los tiempos del sufrimiento “en todos los lados” a la actual: “Es un arma (el hacha) enterrada en el suelo, ¿hay un símbolo más bello? Les desearía esa suerte a todas las armas”, ha apuntado.
Por su parte el autor de la escultura, Koldobika Jauregi, ha confiado en que la polémica suscitada por su obra desaparezca con el tiempo y prevalezca el sentido que él ha buscado dar a la obra. Ha señalado que el hacha con la que se ejerció la violencia se hizo de madera de un árbol al que ahora regresa, "para que no salga nunca más de él". Ha confiado que con esta escultura la memoria de lo sucedido de las víctimas permanezca para futuras generaciones.
La inauguración de la escultura de grandes dimensiones ‘Arbolaren Egia’ (La verdad del Árbol) ha provocado un profundo malestar entre varios colectivos de víctimas. Tanto la AVT como Covite habían criticado que se humillara de este modo la memoria de las víctimas de ETA.
La presidenta de la AVT, Mari Mar Blanco, recordó que el alcalde de Bayona, Jean René Etchegaray, quien hoy ha estado presente en el acto, ya participó en el desarme de hace un año y que en todo este tiempo ha actuado “prescindiendo de la más mínima sensibilidad hacia las 856 personas asesinadas por ETA y a los miles de heridos y extorsionados”. También desde el Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco, COVITE, se instó al Ejecutivo de Mariano Rajoy a intervenir y a “desplegar su aparato diplomático” para presionar al Gobierno francés para que impida la colocación de la escultura para “conmemorar el falso desarme”.
Avances discretos
El acto celebrado este domingo han sido la culminación a un fin de semana en el que el movimiento ‘Bake Bidean’ ha organizado unas jornadas de reflexión sobre los pasos dados en este último año en la consolidación de la paz. Desde el viernes se ha repasado el papel de las víctimas y el modo de abordar su situación, así como el análisis de la situación de los cerca de 300 presos de ETA que aún cumplen condena en prisión.
Los pasos dados en estos doce meses tan sólo han satisfecho en parte las reclamaciones que el 8 de abril de 2017 hicieron los mediadores entre ETA y las instituciones francesas y vascas para formalizar el desarme de ETA. La reclamación fundamental, finalizar con la dispersión de los presos sólo ha sufrido leves avances. Francia sí ha accedido a acercar a las cárceles más próximas a Euskadi a presos de la banda. Por el momento son nueve los etarras, sin delitos de sangre y con penas en un estado avanzado de cumplimiento, los que han sido trasladados a las cárceles de Mont de Marsan o Lannemezan. En el caso del Ministerio del Interior por ahora la política carcelaria apenas ha sufrido variaciones. El Ejecutivo del PP insiste en que por el momento no se dan las condiciones para dar por suspendida la política de dispersión de los presos de ETA y que ésta no se contemplará hasta su disolución, el reconocimiento del daño causado y su colaboración con la Justicia.
El desarme escenificado hace un año se limitó a entregar ocho 'zulos' con 120 armas, tres toneladas de explosivo y diverso material
Un primer aniversario del desarme de ETA en el que se ha recordado lo vivido el 8 de abril de 2017 en el que los llamados artesanos de la paz’ hicieron entrega a los verificadores internacionales, con Ram Manikkallingam como máximo representante, de un dossier con información de ocho ‘zulos’ en los que supuestamente se almacenaba todo el arsenal de la banda terrorista. El acto, celebrado a las 08.00 horas de aquella mañana de hace un año, fue la antesala a la intervención coordinada de la gendarmería francesa que acudió a los lugares señalizados por ETA y que se encontraban vigilados por cientos de voluntarios. Inicialmente se habló de la entrega de casi tres toneladas de explosivos, 120 armas de diverso tipo y otro material, si bien finalmente la cantidad recogida fue menor a la anunciada por la organización criminal.
A la espera de la disolución
El acto popular celebrada aquella tarde se convirtió en una reivindicación en favor de los presos de ETA y contra la política de dispersión aplicada por los gobiernos de España y Francia. Los representantes de los mediadores o ‘artesanos de la paz’, con Michel Berhocorigoien como portavoz, reclamaron en una abarrotada plaza Paul Bert de Bayona soluciones “diferentes a la cárcel” para alcanzar definitivamente la paz tras el desarme de ETA que allí se escenificó.
En todos estos meses los pasos dados por ETA y su entorno han sido significativos en clave interna y de poco peso hacia el conjunto de la sociedad. Tras el desarme debería haber llegado la disolución, pero en estos doce meses la sociedad vasca y española han esperado en vano. Se anunció para comienzos de este año y ahora la banda terrorista demora su formalización para antes del próximo verano. Algunas fuentes apuntan ahora que incluso podría formalizarse a comienzos de mayo, a la espera de que ETA blinde, según publicó ayer el Grupo Vocento, que ningún sector crítico -como el que representa el más duro de ETA, el denominado Amnistía Ta Askatasuna (ATA), contrario al modo en el que se ha gestionado el final de la banda- pueda hacer uso de sus siglas en un futuro.
No la escenificará, la llevará a cabo de modo más discreto y simulando que se trata de un paso ‘natural’ en su proceso de ‘lucha’. Evitar la imagen de la derrota es hoy una prioridad para ETA.
Para entonces habrán transcurrido cincuenta años desde su primer asesinato, el del agente de la Guardia Civil José Pardines en Villabona el 7 de junio de 1968 y más de ocho años desde su último atentado, el asesinato del gendarme francés, Jean Serge Nèrin el 16 de marzo de 2010. Un crimen por el que los autores hicieron un gesto insólito durante el juicio que los condenó, al trasladar por primera vez en su historia, el pésame a la familia por el asesinato de su ser querido: “Sabemos que no existen palabras que apacigüen ese dolor”, llegaron a afirmar en un comunicado los asesinos del policía.
12 meses de descomposición de ETA
En este año transcurrido desde la imagen del Jesús María Zabarte, el ‘carnicero de Mondragón’ -17 asesinatos- junto a históricos de ETA y representantes de los llamados ‘artesanos de la paz’ muchas cosas han cambiado, otras no tanto. Aquella escena en la que los mediadores entre la banda y las instituciones entregaban el dossier con las localizaciones de los ‘zulos’ y las armas a los Verificadores Internacionales en realidad fue el principio del proceso de descomposición de todo ese mundo.
ETA ha anunciado que el proceso de “reflexión” que ha iniciado descarta convertirse en una “organización civil”. Su disolución se anuncia para antes del verano
Los ‘frentes’ de ETA que aún están por desaparecer han iniciado un imparable proceso de disolución a la espera del de la propia banda. En su último comunicado, el pasado 1 de abril ETA activó los pasos para escenificar su final con un comunicado en el que honraba la memoria y entrega de todos sus miembros a lo largo de su histeria. Un comunicado en el que no incluyó referencias a sus víctimas ni el reconocimiento del daño causado en todos estos años.
En el comunicado anterior, del 22 de febrero, ETA anunció que su proceso de “reflexión” se encaminaba hacia su final y que en él había descartado convertirse en una “organización civil”. El proceso interno, iniciado sólo días después del desarme de Bayona, había contemplado inicialmente la opción de reconvertir a la banda en una suerte de movimiento ‘sociopolítico’. La presión de la propia izquierda abertzale, con la que entraría en disputa, pronto anuló esta posibilidad. ETA aseguraba en su último pronunciamiento que a partir de ahora dejaría de existir y pondría su historial, su “aportación” y sus militantes al servicio del proceso de “liberación” de Euskal Herria.
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