Cuando Mariano Rajoy levantó el teléfono el pasado miércoles para conminar a María Dolores de Cospedal a que Cristina Cifuentes tenía que presentar su dimisión antes de las 12 de la mañana algo cambió en el afamado temple presidencial. Si hasta ahora se decía del presidente del Gobierno y líder del PP que no mataba a sus críticos, sino que se limitaba a esperar que éstos cayeran poco menos que fulminados por muerte súbita, pero natural, esta semana la cerró ejerciendo de jefe de filas del partido. Esto es, cortando cabezas.
La salida de la ya ex presidenta de la Comunidad de Madrid era cuestión de días, consciente ésta de que la prioridad de Génova no era salvarla a ella sino al gobierno autonómico. Cosas de la inveterada crueldad de la política. Pero ella se había puesto sus plazos. Quería hacer de anfitriona por última vez de la Fiesta del Dos de Mayo y entregar las medallas de oro de la Comunidad. Su última imagen institucional sería al lado del escritor Alfonso Ussía y de los familiares de Ángel Nieto, entre otros. Una salida, en definitiva, con cierta dignidad.
Pero el martes 24, con las invitaciones ya cursadas, todo se torció. Supo que Okdiario iba a sacar al día siguiente las imágenes de un antiguo vídeo en el cuarto de seguridad de un supermercado tras las sustracción, -o “malentendido”, según su versión- de dos botes de crema facial. Habían pasado siete años de aquello, en ese tiempo había sido delegada del Gobierno en Madrid y presidenta de la Comunidad. El pasado, como se escribió en El Independiente, vino a verla en un momento de gran debilidad.
Rajoy supo que, esta vez, no podía limitarse a esperar
Cuando Rajoy supo de esas imágenes, justo en el día en que se iban a debatir las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos Generales del Estado para este año, era consciente de que esta vez no podía limitarse a esperar. En cuanto llegara al Congreso de los Diputados, decenas de informadores le seguirían apresurados por el pasillo que circunda el pleno con un único interrogante: el futuro político inmediato de Cifuentes.
Por eso, contra su costumbre, todo se aceleró. Habló con Cospedal y con Fernando Martínez Maillo. La primera se fue a Sol, el segundo habló con el equipo de Cifuentes. Como Cenicienta, tenía que anunciar su dimisión antes de las 12, en este caso, del mediodía, si no querían convertirse todos en calabazas. Rajoy ejerció de presidente en medio de una situación de caos, desconcierto y depresión generalizada de su partido.
Nos penalizan más que al resto de los partidos porque estamos bajo sospecha”
Y es que el penúltimo golpe en Madrid es más de lo que pueden aguantar unos dirigentes, parlamentarios y barones populares que ya no saben a dónde mirar. Porque si bien se sienten víctimas de una especie de conspiración total y de una doble vara de medir “que nos penaliza más que al resto de los partidos porque estamos todos bajo sospecha”, son conscientes de que son ellos mismos los que dan munición al adversario para que les dispare.
La proximidad de las elecciones andaluzas, locales, autonómicas y europeas ha encendido todas las alarmas, lo que no significa tampoco “que estemos teniendo una gran capacidad de reacción”, lamentan. Cómo diseñar cualquier estrategia “si no sabes al día siguiente con qué te vas a encontrar en la prensa”, se desahogan muchos dirigentes en una especie de terapia colectiva en la que se ha convertido el partido en el gobierno.
Moncloa no pudo rentabilizar el trámite de Presupuestos ni la subida de pensiones
Esta debiera haber sido una semana en cierto modo dulce para el inquilino de la Moncloa a pesar de la crisis madrileña. La superación de las enmiendas a la totalidad, unido a una subida generalizada de las pensiones, venía a garantizar una legislatura más o menos estable y quitar presión a las manifestaciones de los jubilados. “Si Mariano consigue tener los Presupuestos, no hay ya quien le pare hasta 2020”, afirmaban en el entorno presidencial hasta hace bien poco. La teoría se sostiene, pero Rajoy tiene por delante un largo calvario lleno de incertidumbres, de dificultades, que no debieran ser tales, como designar un sustituto de Cifuentes que no tenga pasado, ni gestión, ni casi experiencia.
El pasado lunes a las cinco de la tarde, antes del estallido final del caso Cifuentes, llegaba a Génova el último tracking que hace el PP con carácter mensual. De ámbito nacional, insuflaba una cierta esperanza a un partido fuertemente castigado en los sondeos sobre intención de voto. En el mismo, “Ciudadanos bajaba dos puntos y nosotros estábamos por encima”, señalan fuentes populares. Por su parte, el PSOE se mantenía “clavado” sin grandes alteraciones mientras que a Podemos le castigaba el tema independentista. Nada trágico, a decir de las mismas fuentes, “porque en 2015 vivimos una situación muy parecida y se demostró que tenemos una gran base electoral”.
Se aferran a que, aun perdiendo votos, puedan gobernar en más sitios con Cs
Pero incluso con unos resultados peores a los cosechados en las elecciones locales y autonómicas de 2015 producto de escándalos como el del máster y el vídeo de Cristina Cifuentes, “podemos gobernar en más lugares que ahora” si la suma con Ciudadanos permite alcanzar la aritmética de las mayorías absolutas. No deja de ser paradójico que el partido que más poder territorial acumuló fíe sus esperanzas de gobierno en la formación política que mina su base electoral.
El primer test será el andaluz. Si el PP queda por detrás de Ciudadanos “nos podemos olvidar del gobierno de la nación”, afirma con pesimismo un dirigente territorial. Pero en Andalucía, “Rivera crece a costa del PSOE y el mayor temor para Susana Díaz es que PP y Ciudadanos sumen”, dicen en Génova. Porque para Rivera será muy difícil no cerrar un pacto con los populares sin ser acusado de perpetuar “el régimen socialista que lleva gobernando Andalucía 40 año”, desde la Junta preautonómica de 1978, o apostar por el cambio.
Lo cierto es que lo acontecido esta semana “nos afecta como partido”, dice un miembro del gobierno, que añade que las elecciones de mayo del año próximo “se van a dirimir en clave nacional y tenemos que estar preocupados. Mariano pensará en los mejores candidatos”, confía para evitar la debacle.
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