“Lo que haga en Cataluña el señor Rajoy es sólo responsabilidad del señor Rajoy, ya no de Ciudadanos”, dijo este miércoles Albert Rivera tras dar por finiquitado el apoyo de su partido a la intervención de la Generalitat catalana. La verdad es que parece que había dejado de ser cosa de Rivera hacía mucho, mucho tiempo, meses, de hecho, que ambos dirigentes no hablaban ni formal ni informalmente sobre el desafío independentista, admiten en el Gobierno y dejaron entrever ayer en el entorno de Rivera tras su rifirrafe con el jefe del Ejecutivo. La única salvedad lo constituyó una breve conversación telefónica tras la detención del ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont en Alemania a finales del mes de marzo.
Y es que a medida que Ciudadanos comenzó a despegar en los sondeos, en muy buena medida aupado por el conflicto independentista, Mariano Rajoy inició la senda de marcar distancias con el líder de la formación naranja y contar solo con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Especialmente llamativa fue la manera en que le ignoró cuando decidió impugnar la primera investidura a distancia de Puigdemont, en enero, que, en cambio, sí consultó con el socialista. Tampoco le ha comunicado su última decisión de impugnar la reforma de la ley de presidencia así como la posibilidad de permitir la celebración de sesiones y de reuniones de órganos colegiados de la Generalitat a distancia.
Los resultados electorales del 21-D marcaron una especie de "antes y después"
De hecho, los resultados electorales del 21-D marcaron una especie de "antes y después" en esa relación, y si Rajoy no levantaba el teléfono para sondear al partido más votado en Cataluña, Ciudadanos iba dando pasos hacia la confrontación en el Congreso de los Diputados, que estalló ayer con toda su virulencia. No es la primera vez que Rivera lleva a la sesión de control alguna cuestión sobre la aplicación del artículo 155 en Cataluña, que para los naranjas está siendo del todo insuficiente sobre todo en lo que se refiere al control de fondos públicos para financiar el 1-O y el conjunto del procés.
Pero también han criticado que no se recurriera el voto delegado de Puigdemont y Antoni Comín o no haya actuado el Ejecutivo contra algunos de los cargos públicos de la Generalitat más independentistas como Elsa Artadi, a la que mantuvieron en su puesto de directora general de Coordinación Interdepartamental hasta que se vio obligada a dejarlo por incompatibilidad con el escaño.
Ya en una comparecencia en el Senado el pasado 4 de diciembre del secretario de Estado de Administraciones Públicas, Roberto Bermúdez de Castro, Ciudadanos le preguntó por la continuidad de la mano derecha de Puigdemont. Bermúdez de Castro replicó que había desarrollado una labor "fundamental" en la implementación del 155 en Cataluña y que, de hecho, no habían tenido grandes dificultades con ninguno de los altos cargos independentistas que seguían en su puesto. No obstante, la prolongación del 155 ha ido deteriorando esa supuesta convivencia, transformada en desobediencias, boicots y ocupación del espacio de las consejerías por todo tipo de parafernalia independenstista, incluidos los lazos amarillos.
Para el Gobierno Ciudadanos está siendo "ventajista" y "oportunista" en el tema catalán, porque "mientras nos presiona para que actuemos ellos no hacen nada en Cataluña a pesar de haber ganado las elecciones del 21 de diciembre", afirman fuentes de Moncloa.
Cifuentes y Aguado no se hablaban y Miguel Gutiérrez se lleva fatal con nosotros"
Las relaciones entre dos partidos aliados no dejan de ser tensas. De hecho, en la Comunidad de Madrid "Cristina Cifuentes e Ignacio Aguado no se hablaban", explica un dirigente de Génova y en el Congreso dependen en muy buena medida del carácter de cada interlocutor, hasta el punto que "Miguel Gutiérrez (secretario general del Grupo Parlamentario de Ciudadanos) se lleva fatal con nosotros" mientras que el "número dos" de esta formación, José Manuel Villegas, y el coordinador general del PP, Fernando Martínez Maillo, siempre han sabido mantener una línea de comunicación incluso en los momentos más difíciles. De hecho, ayer, tras la espantada de Ciudadanos, Maillo se dirigió a Villegas en los pasillos del Congreso para decirle que "estamos en el punto y final" del procés en una intensa conversación de diez minutos. Posteriormente, en declaraciones a la prensa, el dirigente popular quiso minimizar la ruptura afirmando que los pactos "tienen sus cosas y hay días mejores y otros peores".
En todo caso, el desencuentro entre populares y naranjas no parece que vaya afectar al acuerdo sobre los Presupuestos Generales del Estado. Ese queda protegido salvo que haya algún tipo de concesión al nacionalismo vasco que Rivera considere inaceptable. El Gobierno les ha asegurado que no se ha hablado en ningún momento de acercamiento de presos etarras ni de romper la caja única de la Seguridad Social. Sobre esta cuestión sí ha habido interlocución entre el ministro de Hacienda hoy cuestionado por Rivera, Cristóbal Montoro, y Villegas, además del equipo económico de la formación naranja.
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