La llave se volvió a depositar en la repisa del despacho. Allí descansa, junto a la ventana de Andoni Ortuzar, en la que llaman ‘planta noble’ de Sabin Etxea, en el último piso de la sede del PNV. Hacía solo unas horas que la ‘makila’ -el bastón de mando que le otorga la presidencia del centenario partido-, había sellado el último requiebro negociador y argumental del PNV: apuntalar, pese a todo, a Mariano Rajoy apoyando sus presupuestos confiados en acercar el levantamiento del 155 en Cataluña. No importó que la coletilla del “con eso no se juega” se hubiera repetido hasta la saciedad sólo unos días antes para amenazar con tumbar las cuentas. Un día más tarde el PNV ya había puesto a trabajar su maquinaria en una campaña de pedagogía para explicar a sus votantes por qué había que volver a ‘salvar’ a Rajoy, por qué lo que durante meses había sido imposible y dañino ahora había dejado de serlo pese al 155 en vigor.
En la mesa de la Ejecutiva del EBB nadie midió en toda su dimensión que la Gürtel y la sentencia demoledora que lo ha coronado se cruzaría por el camino y provocaría el revuelo en el que ahora está inmerso España. Entre todas las virtudes del sí a las cuentas, el PNV ha subrayado siempre la de la estabilidad y la tranquilidad que otorgaba para un horizonte de casi dos años, el periodo que permitiría a Rajoy terminar la legislatura y alejar el fantasma del auge de Ciudadanos. Hoy la estabilidad se ha diluido y la tranquilidad ha escapado.
A todos sus portavoces la trama Gürtel les arrolló obligando a alterar por completo la estrategia. La dureza de la sentencia y los movimientos posteriores de toda la oposición ha hecho saltar por los aires lo que hace sólo unas horas se había acordado por la dirección. Incluso Joseba Egibar, portavoz del PNV en el Parlamento Vasco, había ejercido su papel de sector crítico al reconocer que el partido había “incumplido su palabra”.
Pactado el 'botín' de Rajoy, se ha abierto casi de inmediato otra opción a explorar: el 'botín' de Sánchez"
La página del acuerdo presupuestario y de su explicación se ha tenido que pasar casi sin proclamar y dejándola, en gran medida, pendiente. El contexto ha obligado a ello. Ahora, el PNV se sabe deseado y no dejará pasar esta nueva oportunidad inesperada. Pactado el 'botín' con Rajoy, se ha abierto, casi de inmediato, otra opción a explorar: el' botín' de Pedro Sánchez.
Lealtad "reversible"
Como recuerdan en el PNV, la clave estará en no precipitarse. La formación de Ortuzar no acostumbra a hacerlo. La toma de decisiones las cocina despacio. Muestra de ello es que los nacionalistas vascos son, a esta hora, los únicos que no han dicho qué harán con la moción de censura presentada por Pedro Sánchez. Vistas las posiciones del resto de partidos, el PNV volverá a aplicar su fórmula; no cerrar jamás ninguna opción, empezar a abrir puertas, dejar que el resto se mueva y se posicione y, en su caso, ver cómo se quema. Y si para ello la lealtad debe hacerse 'reversible' por el bien de los "intereses de Euskadi", así será. En la formación, las preferencias no son ideológicas sino pragmáticas. Muestra de ello es que gobierna en Euskadi con el PSE, se alía con EH Bildu para dibujar el preámbulo del futuro estatuto vasco y pacta los presupuestos con el PP en Madrid y en Euskadi. Podemos es por el momento el único palo al que los nacionalistas vascos no se han aferrado para un acuerdo de relevancia.
Quizá ahora pueda ser el momento. Saben que los cinco diputados nacionalistas pueden ser determinantes para que el PSOE logre el objetivo que pretende; tumbar a Rajoy y proclamar presidente a su líder. También que la formación de Albert Rivera ya ha dicho que no apoyará la moción socialista si no es para convocar de modo inmediato elecciones. Incluso que Sánchez ha desvelado que si triunfa primero habrá que “limpiar” y "regenerar" la democracia en España y luego, sin plazo ni fecha, convocar a las urnas. En este contexto, y con el tablero de ajedrez en marcha, el PNV ya ha sido tentado para decidir cambiar de bando en apenas unos días.
La moción podría no votarse hasta finales de junio. En el PNV aseguran que requerirá "valorar, meditar y debatir" antes de decidir
La tentación viene de ambos lados. En Euskadi los populares le han respaldado las cuentas a Iñigo Urkullu los dos últimos años. También la sintonía y relación labrada con el PP, incluida la relación fluida entre Ortuzar y Rajoy, e incluso sus promesas en materias clave como la política penitenciaria o las competencias pendientes juegan su papel. El PP es, pese a todo, un partido “de orden”, aseguran en ocasiones cargos del PNV.
Por ahora, los nacionalistas recuerdan que su protocolo establece “valorar, recabar información, meditar, debatir y decidir, y eso lleva su tiempo”. Este viernes lo más que han dicho es que están “dispuestos a hablar” pero también que para hacerlo pedirán al PSOE “soluciones” para la crisis en Cataluña y para el futuro soberanista en Euskadi, inmersa en la elaboración de un nuevo estatuto que divide a socialistas vascos y nacionalistas. Tampoco se les escapa que la mano tendida de Sánchez podría ser la oportunidad para resolver la asignatura pendiente del acuerdo presupuestario con Rajoy: el levantamiento del 155.
"Las izquierdas"
Hoy el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, interviene en un acto en Barakaldo, municipio otrora socialista y hoy gobernado por su partido, para conmemorar sus 120 años de presencia en la localidad. Se espera que desvele algún detalle más, “pero poco más”, avanzan en el partido, de las condiciones y posición que la formación mantendrá en este pulso a Rajoy y al Gobierno del PP que hace sólo 72 horas rescató del precipicio.
Las dudas con el PSOE y con Podemos son elevadas en el PNV. No han pasado ni tres días desde que Ortuzar asegurara en la televisión pública vasca que “las izquierdas” en España no podían ser alternativa fiable en la situación en la que se encuentran, incapaces de entenderse y de ganar el terreno que dejan libre los descreídos de la política y del PP y que Ciudadanos ha sabido ocupar casi por completo. Por si acaso en Sabin Etxea han comenzado a abrir esa puerta de la izquierda.
Hasta última hora de la tarde del viernes nadie había llamado al PNV ni socialistas ni populares: “Seguimos sin conocer la propuesta en la que están pensando, ya veremos, hay tiempo”. Por el momento apuntan ahora que en Podemos “han podido cambiar”, que el Pablo Iglesias que intentó acordar con Sánchez hace dos años, imponiendo ministros y sillones, poco se parece al actual, “ahora parece que le ha dado un cheque en blanco, ¿no?”.
Ortuzar afirmó hace tres días que "las izquierdas" no constituían hoy por hoy una alternativa de gobierno fiable
El PNV se juega mucho. El desgaste a su ‘palabra de vasco’ ya se ha resentido con el viraje de su posición en torno al 155 y los presupuestos. Cambiar de aliado en apenas unos días y dejar abandonado a su suerte al PP, que ha apuntalado en los últimos dos años, también puede afectar a la credibilidad de su mensaje y a su concepto de lealtad. El principio de la “responsabilidad” y el de velar siempre por “los intereses de Euskadi” han sido el suelo en el que los nacionalistas siempre han edificado sus decisiones.
El temor a Ciudadanos
Hasta hace sólo unos días, el PP era miembro activo del “bloque del 155”, pero el PSOE también. El PNV ha reclamado una solución en Cataluña para que el diálogo que ahora está dispuesto a mantener con los socialistas pueda comenzar. De entrada, Sánchez ya ha advertido que si llega al Gobierno es para “cumplir y hacer cumplir la Constitución”.
Descartada en gran medida la alianza PSOE-Podemos-Ciudadanos para apoyar la moción de Sánchez, el mayor temor del PNV está en la segunda de las opciones, la que Rubalcaba definió como ‘Gobierno Frankestein’. Participar de una travesía de la que puede salir trasquilado, de un barco con tantos y tan dispares pasajeros (PSOE, Podemos, PDCat, ERC y PNV), no es una opción que levante por ahora grandes ilusiones.
Tampoco motiva precipitar unas elecciones. Los nacionalistas confiaban en que el pacto presupuestario alejara la posibilidad de un Gobierno en manos de Ciudadanos al menos otros dos años y dar así oxígeno a Rajoy. La Justicia ha echado por tierra esa previsión. El PNV teme que convocar elecciones suponga aupar aún más a la formación de Albert Rivera, cuyo programa de Gobierno no auguraría nada bueno para el País Vasco, insisten. Su política en contra del Cupo vasco, su posición ante las Diputaciones forales, su modelo territorial o su actitud crítica con la ‘singularidad’ vasca es el verdadero quebradero de cabeza. En ese escenario, la alternativa pasaría por buscar alianzas en la izquierda y el independentismo catalán.
En este escenario sólo resta esperar y leer entrelíneas. Los pasos serán discretos y bien dosificados, calibrando escenarios, posibilidades y costes de oportunidad. El escenario es complejo y las posibilidades variadas y los nacionalistas vascos, el nuevo y reiterado objeto de deseo de la política española, están dispuestos a calibrarlas todas antes de tomar una decisión que podría cambiar el futuro de nuestro país para los próximos años.
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