La última maniobra de Pablo Iglesias amenazando con otra moción de censura si el viernes falla la del PSOE tiene varias consecuencias. El líder de Podemos, que ha sido de los primeros en hablar por teléfono con Pedro Sánchez este martes, ha aumentado notablemente la presión sobre el PNV, grupo parlamentario clave para que se apruebe la moción.
Los nacionalistas vascos habían justificado en Euskadi su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado (PGE) como una forma de garantizar la estabilidad política en España, además de lograr 540 millones en inversiones y mejoras económicas. Tras la sentencia del caso Gürtel los acontecimientos se han precipitado y la formación de Andoni Ortuzar ha tenido que recomponer su escenario. La posibilidad que pueda salir adelante un Gobierno interino y en minoría, como el que propone Sánchez, y que según el PSOE apenas podría aguantar un año, va radicalmente en contra de los efectos que con el respaldo a las cuentas el PNV había augurado y complicarían además sobre manera en horizonte que, pese a todo, los nacionalistas vascos habían creído apuntalar. Una estabilidad que el partido ha primado siempre sobre cualquier otro objetivo, tanto que incluso arriesgo votar en contra de lo que había argumentado durante meses: no respaldar las cuentas con el 155 activo. Por eso, ahora el PNV se muestra reacio a la moción de censura, el desgaste sufrido y el daño a su credibilidad podría haber sido en balde. Además, ante la inminente conformación del Govern, también el levantamiento del 155 parece próximo, como anunció el PNV.
Ahora, tanto ante la próxima moción de Sánchez como ante la posible moción que formalice Iglesias, el PNV reclamará plenas garantías. Seguridades que no laminen más, y en sólo unos días, su crédito ante sus votantes y ante la sociedad vasca. El órdago de la moción a Rajoy le ha pillado al PNV en plena campaña intentando apaciguar a los sorprendidos, incrédulos y críticos con su último apoyo a Rajoy. La labor pedagógica de las bondades de respaldar los PGE pese a la pervivencia de la situación de excepción de Cataluña ha tenido que ser aparcada de inmediato.
La actitud de las formaciones nacionalistas catalanas jugarán un papel importante en forma de presión hacia el PNV si finalmente ERC y PdCat dan un sí a relevar a Rajoy. De este modo, la formación de Ortuzar se vería ante la tesitura de desmarcarse y volver a salvar al PP o unirse a sus socios nacionalistas con un horizonte de crisis catalana encarrilada ante un inminente fin del 155.
La resistencia a otorgar un sí a Sánchez y, en su caso, a Iglesias, también viene determinada por el temor a una cita electoral. Es en este punto donde PSOE, Podemos y PNV podrían encontrarse. En realidad ninguno de ellos tiene urgencia por verse en las urnas y poder descubrir que el único que celebre el resultado sea Ciudadanos. Los nacionalistas vascos no quieren facilitar una convocatoria electoral inminente que, según todas las encuestas, podría precipitar la llegada de Ciudadanos al Gobierno este mismo año. Un salto a la Moncloa que se llegaría a producir bien a través de un acuerdo con el PP o bien con el PSOE. Es ese el escenario al que más temor tienen en Sabin Etxea. El encendido discurso de Albert Rivera contra los que define como "privilegios" de comunidades como Euskadi, su amenaza de acabar con elementos esenciales del autogobierno vasco como el Concierto Económico y el Cupo, o el deseo de terminar con la singularidad foral vasca que en ocasiones ha mostrado Ciudadanos lo convierten para el PNV en su mayor amenaza en este juego de alianzas y mociones.
Ciudadanos ha dado la legislatura por "liquidada" y, al calor de los sondeos que lo sitúan como primera fuerza política, reclama elecciones. Ha intentado negociar la convocatoria de comicios generales con el Gobierno y hasta ha pedido 'prestados' los diputados que le faltan a formaciones como Coalición Canaria y Podemos para presentar otra moción de censura con el único objetivo de convocar elecciones.
En este contexto, Iglesias se ha descolgado este martes con la amenaza de otra moción de censura que podría prosperar con el apoyo de Ciudadanos con el objetivo común de celebrar esas elecciones generales de forma inminente. En sectores del PSOE y del propio Unidos Podemos se interpreta ese anuncio como una forma de ejercer presión sobre los nacionalistas vascos para que apoyen a un Gobierno transitorio de Pedro Sánchez en vez de unas elecciones inmediatas que den el poder a Ciudadanos.
En el PNV han reiterado en las últimas horas que en la posible negociación que de aquí al jueves se pueda abrir el modelo territorial jugará un papel determinante. Nacionalistas y socialistas no se han puesto de acuerdo en Euskadi en esta cuestión y por tanto parece complicado que lo hagan a nivel nacional. El País Vasco lleva años negociando un nuevo Estatuto vasco, que aborda ya sus fases más decisivas. Hace sólo unos días, tanto los socialistas como Podemos se desmarcaron de las aspiraciones territoriales que el PNV quiere incluir en el futuro Estatuto vasco. Un documento que los nacionalistas quieren no sólo que reconozca la "nación vasca" sino también el "derecho de autodeterminación" y la inserción de Euskadi en el Estado como un sujeto político "de igual a igual" con España. Aspiraciones todas ellas que parecen lejanas que tanto Sánchez como Iglesias puedan garantizar al PNV.
Pero incluso pese a todo ello, la presión de Sánchez puede surtir efecto si el PNV decide darle el Gobierno a cambio de evitar una pronta convocatoria electoral. Retrasar las elecciones también podría ser la pretensión de Podemos, una cita con las urnas que se presentan muy desfavorables para sus intereses, según los sondeos electorales, y que le sitúan como cuarta fuerza política del país. En pleno debate sobre su liderazgo tras la polémica por su compra de un chalet de 600.000 euros, una colaboración institucional con el Gobierno del PSOE podría ayudar a mejorar la imagen de Iglesias y de su sucesora natural, Irene Montero, de cara a las próximas elecciones generales.
Paralelamente, Iglesias ha reclamado al líder del PSOE que negocie con su formación, entre otras, para formar un Gobierno más estable que pueda desarrollar una agenda social antes de convocar elecciones. Esa estabilidad podría permitir a esa coalición completar la legislatura hasta junio de 2020 en vez de durar apenas un año, como prevén los socialistas.
"Nadie en su sano juicio defendería un Gobierno solo sostenido con 84 diputados", ha asegurado Igleisas, que ha instado al PSOE a negociar apoyos para un Gobierno estable que garantice poder poner en marcha un "programa social" y ofrecer diálogo para resolver "la cuestión territorial". "Eso nos podría permitir tener 176 diputados para sacar adelante la moción de censura y al menos un Gobierno con 156 votos, que ya son más de los que tiene el PP, y que tuviera que buscar alianzas para sacar adelante las leyes", ha añadido.
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