Política

Sánchez arrincona a Podemos y Cs con un Gobierno feminista y anti-independentismo

Los escora hacia izquierda y derecha para ampliar el centro que el PSOE quiere reconquistar para ganar las elecciones

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, en una comparecencia informativa en La Moncloa.
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, en una comparecencia informativa en La Moncloa. | EFE

Más feminista que Podemos y con emblemas de la lucha contra el independentismo como Josep Borrell (Exteriores) y Fernando Grande-Marlaska (Interior). El Gobierno de Pedro Sánchez no sólo se sube a la ola del movimiento feminista, sino que lo utiliza para poner en evidencia al partido que le pisó los talones en las últimas elecciones generales, Podemos, que presume de portavocías femeninas mientras su dirigencia es masculina.

El flamante presidente del Gobierno también compite en el terreno de Ciudadanos, que tras la declaración de independencia de Cataluña no deja de subir en las encuestas electorales como partido combatiente del independentismo. Desde la victoria de Inés Arrimadas en las elecciones catalanas, Cs ha crecido en los sondeos hasta situarse en algunos como primera fuerza política. Sánchez hace suyo ese mensaje de defensa de la unidad de España y de lucha contra el terrorismo para acabar con cualquier sospecha de cesiones a los partidos independentistas a cambio del apoyo a su investidura. La reacción de referentes de ese mundo como Arnaldo Otegi así lo manifiestan.

Frente a la vía unilateral del Govern y la crispación en las calles, Sánchez ofrece una forma de reconducir el conflicto al diálogo institucional con el nombramiento de Meritxell Batet como ministra de Política Territorial y Función Pública, una dirigente del PSC situada en el catalanismo y federalismo tradicional del partido.

El Ejecutivo se plantea así como una plataforma electoral para que Sánchez dé el salto a los comicios generales en una situación privilegiada, tras haber pasado por un limbo político que ahora amenaza a los nuevos partidos. La reivindicación social cada día más generalizada de la igualdad entre hombres y mujeres, que recogen barómetros como el del CIS, ha tenido respuesta en el primer Gobierno con más ministras que ministros, once mujeres frente a seis hombres.

El Centro de Investigaciones Sociológicas también revela que la mayoría de los encuestados se sitúa en el centro político, un espacio de ocho millones de votantes que el PSOE de Pedro Sánchez quiere reconquistar para ganar las elecciones. Al recuperar para el PSOE banderas que ahora ondean Podemos y Ciudadanos, los socialistas obligan a ambos partidos a escorarse más hacia la izquierda y la derecha, respectivamente, ensanchando los márgenes de su posible electorado.

Con estos mensajes en materia de feminismo y de combate del independentismo, Sánchez levanta diques de contención del auge de Podemos y Ciudadanos en el espacio político de centro-izquierda, tradicional del PSOE, e inaugura la precampaña electoral.

En materia económica y de estabilidad institucional, Sánchez también lanza mensajes a la Unión Europea con fichajes como el de Nadia Calviño, directora general de Presupuestos en Bruselas desde 2014. La ministra cuenta con un perfil muy técnico forjado en las tripas del departamento que ahora encabezará.

La apuesta por la innovación con fichajes estelares como el de Pedro Duque complementan a los perfiles experimentados en ministerios clave como Hacienda (María Jesús Montero), Sanidad (Carmen Montón), Educación (Isabel Celaá),  Transición Energética y Medio Ambiente (Teresa Ribera), Agricultura (Luis Planas) y Trabajo (Magdalena Valerio), haciendo patente la apuesta por la sostenibilidad de los servicios públicos y la modernización de sus programas.

A nivel político, el conocimiento como constitucionalista de Carmen Calvo y la solvencia de Margarita Robles se conjugan con el modelo tradicional de relación partido/Gobierno a través del ministerio de Fomento, dirigido por el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, siguiendo el modelo de la etapa de Zapatero, que lo puso en manos de su vicesecretario general en el PSOE, José Blanco.

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