Tras el cierre de plazo para presentar avales, ya es oficial que serán siete los candidatos a suceder a Mariano Rajoy en la presidencia del Partido Popular. Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal, Pablo Casado, José Manuel García Margallo, José Luis Bayo, José Ramón García Hernández y Elio Cabanes. Por primera vez, los populares escogerán a su líder en un proceso de primarias, y enterrarán el hasta ahora habitual dedazo. Sin embargo, el proceso es algo enrevesado y no se puede valorar como unas primarias puras.
El Partido Popular se dotó en diciembre de 2016 de un sistema de elección de líderes a doble vuelta en el que la última palabra la tienen los compromisarios que acudan al Congreso Nacional de los próximos 20 y 21 de julio. Y no todos los candidatos llegarán hasta él.
Los militantes del PP -unos 800.000 se ha estimado en los últimos años, aunque quedarán en menos tras el proceso- deben registrarse antes del 25 de junio en sus agrupaciones locales para poder participar en las elecciones internas del partido, que se celebrarán el próximo jueves 5 de julio.
Dos urnas
Ese día, en cada sede del partido habrá dos urnas en las que los militantes deben votar cosas distintas. En una, optarán por su candidato preferido a la presidencia del partido. En la otra, escogerán a los compromisarios que representarán a su territorial en el Congreso Nacional. Los resultados de la votación directa entre los siete candidatos no serán definitivos, sino una criba. Sólo avanzarán hasta el Congreso los dos más votados. Una vez allí, serán los compromisarios elegidos por la militancia los que voten, manteniendo el sistema representativo clásico del PP.
Existe sin embargo la opción de que sólo un candidato llegue al Congreso y que, por tanto, sea virtualmente el presidente antes de que se celebre. Para ser proclamado candidato único, cualquiera de los siete contendientes deben obtener más del 50% de los votos de la militancia, superar en al menos un 15% al segundo clasificado e imponerse en un mínimo de 30 circunscripciones.
La influencia del tercer candidato
Por ejemplo, si Soraya Sáenz de Santamaría se impusiera a María Dolores de Cospedal por un 52% de los votos contra un 37% y además venciese en al menos 30 circunscripciones, llegaría al Congreso ya sin competencia. Sin embargo, concentraciones tan altas del voto no parecen probables estando en liza un tercer candidato con fuerza como Pablo Casado.
Por acudir al ejemplo más reciente, Pedro Sánchez no habría cumplido esos requisitos en las primarias del PSOE. Obtuvo un 50,26%, por el 39,9% que logró Susana Díaz. Quizá habría llegado a la mayoría reforzada de no haber sido por la tercera opción representada por Patxi López.
Aún en el caso de que esta mayoría reforzada se produzca y un sólo candidato acuda al Congreso como aspirante a la presidencia, su ratificación estaría todavía en manos de los compromisarios. No obstante, que lo rechazaran llegado este caso es absolutamente descartable.
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