El Ministerio del Interior da marcha atrás y paraliza la orden general con la que pretendía regular el aspecto físico de los guardias civiles a la espera de someterla a una nueva revisión e introducir los cambios que permitan acercar posturas con la representación de los agentes y evitar el malestar que ha causado en el seno del Cuerpo.
Según ha podido conocer El Independiente, el ministro Fernando Grande-Marlaska ha dado instrucciones para que la norma no se publique en el Boletín Oficial de la Guardia Civil, último trámite antes de que empezara a surtir efecto. La reconsideración se produce 48 horas después de que el texto, como informó este diario, fuera aprobado en el pleno del Consejo de la Guardia Civil en medio de una gran contestación: siete de las ocho asociaciones profesionales votaron en contra, lo que da una idea del rechazo que generaba el contenido de la orden.
El nuevo titular de Interior, de esta forma, se desmarca de uno de los proyectos heredados de Juan Ignacio Zoido. De hecho, algunas asociaciones profesionales le habían pedido sin éxito que no asumiera la norma redactada por el equipo de su antecesor en el cargo y no incluyera la discusión de este punto en el orden del día del pleno del Consejo de la Guardia Civil celebrado este miércoles, a fin de seguir discutiendo el texto y poder buscar un acercamiento.
No sólo hay voluntad de modificar el contenido; también habrá nuevos interlocutores para buscar el entendimiento que no se había alcanzado hasta ahora. La orden general llevaba la firma de José Manuel Holgado Merino, que este viernes ha sido destituido como director general de la Guardia Civil. En su lugar, el Consejo de Ministros ha acordado el nombramiento de Félix Azón, magistrado como Holgado Merino y ex vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).
Ahora, el borrador volverá de nuevo al grupo de trabajo que venía negociando desde el pasado mes de marzo la unificación de las distintas instrucciones y circulares existentes en el Cuerpo en materia de policía personal, aspecto físico y trato con la ciudadanía en una única norma y actualizada a los "tiempos actuales".
Grande-Marlaska frena la publicación de la orden en el Boletín Oficial de la Guardia Civil y devolverá el borrador al grupo de trabajo para seguir discutiendo su contenido
Uno de los artículos más controvertidos de la norma es el relativo a la regulación de los tatuajes. De entrar en vigor con la redacción aprobada esta semana, los agentes con dibujos corporales tendrán que realizar una "declaración jurada" en la que quedara constancia del número, lugar y descripción de los mismos y cubrirlos "mediante apósitos o vendas de compresión que tengan un color similar al de la propia piel o del uniforme" o bien utilizando "maquillaje" para que queden ocultos.
En el caso de que el funcionario ingresara en el Cuerpo después de que empezara a aplicarse esta orden y tuviese ya dibujos corporales, aquél no sólo podría incurrir en responsabilidades disciplinarias sino que además tendría que proceder a su eliminación para que no fuera visible con ninguna de las uniformidades. Es lo que tendría que hacer el juez en excedencia Grande-Marlaska si hipotéticamente quisiera acceder a la Guardia Civil, dado que luce un tatuaje en su muñeca derecha -con el lema ‘Ni pena ni miedo’- que quedaría visible con el atuendo de verano.
En todo caso, quedarían prohibidos los tatuajes que “contengan expresiones o imágenes contrarias a los valores constitucionales, autoridades o virtudes militares que supongan desdoro para el uniforme” y que “puedan atentar contra la disciplina o la imagen de la Guardia Civil en cualquiera de sus formas, que reflejen motivos obscenos o inciten a discriminaciones de tipo sexual, racial, étnico o religioso”.
Igualmente, los agentes que los tuvieran quedarían obligados a retirar o tapar con apósitos de color similar al de la piel los “pendientes, aros u otros ornamentos insertados en perforaciones hechas en partes distintas al lóbulo de la oreja”.
La norma se había aprobado este miércoles pese a que asociaciones profesionales habían pedido al ministro que se desmarcara del proyecto heredado de Zoido
El cabello es también regulado de forma pormenorizado en la orden. Así, exigiría que el pelo estuviera siempre "aseado y peinado" y prohibiría los cortes y peinados irregulares, como escalones, trasquilones o aquellos en los que una zona queda completamente rasurada y otra con pelo largo. Sí se autorizaría que la cabeza esté completamente rapada, pero no así rastas ni “pequeñas trenzas tipo étnico”.
Los funcionarios no podrían tampoco lucir el bigote que deseen. En concreto, éste no podría “descender de la comisura de los labios por sus bordes laterales sin sobrepasarlas”, no podría unirse a las patillas, debería dejar visible el labio superior, estar permanentemente aseado y su densidad y distribución tendría que ser “simétrica y continua en toda la zona”.
En cuanto a las patillas, éstas “se cortarán horizontalmente y serán simétricas, sin que desciendan por debajo de la altura media del pabellón de la oreja, ni ascienda tanto que queden suprimidas”. Asimismo, tendrían que tener una anchura y espesor “uniformes” e idénticos al de los cabellos que quedan a la altura de la sien.
De otro lado, la barba sólo quedaría autorizada si incluye el bigote. "Se llevará recortada y arreglada de manera uniforme con una longitud máxima de tres centímetros de espesor y no descenderá del medio cuello (nuez)”, explica el borrador, que prevé el uso de perilla si cubre el mentón en su totalidad y su anchura no supera la del bigote. El agente que deseara lucir bigote, barba o perilla tendría que esperar a que creciera “durante los periodos en los que no se preste servicio", establece la orden, que estaba a punto de enviarse a imprenta para su publicación en el Boletín Oficial de la Guardia Civil.
El maquillaje, sólo para mujeres
No son los únicos aspectos físicos que regula la norma. Así, las uñas no podrían exceder el borde del dedo -en los hombres- y sobrepasarlo en tan solo tres milímetros en el caso de las mujeres; el maquillaje quedaría exclusivamente autorizado para las féminas salvo prescripción médica en el caso de los varones, y el ancho de la esfera de los relojes no podrán superar el de la muñeca.
Quedarían también expresamente desautorizadas las monturas y colores gafas que no fueran discretas, éstas no podrían colocarse encima de la cabeza en forma de diadema ni colgando de ninguna parte del uniforme y tampoco se podrían exhibir llaveros que quedaran por fuera del uniforme.
La orden dedica también un artículo de diez puntos a regular el trato con la ciudadanía. A este respecto, considera necesaria la “observancia rigurosa de las normas básicas de actuación, educación y ciudadanía”, evitando las actitudes y conductas que puedan dañar la imagen de la Guardia Civil. “El trato con la población ha de ser cortés y respetuoso, de forma que vean en el guardia civil a una persona predispuesta a ayudar y servir, actitud que ha de ser compatible con la firmeza que, en su caso, se debe aportar en la aplicación de las leyes y reglamentos. El tratamiento a los ciudadanos, por defecto, ha de ser siempre de ‘usted’, salvo que expresamente le autoricen el tuteo, en cuyo caso será mutuo”, añade.
Entre los aspectos propuestos que más ha irritado a los agentes se encuentra la prohibición de charlas que "no tengan relación con el servicio". No se autorizarían tampoco las conversaciones prolongadas y en voz alta, las risas estridentes, la gesticulación exagerada, fumar fuera de los periodos de pausa, masticar chicle u otro tipo de alimento vistiendo el uniforme o llevar las manos en los bolsillos.
No se conoce aún qué limitaciones previstas en la orden general alumbrada por el director general saliente de la Guardia Civil serán enmendadas, pero sí existe el compromiso del nuevo ministro del Interior de aplazar su publicación para que se pueda seguir discutiendo su contenido.
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