No está el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, muy contento con su partido, aunque ese sea en estos momentos un sentimiento recíproco tras su decisión de no aspirar al trono del Partido Popular. El disgusto del que estaba llamado a ser el sucesor natural de Mariano Rajoy, proviene, según ha confesado a personas de su entorno, del desinterés con que fue acogida su propuesta para retrasar el congreso extraordinario hasta diciembre al objeto de poder optar a la presidencia del PP y ordenar su propia sucesión en Galicia.
La decisión de acelerar todos los plazos, que se atribuye en persona a Rajoy, pesó en el más poderoso de los presidentes autonómicos junto a otros detalles ya revelados por El Independiente, esto es, que se viera obligado a dar explicaciones sobre antiguas relaciones de amistad. En el entorno de Feijóo sospechaban de la existencia de más documentos gráficos de aquella amistad de hace veinte años con el narcotraficante Marcial Dorado, que si bien en Galicia "no es un tema que le desgaste", podía tener un efecto muy distinto con el salto a la política nacional.
Además, Feijóo entendía que un proceso precongresual que no culminara hasta finales de año le permitía "un periodo de reflexión más amplio y hacer un equipo más sólido", habida cuenta de que se veía obligado a dejar mínimamente encauzada la situación en la Xunta, al objeto de no dejar desasistido el gobierno autonómico, el único con mayoría absoluta del PP.
Feijóo hubiera dejado la Xunta tras el adelanto de elecciones gallegas a 2019
Los cálculos de Núñez Feijóo pasaban por celebrar congreso extraordinario del partido en diciembre y aguantar al frente del gobierno gallego hasta 2019, cuando procedería a adelantar en un año las elecciones autonómicas, que tocan en septiembre de 2020. En ese momento, dejaba la Xunta en manos de su sucesor y se centraba en la presidencia del PP. Ese era su plan inicial tras anunciar Rajoy que abría una transición ordenada para culminar en un cónclave cuya fecha no determinó en aquel momento, 5 de junio durante una reunión de la ejecutivo popular, aunque sí apostó porque se celebrara lo antes posible.
Rajoy desoyó a todos
En ese ínterin Feijóo reclamó que el cónclave no tuviera lugar hasta finales de año. Si su interlocutor fue directamente Rajoy, que es con el que siempre ha hablado sin necesidad de intermediarios, poco caso le hizo el todavía líder del PP. Pero no fue al único que desoyó. Contra el criterio del grueso de sus barones territoriales y de buena parte de la dirigencia genovesa, que barajaban los meses de septiembre u octubre, Rajoy pisó el acelerador y el 11 de junio, ante los miembros de la Junta Directiva, puso fecha a la cita llamada a marcar un antes y un después en la historia del PP: 20 y 21 de julio.
El presidente de la Xunta se queja de que "no se le consultó nada" y eso a pesar de ser la persona hacia la que se dirigían todas las esperanzas como sucesor. Aún así, estuvo sopesando seriamente su candidatura, hablando con otros barones territoriales que le pedían que optara a la presidencia del partido y hasta terminando de despachar asuntos urgentes con alcaldes de su Comunidad y miembros del Gobierno regional. De hecho, todo estaba preparado para un "sí" convertido, sorpresivamente, en un "no" que descolocó a amplísimos sectores del partido.
Su candidatura hubiera alejado el riesgo de división interna que ahora se vislumbra en la batalla entre Pablo Casado, María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría, con unas posibilidades de integración escasas, por no decir nulas, aunque todo depende del panorama que arroje el próximo jueves, día de la consulta a las bases.
Y a ninguno de ellos se le escapa que el apoyo de Feijóo es uno de los más importantes para ganar esta carrera por la sucesión. El gallego se ha declarado neutral y recibe a todos aquellos que pisan su territorio. Ha compartido campaña con Casado, con Santamaría, con Cospedal y con Margallo. Públicamente no ha mostrado sus preferencias aunque se deshizo en elogios con la secretaria general del PP.
Los 4.222 militantes de esta tierra inscritos para votar, -una cifra que, en condiciones normales, debiera haberse acercado a los 8.000 o 9.000 acorde con la afiliación- demuestra el desinterés de los populares gallegos por el congreso una vez autodescartado Feijóo, pero esperan una señal de él, al igual que los 574 compromisarios se sentarán en la cita madrileña de los días 20 y 21.
La idea es que estos delegados voten en bloque, aunque no habrá ningún tipo de consigna hasta la primera vuelta, de la que solo pasarán los dos más votados, y a la espera de que en el tiempo que media hasta las puertas del congreso, puedan llegar a un acuerdo de integración en una lista única.
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