La trayectoria vital de John de Zulueta Greenebaum, como la de tantos líderes empresariales que he conocido a lo largo de mi vida, es prácticamente la historia de un éxito anunciado. Producto familiar de doble raigambre: de madre hispanista y abuelo materno diplomático y ministro, que dejaron en él la inquietud por la cultura española y de tronco paterno vertebrado por banqueros de Chicago, de los que heredó sin duda la pasión por los negocios y la gran empresa.
Se doctoró en Derecho por Harvard, años más tarde se licenció en Historia Contemporánea en Stanford y culminó finalmente con éxito un MBA en Columbia. Como se ve, una carta de presentación inmejorable. Fue adjunto a la presidencia de PepsiCo Foods International, en Dallas, Director General de PepsiCo en Barcelona, Consejero Delegado de Schweppes y Consejero Delegado de Sanitas, además de consejero de Bankinter y de Línea Directa Aseguradora. Es casi imposible reunir más responsabilidad y mayor excelencia empresarial en una sola vida. Hoy, a sus 71 años, John de Zulueta pertenece a ese escogido grupo de quienes piensan que aún les queda mucho por hacer, y simultanea su flamante condición de Presidente del Círculo de Empresarios -en cuyo despacho nos recibe con la cordialidad que le adorna- con la presencia en Consejos como el de Línea Directa o la Universidad Europea.
Mientras se encarga de que me sienta como en mi casa, me cuenta como primicia recién salida de su 'horno de análisis' que el Barómetro de los Círculos ha constatado, en su quinta edición, el hecho preocupante de que, tras cinco años sin reformas, España ha perdido un precioso tiempo para mejorar su posición competitiva y su economía está estancada en los indicadores internacionales por la ausencia de un impulso reformista. Algo que tiene que ver con la inestabilidad política y que afecta a nuestras pensiones, a nuestra educación, a nuestro mercado laboral y a la gestión de las administraciones públicas, por poner solo varios ejemplos. Por su peso, España debería estar entre los veinte primeros países del mundo en competitividad y apenas logramos no bajar de los treinta primeros puestos. Su esperanza, está puesta en que unas próximas Elecciones Generales impulsen este escenario.
Pregunta.- ¿Cómo llega usted a triunfar como líder? ¿Cuáles son sus claves para haber alcanzado el éxito y llegar a la cima?
Respuesta.- Lo más importante en mi vida ha sido mi experiencia en Boston Consulting Group, como consultor. Los puestos de trabajo que siempre he aceptado han sido en compañías con problemas. Nunca he ido a una empresa fácil. Empecé con Pepsi, donde me prometieron que en un plazo de entre seis meses y un año me dejarían manejar una compañía. Y cumplieron. En nueve meses me mandaron a Caracas y allí empecé en una de pastas y salsas.
P.- Usted es un gran conocedor por tanto de la situación en Venezuela. ¿Cómo contempla ahora, desde la distancia, a aquel gran país y su sufrimiento?
R.- Para mí ha sido tremendo. Yo pasé allí una etapa de mi vida extraordinaria. Hace muchos años y yo aún estaba soltero. Tenía la sensación de vivir en un país de una gran belleza, con una riqueza muy por encima a la de cualquier otro de Hispanoamérica. La gente viajaba a Miami, muchos venezolanos tenían allí sus apartamentos y casi todos formaban parte de una pujante clase media-alta. Volvían a su país repletos de compras. Nada de aquello, lamentablemente, existe ya. Ni ese tránsito, ni ese dinero. Fíjese que, por dar un dato, Venezuela era el primer país en consumo de whisky 'per capita' del mundo.
P.- ¿Existen posibilidades de solucionar la situación de una Venezuela en manos de un populista antidemocrático?
Maduro solo caerá si los coroneles se rebelan contra los generales"
R.- Vi ya en aquella época mucha corrupción política. Había dos partidos, ADECO y COPEI. Yo llegué bajo la presidencia de Herrera Campins. Después fue el turno de Carlos Andrés Pérez. Se alternaban en el poder y robaban todos. La idea de la política de aquella época era llevarse dinero. Corrupción pura. Al margen, existía el mundo de los negocios, el nuestro, en el que podías conseguir que te dejaran, más o menos, en paz. Eran dos espacios que no se cruzaban en demasía. Algunos hacían negocios con políticos, pero a las multinacionales, las dejaban en paz. Ya entonces yo estaba convencido de que, con aquel nivel de corrupción, acabaría ocurriendo algo. Y así fue, con la llegada de Chávez. ¿Qué pasará ahora? Maduro solo caerá si los coroneles se rebelan contra los generales. Sin un golpe de Estado de esas características es imposible que el régimen caiga. Pero acabará pasando.
P.- De Venezuela, usted pasó a Barcelona. Hábleme de aquella experiencia, su primera en España.
R.- Se trataba de una empresa también con problemas. Los ejecutivos que yo encontré, venían todos de EEUU; llegaban y se establecían un poco 'por etapas', como los diplomáticos. El primer año se dedicaban a aprender español. El segundo, a aprender el negocio. Y a lo largo del tercero ya estaban haciendo planes para su próximo destino.
Yo era el tercero al que enviaban allí desde Estados Unidos, pero mi gran ventaja es que tenía cultura española. Encontré que habían establecido una buena red de reparto, de logística, de distribución, pero faltaba marketing y publicidad bien hecha. Me encargué de aquello. Vi inmediatamente que la televisión era un medio poderosísimo y apenas aprovechado. Una oportunidad fantástica. Pero los publicitarios de la época pensaban que la televisión no funcionaría. Encontré a Javier Olivé y Jordi Vilajoana. Los contraté e hicimos una campaña con la que despegaron las ventas. Por aquellas fechas, se celebraba el Mundial 82, el de 'Naranjito', y gracias a unas pegatinas fosforescentes, disparamos los resultados. Reportábamos a los de PepsiCo, en Dallas, y quedaban maravillados. Llegamos a duplicar el volumen del negocio. Allí conocí a mi mujer. Pocos años después rechacé una oferta de traslado a Australia, salí de Pepsi y me integré en Schweppes, otra empresa que transformé gracias al marketing.
P.- Y de ahí, el salto a Sanitas... desde allí revolucionó el mundo de la sanidad privada en España. ¿Cómo valora la situación de la sanitario sanidad en nuestro país?
R.- Buena parte del éxito de un sistema es la coordinación entre la parte pública y la privada. Percibo una demagogia muy fuerte. La nueva ministra viene de Valencia. Una comunidad en la que se puso en práctica el experimento de hospitales públicos con gestión privada y que funcionan muy bien. El paciente que entra en ellos ni sabe que esa gestión es de esa naturaleza. Pero han creado una demagogia presentando unos estudios con unos números 'que lo aguantan todo' y no están renovando ni un contrato. Esta ministra viene de esa escuela y ahí yo estoy en completo desacuerdo. España tiene un nivel de medicina privada muy elevado, que ha mejorado mucho en los últimos 25 años y en el que se hace de todo, salvo trasplantes de órganos y alguna cosa muy específica. El sector público también tiene un excelente nivel. Esto viene avalado por datos como el de que, en esperanza de vida, tras Japón, somos el primer país del mundo. Y ello dedicando no más del 9 por ciento de nuestro PIB.
Me gustaría destacar, como mi legado en Sanitas, el cambio tecnológico, además del edificio central"
Me gustaría destacar, como mi legado en Sanitas, el cambio tecnológico, además del edificio central. Me encanta la arquitectura y digo con orgullo que, siendo una construcción del año 2000, cuando vas por allí, aún parece de hoy mismo. En cuanto a lo primero, yo sustituí los cheques físicos, en papel; tú le dabas uno al médico y luego el facultativo llegaba cada mes con su taco para cobrar. A mí me dejaba sin palabras que en un mundo tecnológico en el que ya vivíamos esto persistiera. E implanté la famosa tarjeta de crédito, con un terminal en la consulta de cada médico. Fuimos los primeros en hacerlo, allá por el año 2000. La segunda transformación digital fue la de internet. Fuimos además pioneros en vender pólizas de seguros y nos adelantamos a la telemedicina y a lo que hoy, por ejemplo, estamos poniendo en marcha desde Línea Directa, de cuyo consejo soy miembro, con aplicaciones para móviles en este campo muy novedosas.
P.- Y después de su etapa de Sanitas, le llegó el tiempo de los Consejos de Administración.
R.- Llevo 20 años. Primero me invitaron a formar parte del de Sanitas. Más tarde, también, del de Bankinter. Fue en 1998. Pocos años después se promulgó una ley según la cual no se podía permanecer más de 12 años como consejero independiente. A mí me cogió a mitad de mi mandato y pude terminar. Estuve en total 14 años. Después pasé a Línea Directa, que como sabe pertenece al grupo Bankinter.
P.- ¿Y qué representa para usted su actual responsabilidad en el Círculo de Empresarios?
R.- No contaba con ello. A mí me llamó Javier Vega Seoane antes de Navidad y me explicó que habían pensado en mí para tomar su relevo. No entraba en mis planes en absoluto. Yo tenía mi vida organizada, mi pequeña consultora, algunos consejos como le acabo de decir, y tras consultarlo con mi mujer, que no era muy partidaria, decidí que era una oportunidad de cambiar las cosas en una institución que, por lo demás, conozco bien. No en vano, llevo en ella 14 años. Se trataba de una institución muy endogámica, como un club algo cerrado, en cuya historia yo soy el primer presidente no español, casado con una española pero que conserva pasaporte norteamericano y que además no proviene de las grandes familias empresariales tradicionales. Estoy satisfecho porque, aunque me ha quitado mi tiempo libre, se ha reducido el mandado de cuatro años a tres, y estoy muy centrado en modernizar, sobre todo, la parte internacional.
¡Tuve hasta que encargarme de la web en inglés! En 14 años confieso que nunca le había prestado atención y cuando la vi, la mínima parte que estaba en inglés, casi me echo a llorar. Yo mismo la traduje en un fin de semana.
También buscamos referencias en algunos modelos de Alemania, Austria o incluso Francia"
Esto, Euprepio, es un 'think tank'. Y mi intención es que todos nuestros estudios tengan su referencia y su comparación con el resto de países europeos, más que con los Estados Unidos. Esto no es un lobby de empresarios sino, insisto, un 'think tank', cuya intención es mejorar y modernizar la economía española, aproximando nuestras prácticas a las de los mejores países europeos como algunos nórdicos; en nuestros estudios aparecen mucho Suecia o Finlandia, por poner dos ejemplos. También buscamos referencias en algunos modelos de Alemania, Austria o incluso Francia. Aparte hacemos también aproximaciones con otros 'think tanks' europeos. Nuestro Consejo Asesor está formado por diez personas, entre ellas Emilio Lamo de Espinosa, Jordi Sevilla, Eduardo Serra, Miriam González, la esposa de Nick Clegg, entre otros, de una extraordinaria calidad y de una inmensa valía todos ellos.
P.- ¿Y qué opina, señor Zulueta, del reciente terremoto político que hemos vivido?
R.- El efecto más notable, como se sabe, es la desaparición como tal del bipartidismo. Ahora tenemos ya una Cámara dominada, no por dos grupos sino por cuatro. Desde nuestro punto de vista, como Círculo de Empresarios, lo que nos preocupa es el ritmo de las reformas. Y he de decir que, desde 2012-2013, con la laboral y la de pensiones, no se ha acometido ninguna más. Han sido, desde 2013 a 2018, cinco años de parón. Algo tenía que pasar porque si no, se acaba perdiendo competitividad.
En cuanto a este terremoto, como usted dice, le concedemos el beneficio de la duda. Nombramientos de personalidades tan brillantes como Josep Borrell, personalmente, nos dan confianza. Es destacable también la elección de Nadia Calviño, que sugiere buenas expectativas en cuanto al control del déficit. Otros nombramientos parecen algo más demagógicos pero, como digo, vamos a esperar. Es cierto que el Pedro Sánchez de las últimas semanas parece más hombre de Estado que el que habíamos conocido como candidato y que va a ser difícil gobernar con tan solo 84 escaños, 85 si incluimos al señor Quevedo, lo cual hace presagiar que, en unas próximas Elecciones Generales, ante la fragmentación del panorama, vayamos por primera vez en España, a un Gobierno de coalición. También quiero destacar la presencia de Isabel Celaá como ministra de Educación y Formación Profesional; un modelo este último que ella ha practicado en el País Vasco y que va muy en la línea de algunos recientes estudios que hemos alumbrado desde el Círculo de Empresarios.
P.- ¿Qué salud tiene la Marca España?
R.- Carlos Espinosa de los Monteros, que fue presidente de esta casa y que, por cierto, acaba de estar con los Reyes en San Antonio y Nueva Orleans, está haciendo un gran trabajo. Creo que la Marca España tiene una gran potencia. Por ponerte un ejemplo, nuestra cocina, con nombres como Ferrán Adriá, se ha colocado incluso por encima de Francia, que es el país tradicionalmente de la gran cocina. Hay otros, como José Andrés en Washington. Yo visité uno de sus primeros restaurantes, Jaleo, con una carta compuesta básicamente de tapas y paella. Y con grandes pantallas para ver el fútbol.
¡Seguro que fue el turista americano que más gastó!
Los vinos españoles o el aceite de oliva virgen han hecho también una gran entrada. Hemos entrado en los EEUU por el estómago. De España, como destino turístico, también se puede decir lo mismo. Trump le ha dicho ya a los Reyes que quiere visitar España. Clinton y Obama recordaban cómo lo hicieron cuando eran muy jóvenes. Me viene a la cabeza una anécdota del primero, que quiso que su mujer y su hija, Chelsea, contemplaran la puesta de sol desde Granada tal cual él lo hizo muchos años atrás, en su etapa de Oxford. Y movió dos 747 para ello. Fueron a Granada, la vieron y volvieron a Madrid, con una escolta, por supuesto, de 150 personas de seguridad... ¡seguro que fue el turista americano que más gastó!. Y Barack Obama también, en su viaje oficial de hace algunos años, recordó la ocasión en la que, siendo también muy joven, vino aquí con una mochila y recorrió el país en autocar entre gente muy humilde.
P.- ¿Qué opina de Donald Trump?
R.- Es una aberración. Como estos de Cinco Estrellas, en Italia. Percibo una gran desconfianza en las élites del pasado y en la política, en general, y ello provoca que salgan populistas como estos. ¿Qué vende Trump? ¿Éxito en los negocios inmobiliarios? Echando un vistazo a su trayectoria, ha cosechado más fracasos que éxitos. También el poner su nombre, por lo que cobra, en muchísimos edificios que no son suyos. Y sus apariciones televisivas, claro... en programas que podemos calificar de antitelevisión, como lo es aquí Gran Hermano. Entre eso y un poco de ayuda rusa, según se dice, y que algún día se sabrá, pues ahí está, en la presidencia.
Pero da algo de miedo un hombre que, se despierta por la mañana y pone en un tuit las decisiones políticas de una nación. Ha atacado a Trudeau, en Canadá. A los tradicionales aliados de los EEUU, los europeos, también. A China, por el desequilibrio entre exportaciones y exportaciones. Ha 'hecho casi el amor' con el peor dictador del mundo, presentando un vídeo sobre las excelencias norcoreanas que en realidad se había hecho en Hollywood.
P.- Y usted, como líder, John, si tuviera que dar lecciones a Pedro Sánchez, ¿qué le diría?
R.- Le diría que piense en el ciudadano medio del país. El error de buena parte de los políticos es que son muy partidistas, pero con poca visión de Estado. Ya le decía antes que he percibido un cierto tránsito de Sánchez en esa dirección. En Europa, quien más muestra ese matiz es Enmanuel Macron. Pero no es frecuente ese tipo de políticos. Macron, que tiene un extraordinario curriculum, formado en la ENA (Ecole Nationale d’Administration), que hizo una fortuna en Rothschild, y que ha construido discursos absolutamente memorables, como aquel sobre religión ante los obispos. Un hombre brillante. Y que tiene una idea de la Grandeur al estilo de Charles De Gaulle, Que cogió a Trump, lo paseó por todos los palacios mientras trataba de convencerle de que variara de posición en su política arancelaria, aunque luego no sirviera para nada. Esto es lo que falta aquí. Nos sobran políticos mediocres, que han empezado muy jóvenes en sus formaciones, pegando tengamos carteles, que luego han ido haciendo vida de partido y han llegado a la cima o casi sin haber trabajado nunca en la empresa privada, que incluyen en sus biografías 'Máster' que luego no son tales… una decepción.
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