El XIX Congreso Nacional del PP ya ha hecho historia por ser el primero que elige democráticamente a su presidente. Y los días previos a la cita también han marcado historia, aunque en otro sentido. Este sábado los compromisarios populares se debaten entre Soraya Sáenz de Santamaría o Pablo Casado tras unas semanas que han supuesto un hito en la organización, donde por primera vez se han distinguido dos facciones claras. Si los días previos a la primera fase de votación se vivieron con relativa tranquilidad en el seno del PP, la recta final de campaña ha sido un terremoto para la formación, poco acostumbrado a dejar ver sus pugnas internas. La temperatura ha ido subiendo y conforme se acercaba la fecha del Congreso se han multiplicado los reproches y los ataques entre ambos candidatos.
- Pugna por la marca Rajoy. El primer dardo en esta segunda fase llegó minutos después de proclamarse los dos candidatos finalistas. En su intervención, Santamaría hizo una alusión expresa y premeditada a Mariano Rajoy, con quien dijo había hablado hacía unos minutos. La dirigente confiaba en la intervención del ex presidente de Gobierno para forzar la unidad y evitar el choque en primarias; un extremo que no se produjo. El intento de utilizar la figura de Rajoy ha sido continuado en las filas sorayistas, con alusiones frecuentes y un discurso continuista, aunque el todavía presidente del PP se ha mantenido hasta el momento neutral y no ha apostado por ninguno de los dos aspirantes. Casado, dentro del perfil renovador que ha tratado de mostrar en campaña, ha intentado contrarrestar esta percepción recordando la defensa de Rajoy que ha hecho durante los últimos años.
- Críticas por no 'dar la cara'. Una de las acusaciones más recurrentes de los últimos días ha ido dirigida a Santamaría, a quienes han acusado veladamente de no dar la cara en los momentos críticos del PP. "Yo los lunes en Génova respondía a todas las preguntas y hablaba del Gobierno, pero los viernes en Moncloa no se hablaba del partido", censuró Casado en una entrevista. El hecho de que Casado haya sido portavoz habitual tras las reuniones de la ejecutiva le ha servido como argumento para exigir lo mismo en su rival: "En los momentos difíciles salía yo a hablar", ha defendido el candidato, poniendo el foco en los silencios que Santamaría ha guardado ante los episodios más espinosos como el caso Bárcenas.
- Polémica con Aznar. José María Aznar, divorciado públicamente del partido, ha estado en el centro de la polémica en las últimas semanas, y se ha convertido en un objeto arrojadizo en plena guerra de primarias. Algunas voces le relacionaron con la candidatura de Pablo Casado en un intento de desacreditar al aspirante, y Aznar no se mordió la lengua. Cuestionó a quienes cargaban contra él: “Cuando alguien lleva tiempo intentando enterrar la historia del PP en la que por cierto han participado es un ejercicio de desmemoria”, censuró. Casado eludió las críticas y dio la bienvenida a todos los apoyos venidos de ex presidentes de Gobierno.
- Dudas sobre el 'juego limpio'. El hecho de que Santamaría sea una de las mujeres más poderosas del PP ha levantado suspicacias sobre la neutralidad del proceso. Pablo Casado ha dicho en multitud de ocasiones no contar con el apoyo del partido, y ha manifestado su deseo de que exista un "proceso limpio". El candidato pedía además garantías para que las votaciones fueran secretas, con cabinas para votar, la presencia de los nombres de los dos candidatos en la misma papeleta, el sobre cerrado y la distribución de los electores por orden alfabético. Unas peticiones que ponían en duda la limpieza del proceso.
- Presiones para la integración. Las primeras palabras de Santamaría tras ganar la primera fase fueron dirigidas a Casado, a quien tendió la mano para integrar una lista única que le evitara el choque entre ambas candidaturas. La ex vicepresidenta de Gobierno consiguió 21.513 votos de los afiliados (36,9 %) y Pablo Casado 19.967 (34,2 %). Santamaría ha querido destacar estos días su "legitimidad" como la más votante entre los afiliados, llegando a cuestionar el sistema de primarias. La diferencia es de menos de tres puntos y el escenario podría complicarse para la candidata después de que Casado sumara el casado de los otros cuatro precandidatos que no pasaron a la segunda vuelta. La dirigente ha llegado hasta a ofrecer la Secretaría General del partido a Casado, que se ha negado en todo momento y ha renunciado las presiones desde el entorno de Santamaría. "No estoy aquí para conseguir un cargo", recriminó el candidato a la ex vicepresidenta.
- El dardo catalán, el más doloroso. Uno de los reproches más dolorosos para Santamaría tienen que ver con la crisis catalana vivida en el último año. Con un referéndum y una Declaración Unilateral de Indepedendencia de por medio, Casado ha sido autocrítico con la gestión del Gobierno en este asunto. “No aplicamos el 155 como había que aplicarlo; la operación diálogo fue un fracaso; y lo que no puede ser es que Pedro Sánchez esté fiando todo a una estrategia judicial, como hicimos nosotros”, llegó a afirmar el vicesecretario del PP, en una referencia velada a la fracasada operación diálogo que Rajoy encargó a Santamaría y que concluyó sin demasiado éxito.
- "Casado suena a oportunista". Los reproches más directos han venido por parte del equipo sorayista. Tras cuestionar la gestión de la crisis catalana, Casado recibió duras acusaciones por parte del núcleo duro de Santamaría. “Me sorprende el desmarque de Casado en la política de Cataluña. Él estaba en el equipo de Rajoy y defendía la posición del Gobierno y del PP”, censuraba el líder del PP vasco, Alfonso Alonso, en una entrevista en EITB. “No creo que sea conveniente deslizarse en esas críticas y puede sonar a cierto oportunismo”, añadía el dirigente. No fue el único sorayista que ha cargado directamente contra Casado. Enric Millo, delegado del Gobierno en Cataluña, también le afeó sus palabras. “Durante los momentos más difíciles en los que Soraya estaba dando la cara siempre, mi amigo Pablo Casado no estaba”, afirmaba, irónico, el dirigente.
- El vídeo que dinamitó la campaña. Una de las mayores polémicas de la campaña del PP surgió a raíz de un vídeo que atacaba a Sáenz de Santamaría y ponía en cuestión su idea de renovación. En él aparecían imágenes de hace décadas de algunos de sus principales apoyos, Javier Arenas, Cristóbal Montoro o Celia Villalobos. "Cuéntame cómo vais a renovarnos", rezaba. El vídeo cayó como un jarro de agua fría y los de Santamaría pidieron una investigación por el asunto, atribuyéndolo rápidamente a la candidatura de Casado. El vicesecretario rechazó la auditoría del documento y lo rechazó "enérgicamente". A los pocos días, continuó la guerra audiovisual con otro vídeo, esta vez contra Casado, en el que le recordaban su pasado en el partido y su etapa con Esperanza Aguirre. El candidato optó por restarle importancia.
- Guerra por el discurso de género. Sáenz de Santamaría ha utilizado todas sus cartas en campaña, también la de la feminización de la política. La candidata ha argumentado estos días la importancia de que su partido tenga por primera vez a una mujer como presidenta, y ha llegado incluso a hacer distinción de género en sus intervenciones, refiriéndose a "señoras y señores". Este argumento ha rebelado profundamente a Casado, que ha cargado directamente contra la ex vicepresidenta. "Ningún país del siglo XXI elige a sus dirigentes por ser mujeres", rechazaba el candidato. ""Ser mujer no es un mérito para llegar a la presidencia del Gobierno", zanjaba.
- La batalla de los ex ministros. Los últimos dardos sonaron a menos de 24 horas del Congreso del PP y tuvieron a los ex ministros de Rajoy como protagonistas. Casado reunió a varios dirigentes de Gobiernos anteriores en una comida en el centro de Madrid, en un intento por mostrar el apoyo recibido entre los más próximos al ex presiente. La cita no sentó nada bien al sector sorayista. "Nosotros también tenemos varios ministros pero tenemos mucho trabajo como para salir a comer fuera; comeremos algo rápido", afirmaba, molesto, Alfonso Alonso este jueves. El equipo de Santamaría no dejó pasar la oportunidad y también difundió una imagen bien distinta, en la que Santamaría presidía una mesa con pizzas y rodeada de varios pesos pesados del partido, entre ellos también dos ex ministros. La última palabra la tuvieron, sin embargo, los de Casado, que lanzaron un manifiesto para expresar su apoyo cerrado al candidato.
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