Sonriente, sin hacer declaraciones y con dos hombres y una mujer como toda comitiva de bienvenida. Así ha sido la salida de prisión a las 8.15 horas de esta mañana de uno de los ex jefes de ETA y más sanguinarios terroristas de los últimos años. Santiago Arrozpide Sarasola, 'Santi Potros' ha abandonado la cárcel de Topas en Salamanca dejando atrás toda una vida entre rejas, 13 años en prisiones francesas y 18 en cárceles españolas. Con una gorra blanca, ropa deportiva y buen aspecto, el etarra que ha cumplido condenas por algunos de los crímenes más crueles de ETA y que provocaron 40 muertos, se ha subido a un vehículo y ha emprendido camino a Euskadi.
La sensación de libertad ya la vivió hace tres años y medio. Fue un espejismo de apenas 45 días que le volvió a meter en prisión. Las causas pendientes de su pasado sanguinario volvieron a reclamarle. La libertad de la que ya disfruta ha sido la gran ausente en gran parte de su vida. En ocasiones víctima de la clandestinidad y otras, oculta bajo tapias y barrotes. Cuando esta mañana Santiago Arróspide Sarasola, alias 'Santi Potros' ha cruzado en dirección salida el dintel de la puerta de acceso a la cárcel de Topas (Salamanca) habrá dejado atrás toda una vida entre rejas de un rosario de prisiones españolas y francesas.
Lo hará cambiado, casado y envejecido. Con 70 años cumplidos, ha pasado cerca de 31 en cárceles de todo tipo. Un tiempo demasiado largo que cambiaron y modelaron al otrora cruel terrorista. Hace casi dos lustros que Sarasola decidió desmarcarse de ETA y reconocer la inutilidad de seguir con las acciones violentas.
Ahora, tras su salida, no se espera que reciba grandes recibimientos. A quienes han osado cuestionar a ETA y su acción armada el entorno de la izquierda abertzale no acostumbra a hacerles reconocimientos. Tampoco los tuvo cuando salió en 2014 y se dejó ver en su pueblo natal, Lasarte (Guipúzcoa) intentando rehacer su vida. En realidad, a 'Santi Potros' le toca ahora aprender a vivir en libertad. Ha pasado casi uno de cada dos días de su vida en prisión y los otros, al menos la mayoría de ellos, los ha pasado huyendo, escondido, planificando atentados o cometiéndolos. La libertad de su conciencia comenzó a esbozarla hace más de una década entre rejas cuando decidió desmarcarse de ETA.
Decidió vender su juventud a la banda, decisión que ha pagado caro en su madurez: 11.300 días de presidio, casi a partes iguales en cárceles de Francia y España. Desde hoy, a este viejo terrorista que en seis meses cumplirá 71 años, sólo le resta vivir la vejez en libertad. No lo hará solo. 'Santi Potros' encontró el amor en prisión. En octubre de 2016 contrajo matrimonio con M.T.Y. en un enlace celebrado en el propio centro penitenciario de Salamanca y que fue oficiado por la alcaldesa de la localidad, Julia Rivas.
Del PNV a ETA
Cuando Arrospide Sarasola nació en Lasarte aún quedaban 27 años para que Franco muriera. Aquel 2 de febrero de 1948 vino al mundo en una pequeña localidad de apenas 18.000 habitantes, en el corazón de Guipúzcoa. El pueblo al que quizá hoy regrese crecía con familias procedente de otras regiones españolas, fundamentalmente de Extremadura y Andalucía, dispuestas a probar fortuna en aquella Euskadi floreciente en la España de la dictadura. Es probable que 'Santi Potros' aún se cruce en el pueblo con algunos de los hombres y mujeres de aquel entorno nacionalista que siendo un adolescente se movía ya en la clandestinidad . Los mismos que le abrieron las puertas para afiliarse a las juventudes del PNV, al movimiento EGI, del que poco después saldría desengañado. Como otros muchos, Santiago quería más mano dura ante la represión franquista contra los símbolos y la identidad vasca y él estaba dispuesto a darla.
Han pasado siete décadas y a Arrospide Sarasola no se le recuerda mucho en Lasarte. Pervive más su mito como uno de los etarras más duros y crueles de ETA que como un vecino del pueblo. Cuando el 4 de diciembre de 2014 salió de la cárcel tras cumplir 27 años de condena, de los 3.100 a los que había sido condenado, y regresó al pueblo, no hubo grandes algarabías. Tampoco se arremolinaron muchos familiares y amigos para visitarlo. A Santi Potros se le vio de modo esporádico dando pequeños paseos, siempre acompañado y protegido, camino a la casa de su hermana Pilar en la calle Zumaburu. 45 días más tarde volvió a desaparecer. Su pasado regresó en forma de arresto para responder por dos causas pendientes con la Justicia.
El 'histórico' de ETA ha pasado casi la mitad de sus 70 años en prisión. Hoy abandona la cárcel con 70 años
De él poco se sabe, apenas que era plastificador de profesión y que no era un habitual de los círculos sociales. La clandestinidad ocultó su vida en el pueblo desde bien joven. Tras abandonar las bases del PNV decidió radicalizarse y entrar en ETA para continuar con su lucha antifranquista en un frente más duro, el de ETA P-M. Corría el año 1974. Un ímpetu que lo hizo ascender rápido en todos los escalafones de la organización terrorista.
Siendo apenas un adolescente, con sólo 20 años, ya fue detenido por primera vez y acusado de asociación ilícita y propaganda ilegal. El Tribunal de Orden Público (TOP) le impuso un año de condena. Seis años después ya pertenecía a los comandos especiales de ETA, los bereziak, y con 28 años Santi Potros participó junto a la que fue su pareja, la también miembro de ETA Izaskun Rekalde, en la conocida como fuga de Segovia que precipitó la huida de prisión de más de medio centenar de presos.
Lasarte, víctimas y verdugos
Fue sólo el inicio de su larga y cruel trayectoria en la organización terrorista que culminó con más de 3.100 años de condena y decenas de muertos a sus espaldas. Sin duda, los atentados de Hipercor (Barcelona) y de la plaza de la República Dominicana (Madrid), por los que fue condenado como inductor, fueron los más graves, casi 40 muertos. La expulsión del entonces jefe de ETA, Txomin Iturbe, de suelo francés le catapultó a la cima de ETA en lo que fue una dirección compartida con otro histórico como José Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera, y Francisco Múgica Garmendia, Pakito. El primero de ellos sigue hoy huido y el segundo, arrepentido.
Cuando Arrospide Sarasola regrese a su localidad natal, es posible que vuelva a cruzarse por las calles de Lasarte con no pocas víctimas de ETA. A sólo cien metros de la vivienda en la que se instaló tras su puesta en libertad anterior, se encuentra el negocio que regenta la hija de un taxista que murió asesinado por ETA. Cerca de allí, la Casa del Pueblo del PSE lleva el nombre de un concejal socialista asesinado por la banda, Froilán Elespe, en marzo de 2001 en un bar del pueblo. Incluso en este municipio guipuzcoano residen familiares de Begoña Urroz, la niña, el bebé, considerado primera víctima de ETA y que murió al estallar una bomba en la estación de Amara de Donostia en junio de 1960. También, la viuda del sargento de la Policía Municipal de San Sebastián Alfonso Morcillo, asesinado en 1994, en la calle Adarra de Lasarte, vive a sólo dos manzanas de la casa del etarra.
'Santi Potros', quien hace una década rechazó la violencia de ETA, se casó en prisión en un oficio celebrado por la alcaldesa de Topas
En Lasarte quizá también encuentre calor. En el pueblo de Sarasola recibieron con un homenaje a quien fue secretario general del sindicato LAB, Rafael Díaz Usabiaga, y que compartió prisión con Arnaldo Otegi por el caso Bateragune. La izquierda abertzale ha llegado a gobernar este municipio, hoy en manos del PSE, y cuenta con un importante respaldo social.
Santiago Arrospide ha cambiado. Ya en 2006 comenzó a distanciarse de ETA y a considerar que la lucha armada debía acabar. Sin haberse desmarcado ni condenado de modo abierto el historial de la banda, su actitud y comportamiento son hoy muy distintos. En los últimos tiempos, el duro de ETA, el jefe de la organización que dirigió algunos de los crímenes más terribles, decidió colaborar y acelerar su salida. Opto por colaborar con las tareas de la cárcel, por limpiar el comedor del centro penitenciario, ser respetuoso con los funcionarios y no dar problemas. Todo para reducir condena. Su buen comportamiento le facilitó ser acercado a la prisión de Topas, en Salamanca, de la que hoy saldrá por fin libre tras tres décadas de barrotes.
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