Podemos cumple esta semana dos meses sin reunir a su ejecutiva. La cúpula del partido se vio por última vez el pasado 18 de junio, dos semanas antes de que Pablo Iglesias e Irene Montero salieran de escena por el nacimiento prematuro de sus mellizos. El vacío de poder tras estas bajas y la dependencia de la formación hacia sus líderes ha producido también un vacío legal: los estatutos de la organización establecen que la cúpula de Podemos tiene la obligación de reunirse "como mínimo una vez al mes" para atender las "decisiones políticas inmediatas". Un plazo que ya ha visto duplicado y que evidencia el bloqueo orgánico generado por la ausencia de su secretario general. Y una falta que ni siquiera está contemplada en sus propios reglamentos.
Las reuniones del órgano ejecutivo de Podemos, llamado Consejo de Coordinación, se celebran los lunes en la sede del partido en la calle Princesa y vienen seguidas de una rueda de prensa en la que sus dos portavoces, Pablo Echenique y Noelia Vera, dan cuenta de las decisiones adoptadas en el encuentro. La formación no ha anunciado ejecutiva para este lunes, cuando se cumplen ocho semanas sin que la cúpula se haya reunido para adoptar medida alguna.
La última reunión del Consejo de Coordinación fue el pasado 18 de junio y se celebró cuatro días después de la reunión secreta que mantuvo Iglesias con el presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, en Moncloa. Podemos acordó entonces estrechar la negociación con el partido de Gobierno. La estrategia consistía en hacer valer sus números en el Congreso para capitalizar la acción de Gobierno. En los días siguientes, y mediante exigencias y acuerdos planteados por Iglesias e Irene Montero, Podemos había conseguido atribuirse el mérito de las medidas parlamentarias impulsadas desde La Moncloa, como la admisión a trámite de la Ley para equiparar permisos de paternidad y maternidad o la iniciativa sobre la eutanasia.
Pero la baja sobrevenida del secretario general de Podemos el pasado 3 de julio -prevista en un primer momento para tres meses después- dejó a la organización a la deriva y sin un plan B. Los intentos por marcar la agenda han sido desde entonces frustrados, y se ha instalado en la formación una especie de letargo que se ha traducido en una caída considerable en las encuestas, que le sitúan como el último de los cuatro grandes partidos, a una distancia considerable.
Sin órganos de deliberación en Podemos
El Consejo de Coordinación es el encargado de tomar las decisiones imprescindibles, necesarias para el día a día y le corresponden "funciones, tanto de carácter público como de coordinación interna", según los estatutos de Podemos [consultar aquí]. Este órgano " realizará las tareas de carácter ejecutivo y atenderá las obligaciones de carácter general de la organización asumiendo las decisiones políticas inmediatas", reza el artículo 27 del reglamento, que regula la articulación de la ejecutiva.
Entre sus obligaciones hay labores tan importantes como "dar continuidad a la línea política" y "adaptarla a las circunstancias del momento"; "ejecutar los acuerdos adoptados por el Consejo Ciudadano -la dirección del partido-"; hacer el "seguimiento de la ejecución de los acuerdos"; "velar por el buen funcionamiento de toda la organización"; o "velar por el cumplimiento de las normas internas y de la legislación vigente". Unas funciones que no se han llevado a cabo en los últimos dos meses, dejando en evidencia la inoperancia política de la formación, que ha incumplido el plazo máximo de un mes entre reunión y reunión que fijan sus propios estatutos.
Y es que el hiperliderazgo de Podemos también está reflejado en su funcionamiento de sus órganos. Pablo Iglesias diseñó el Consejo de Coordinación, formado por 10 miembros que apoyaron su candidatura en Vistalegre 2 -Irene Montero, Rafael Mayoral, Pablo Echenique, Noelia Vera, Gloria Elizo, Meri Pita, Sofía Castañón, Idoia Villanueva, Juan Manuel del Olmo y Pilar Garrido-, tres que concurrieron en la lista errejonista -Iñigo Errejón, Pablo Bustinduy y Auxiliadora Honorato- y el líder anticapitalista, Miguel Urbán. La holgada mayoría de Iglesias le permite aprobar cualquier propuesta presentada en la ejecutiva. El problema llega cuando el líder no está en disposición de presentar propuestas, como es el caso.
El hiperliderazgo de Podemos está instalado en sus estatutos, que no contemplan la ausencia del líder
Las reglas del partido no contemplan la salida temporal del secretario general, y aunque Iglesias se comunica con la ejecutiva a través de canales de mensajería, su falta impide el funcionamiento ordinario de la organización. Sólo Iglesias tiene potestad para "presidir y convocar el Consejo Ciudadano -el órgano de dirección- y el Consejo de Coordinación -la ejecutiva-". Los estatutos no fijan ningún mecanismo para relevar al secretario general en caso de indisposición, y la falta de liderazgo ha llevado al partido al bloqueo efectivo de su actividad.
La verticalización de su estructura y la ausencia de Iglesias y Montero ha provocado la desaparición de los espacios de deliberación en Podemos, que en las últimas semanas ha quedado fuera de juego en el escenario político. El discurso del partido se ha vuelto reactivo, centrado en reaccionar a las acciones de PSOE, Ciudadanos o PP. Los pocos mensajes destinados marcar la acción política, como las condiciones para aprobar el techo de gasto, están teledirigidos y salen directamente del núcleo duro de Iglesias, sin pasar por ningún órgano de decisión.
En las últimas semanas la formación ha dado señas que muestran la falta de su líder. Podemos decidió posponer su habitual universidad de verano y celebrarla en otoño, con la esperanza puesta en que Iglesias y Montero puedan servir de reclamo para las jornadas. La organización también lanzó la semana pasada varios mensajes en los que recuperaba la figura de Pablo Iglesias. Tirando de hemeroteca y rescatando discursos de hace meses, elaboró vídeos en los que aparecían Iglesias y Montero para reavivar a sus bases, ante el batacazo electoral vaticinado por las encuestas.
Ahora, la falta de espacios de toma de decisiones en el partido supone un escollo para Podemos, que tendrá que debatirse entre dos decisiones arriesgadas: esperar a Iglesias los meses necesarios hasta su vuelta, o relevar temporalmente sus funciones, una decisión que podría interpretarse como un cuestionamiento al hasta ahora todopoderoso secretario general.
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