Desde su entrada en prisión, los políticos encausados por el procés se han convertido en un pilar fundamental en el discurso de las formaciones independentistas, que emplearon los polémicos lazos amarillos para pedir la libertad de quienes consideran "presos políticos". El homenaje constante a los dirigentes encarcelados, con concentraciones a las puertas de los centros penitenciarios y visitas continuas a la cárcel de personalidades de distintos ámbitos, podría alterar la paz en las prisiones catalanas en las que se encuentran desde su traslado el pasado julio. Es lo que advierten desde la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP), que apuntan a que el "trato preferente" que reciben los políticos encarcelados podría desencadenar "problemas" con el resto de los internos, además de generar una "situación incómoda" para los funcionarios de prisiones.
Desde el traslado del pasado julio, los ex consellers Jordi Turull, Joaquim Forn, Josep Rull y Raül Romeva se encuentran desde julio en la cárcel barcelonesa de Lledoners, junto al vicepresident Oriol Junqueras y a los ex líderes de la ANC, Jordi Sànchez, y de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, mientras que la ex presidenta del Parlament Carme Forcadell y la ex conseller Dolors Bassa están en la prisión de Puig de les Basses, en Figueres (Girona). Allí han recibido numerosas visitas y se han organizado concentraciones y manifestaciones a las puertas de los centros para pedir su libertad.
Desde su traslado a las cárceles catalanas, los presos de Lledoners han recibido la visita, entre otros, del presidente del Parlament, Roger Torrent, del president de la Generalitat, Quim Torra, de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, del lehendakari Iñigo Urkullu, de la entonces coordinadora del PDeCat, Marta Pascal, del diputado de ERC Gabriel Rufián, de los diputados de la CUP Carles Riera i Natàlia Sànchez, o de los miembros del gobierno municipal Gerardo Pisarello o Jaume Asens. Antes de su traslado algunos de los presos también habían recibido en Estremera las visitas del cantante Joan Manuel Serrat o del líder de Podemos, Pablo Iglesias.
El presidente del PPC Xavier García Albiol denunció este lunes "graves" casos de "tratos de favor" hacia los políticos independentistas, con una media de "3 o 4 visitas semanales" en salas privadas, a diferencia de los presos comunes, que suelen recibir entre 1 y 2. Las visitas más comunes para los encarcelados son a través del 'locutorio', con un vidrio que separa al encarcelado del visitante, por lo que las visitas privadas son especialmente valiosas en prisión. Estas visitas, según el PP, se producen bajo el rango de 'autoridad' aunque los que acuden al centro penitenciario no sean en realidad representantes públicos. Esto hace que los visitantes no sean registrados a la entrada de prisión, pudiendo, según la versión de los populares, entregar objetos como teléfonos móviles a los presos.
Desde ACAIP confirman que se "está produciendo un abuso de la figura de las visitas institucionales", aunque aclaran que esto no incurre en una ilegalidad. "El motivo por el que no se ha emitido un comunicado específico es que no se ha dado a ningún funcionario ninguna orden ilegal", admite Francesc López, coordinador de ACAIP en Cataluña. El responsable reconoce que "se les están dando más visitas", y advierte de que "el problema es que el resto de internos puede ver discriminación y nos puede generar un problema". "De momento no ha sucedido, pero puede pasar en cualquier momento", continúa.
¿Qué pasará cuando un interno se plantee tener las mismas condiciones?", se preguntan en ACAIP
"Si a alguna persona se le conceden tantas visitas en una sala que no es en un locutorio con vidrio, otros internos pueden exigir el mismo trato", insiste López, que advierte de las tensiones que podría generar dentro de la prisión. El coordinador de ACAIP considera que "no se debería abusar de esta figura de las visitas institucionales" y destaca que "estos detalles en el trato son evidentes" hacia los presos independentistas. Unas diferencias que para muchos internos son "detalles importantes " que "desde fuera no se valoran". "Cuando les visitan sus familiares, un cristal en medio es un mundo, te quita la posibilidad de poder abrazarles", continúa Francesc López.
Además del número de visitas y la posibilidad de hacerlo en espacios abiertos, existen otros puntos que marcan la diferencia con el resto de presos. "Hace unos días la ex consellera Dolors Bassa tuvo que salir para ver a su madre en el hospital, que es una cosa absolutamente normal, que se hace con más internos y que está bien. Ella fue en un vehículo policial de alta gama que no llevaba logotipo, en unas condiciones diferentes", expone López. "Cualquier interno que vaya a ver a un familiar al hospital le gustaría ir en un vehículo sin logotipos, en lugar de hacerlo en uno policial. ¿Qué pasará si un interno se lo plantea?, porque en la Constitución lo dice, que todos somos iguales ante la ley".
Si bien estas actuaciones no son estrictamente ilegales, desde ACAIP sí apuntan a que se trata de "órdenes incómodas" para los funcionarios de prisiones. El director general de prisiones de Cataluña, Amand Calderó, visitó la cárcel a la que iban a ser trasladados los dirigentes presos, y lo hizo con un lazo amarillo, un gesto que en su día no gustó a la agrupación porque "aunque se trate de un cargo de designación política, no es propio que cuestione a la institución judicial".
"Las órdenes son incómodas porque [los políticos presos] están recibiendo al presidente de la Generalitat, a la consellera de Justicia, que al final son nuestros jefes", se explica el representante de ACAIP. "Nosotros tenemos que gestionar el día a día de estos internos y actuar profesionalmente y tratarlos igual que al resto, y nuestros propios mandos les están dando un trato diferenciado y preferente, evidentemente".
Además, advierten de que "hay otras acciones que se están permitiendo por parte del Govern que también tensan el trabajo de los funcionarios, como las concentraciones en las puertas de los centros o tractoradas en las prisiones de Tarragona y Figueras. Si un día al salir del trabajo encuentras a una multitud protestando no pasa nada, pero si se reitera todos los días es incómodo".
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