El periodista Arcadi Espada ha recuperado su Contra Catalunya, que en 1997 ganó el Premio Ciudad de Barcelona y sublevó al nacionalismo para recordar las raíces del actual proceso independentista a los jóvenes, que no son otras que el pujolismo y apuntar en un Postfacio su particular visión del procés. Defiende, además, su particular campaña contra los lazos amarillos y reconoce su decepción con la gestión que C's, el partido que ayudó a nacer, ha hecho de su victoria electoral el 21D, aunque sigue defendiéndolos como la única alternativa política para Cataluña y España.
Pregunta.- ¿Por qué recuperar Contra Catalunya?
Respuesta.- Es un libro que se vendió muy bien -gracias en parte a Pilar Rahola, que me hizo el gran favor de impugnar el Premio Ciudad Barcelona- y quedaban pocos. Me hacía gracia que los jóvenes lo leyeran y hacer ese Postfacio que para mi es importante porque he pretendido sintetizar lo que pienso sobre el proceso.
P.- Advierte en ese Postfacio que Contra Catalunya no es una premonición, que entonces ya pasaba lo que está pasando ahora.
R .- Eso es muy importante, Jordi Pujol es el autor de todo. Lo que describo no es lo que iba a pasar, es lo que estaba pasando, que es lo mismo que pasa ahora. Ha cambiado el hecho de que el catalanismo político se ha destruido, se ha dado paso al independentismo, pero en realidad ha cambiado la espuma, la punta del iceberg. Por dentro ya estaba una sólida estructura secesionista que Pujol construyó con mano firme y adhesión inquebrantable. Gaziel hablaba de los “artículos que pasan la prueba del libro”: este libro aspiraba a dar cuenta de qué había por debajo, y lo que había es lo que sigue estando ahora: la xenofobia, la discriminación, la fractura civil. Los constitucionalistas hemos tenido la suerte de que el autor de todo eso, Pujol, se revelara como un gobernante corrupto y un político profundamente inmoral. Está bien que el proceso haya tenido un gestor de esa naturaleza.
Contra Catalunya no es premonitorio, la xenofobia, la discriminación y la fractura civil ya estaban ahí con Jordi Pujol"
P.- En el último lustro, ese supremacismo de lo catalán se ha descarnado y se ha quitado la máscara.
R.- Ha aprovechado su momento. Todo nacionalismo es insolidario, antidemocrático y quiere destruir el estado donde se cobija, aunque en determinado momento opte por una estrategia u otra. Yo no me ocupo del desencadenante, puede ser cualquiera. En este caso fue Messi.
P.- ¿El jugador del Barça?
R.- Está clarísimo el paralelismo entre los éxitos deportivos y el procés. Un equipo que llevaba 300 años perdiendo de repente empieza a ganar de forma apabullante con el mejor jugador que ha habido en el mundo, y eso llevó a una ficción colectiva. La gente que celebraba en las calles la Champions se creyó que la independencia era como ganar la Champions.
P.- ¿Los éxitos de la selección de fútbol han provocado lo mismo en España, un nuevo estallido del nacionalismo español?
R.- A diferencia de la interpretación xenófoba que los nacionalistas dieron a sus éxitos, España quiso utilizarlo, con escaso éxito, para la cohesión. Hay precedentes: en las Olimpiadas Pasqual Maragall pronunció aquella frase asombrosa de “las banderas españolas en el Camp Nou refundan España”. Siempre ha existido esa vinculación entre lo político y lo deportivo. Como decía Pablo Porta, el fútbol sólo es nacionalismo.
P.- ¿Qué explica que esa izquierda que representaron Pasqual y Ernest Maragall o Ferran Mascarell, responsable de la Barcelona más cosmopolita, se haya acabado apuntando a esta "cultura de la ratafía" que representa Quim Torra?
R.- Es un extraordinario misterio. Para aclararlo, deberíamos ver quiénes eran y qué los movía. Sostengo que el PSOE es el auténtico dolor de la democracia española, desde los años 30 del siglo pasado. En toda crisis española que se precie el Partido Socialista ha optado por la peor opción. Es una especie de cuestión genética. Es patético que el catalán menos identificado con el nacionalismo, con el proyecto exclusivista de Pujol, enfermara y redactara un Estatuto que está en el origen de nuestros problemas, y gobernara con gente decididamente xenófoba como ERC. Es una terrible paradoja. A veces me pregunto si en esa maravillosa creación ciudadana que fue la Barcelona olímpica no había más que oportunismo político, interés por construir un polo político enfrentado al nacionalismo.
P.- ¿Imagina un nuevo Contra Cataluña en 15 años?
R.- No, pero un libro que explique lo que está pasando y pasará quizá sea necesario.
P.- ¿Cómo ve los próximos años, el corto plazo hasta el juicio y el periodo posterior?
R.- El corto plazo está basado en algo muy simple: el intento de presión a los jueces para que no condenen por rebelión a los presos y los prófugos. Las bravatas del valido -Quim Torra- responden a eso. Para entender lo que va a pasar hay que tener en cuenta que ellos han perdido. Perdieron el partido el 1-O, cuando el Estado hizo uso de una millonésima parte de su fuerza legítima y el partido se acabó. Pero no ha perdido ni la capacidad de intimidación, ni la capacidad de apoderamiento de la sociedad catalana, ni de boicotear el sistema democrático español en la medida de sus posibilidades. Esto no va a provocar la independencia ni a generar una insurrección que vaya más allá de lo que ha pasado, va a generar frustración. Sólo esperamos que alguien de ese mundo, quizá después de una generación, se dé cuenta de que hay que recoger los restos y plantear las cosas desde la realidad. Que hayan perdido no quiere decir que no tengan una capacidad infinita de dar la lata.
Los independentistas perdieron el partido el 1-O, cuando el Estado hizo uso de una millonésima parte de su fuerza legítima, pero eso no quiere decir que no tengan una capacidad infinita de dar la lata"
P.- Se ha referido a ERC como xenófobos, pero se suele distinguir entre el nacionalismo republicano, que desde Carod-Rovira ha buscado integrar a sectores de origen no catalán, y la ex CDC.
R.- Incorporar a gente de cualquier origen siempre que renuncien a su origen, claro. Me niego a esa táctica benevolente respecto a ERC que veo en muchos sectores de la izquierda española. Como si Junqueras, un fanático, no fuera tan responsable como Puigdemont y Artur Mas, auténtico arquitecto del procés. ERC ha participado como los demás en un proyecto segregacionista, ha alentado la insurrección. No veo la diferencia entre Junqueras y Quim Torra.
P.- Los “Jordis”, que no tenían ninguna responsabilidad política, ¿deben estar en la cárcel?
R .- La insurrección se planteó a través de dos brazos, el institucional y el de la calle. Hay un momento muy delicado en las sociedades, cuando coincide la misma ideología entre los que mandan políticamente y los que actúan en la calle. Cuando los escuadrones y los despachos están en manos de la misma gente algo va mal. Òmnium y la ANC jugaron un papel en la insurrección, los jueces determinarán su responsabilidad. Sobre las prisiones preventivas solo puedo decir que el juez Llarena no las manejó bien -las razones por las que Carme Forcadell salió fueron las mismas por las que volvió a entrar en la cárcel-; he criticado la instrucción de Llarena, pese a mi simpatía moral y política por él. Pero los hechos que he vivido son hechos muy graves que merecen castigo.
P.- Hay quien dice que el problema es encontrar el delito en el que encaja una rebelión que es tan nueva que no tenemos las calificaciones políticas y penales para definirla.
R .- Eso es obvio. Ni Europa las tiene. Uno de los problemas graves que hemos tenido es que España no ha sido capaz de plantear una crisis grave por este asunto. España no ha tenido la fuerza, ni el valor… quizá ni la posibilidad, de plantear con ferocidad que si la euroorden no servía cuando se trataba de perseguir delitos de la gravedad de los que se perseguían, la euroorden no servía y, por tanto, debía ser reconsiderada en este sentido. En algún momento alguien tendrá que explicarlo. El tribunal alemán que decide que no extradita a Puigdemont lo hace con unos argumentos que hacen enrojecer a cualquier demócrata.
P.- ¿Está perdida esa batalla europea, la del prestigio de la justicia española?
R.- España tiene un problema: inspira cariño pero no confianza. No hay ningún horizonte fuera de Europa, pero en esta Europa España debe hacer valer mucho más su posición.
El Gobierno actual funda su estabilidad parlamentaria en el criterio de un huido de la justicia, esa es la profunda debilidad del Estado español
P.- Si no lo hizo un Gobierno con una mayoría aparentemente estable menos lo va a hacer el actual.
R.- Este Gobierno es pasajero, de un hombre sin escrúpulos. Este Gobierno funda su estabilidad parlamentaria en el criterio de un huido de la justicia española. Espero que la sociedad española pase cuentas a los que se prestaron a esa operación. Esa es la profunda debilidad del Estado español, adjudicable a la izquierda.
P.- Estuvo en la génesis de C’s ¿está decepcionado con la gestión de la victoria conseguida el 21D en Cataluña?
R.- Sí. Lo hizo mal Inés Arrimadas, tenían que haber forzado un debate de investidura y habernos dado la alegría a los constitucionalistas catalanes de ver que se planteaba la posibilidad de un gobierno nuevo. Queríamos ver ese gobierno encarnado y dibujado, esa es la condición previa para que las cosas algún día se produzcan.
P.- Ha quitado y pintado lazos amarillos, ¿En qué fase está la denuncia que le pusieron por hacerlo?
R.- No lo sé, no he indagado más.
P.- ¿Los políticos tienen que liderar la retirada de lazos como hace C’s?
R.- Lo que no pueden hacer es animar a quitarlos sin quitarlos ellos, y me parece muy bien que animen. Si un ayuntamiento o un gobierno no borran las pintadas infamantes que hay en un muro las tendrá que quitar el particular. Es lo que estamos haciendo. Para mí un lazo amarillo es una ofensa que respeto. Creo que el derecho a la ofensa es un derecho democrático, siempre que me respeten a mí el derecho de borrar la pintada o pervertirla.
P.- ¿Le decepciona, en este sentido, la postura del ministro Marlaska en la Junta de Seguridad?
R.- Sí, son esas cosas del Estado español, como exhibe su debilidad y sus complejos. Ese apaciguamiento sórdido por circunstancias electorales. Ver así a un hombre como Marlaska, que ha sufrido la persecución de los nacionalistas, es decepcionante.
P.- ¿El problema son TV3 y la escuela catalana?
R.- Sin exagerar, y desde luego más de TV3 que de la escuela. La escuela es importante pero se exagera su papel: yo me crié en la escuela franquista y nunca lo he sido. TV3 ha sido mucho más importante porque trazó el marco e hizo el guion de lo que podía ser discutido. Llega un momento en que TV3 hace con el proceso lo mismo que hace con el Barça: 24 horas de información sobre el procés. TV3 ha hecho lo mismo que Butanito cuando retransmitió el 23F, pero durante muchos años y no para contrarrestar un golpe de Estado, sino para consolidarlo. Pero ahora es muy poco importante, ya solamente la ven los que están en el delirio. Ya no va a convencer a nadie.
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