¡Corruptos! ¡Corruptos! Les gritábamos durante décadas a los políticos, ingenuos de nosotros, desesperados porque en España nadie dimitía cuando saltaba un escándalo. Equivocábamos la exclamación que puede hacer tambalearse a sus señorías de los escaños: ¡Copiotas! ¡Copiotas! Eso sí que son palabras mayores.
Desde la dimisión el martes por la noche de la ex ministra Carmen Montón por el presunto copy paste de su máster, plagado de irregularidades, las barbas de los posgrados de los demás diputados se han puesto a remojar. Especialmente las del presidente Pedro Sánchez y el líder del PP, Pablo Casado.
No se ha visto en otra Albert Rivera, ahora que su papel se había desdibujado en el Congreso. No tener máster en la Rey Juan Carlos le ha convertido de facto en líder de la oposición. El de Ciudadanos ha sido el único que ha verbalizado en la sesión de control las dudas sobre el contenido de la tesis doctoral del presidente de Gobierno y le ha pedido que la haga pública, ya que no se puede consultar sin su autorización expresa, para confirmar que no hay ninguna irregularidad como la que le ha costado el puesto a su ministra.
Decenas de periodistas hacen cola a las puertas de la Universidad Camilo José Cela para tratar de encontrar alguna clave en las 342 páginas de la tesis del presidente del Gobierno que allí se custodia. El PSOE, en un esfuerzo inútil por cambiar de tema, pide la dimisión de Casado por su máster.
“España no está para seguir hablando de un curso de doctorado de hace diez años”, ha afirmado Casado. No lo dice por defender la honradez del presidente Sánchez, claro, sino por la suya. El futuro del sustituto de Rajoy al frente del PP está en manos del Supremo. En las próximas semanas, el Tribunal decidirá si el presidente de los populares debe ser investigado por los delitos de cohecho y prevaricación por el máster que cursó en el instituto que dirigía el imputado Enrique Álvarez Conde, el mismo por el que pasaron Montón y Cifuentes.
Quién nos iba a decir que era más efectivo para echar a un político de su cargo pillarle echando mano de la Wikipedia que metiéndola en la caja
Antes lo que tenía morbo era que los políticos publicaran su declaración de bienes. Pero como nunca terminó de escandalizarnos cuánto acumularan, o ya nos fuimos acostumbrando, ahora lo que se lleva es escanear sus trabajos universitarios en busca de plagios y favores. Quién nos iba a decir que era más efectivo para echar a un político de su cargo pillarle echando mano de la Wikipedia que metiéndola en la caja.
Normal que Casado quiera cambiar de tema que ha traído de nuevo a la palestra el caso máster. Preferiría el nuevo líder del PP que volviéramos a hablar de la Gürtel antes que de la Rey Juan Carlos. Si hay delito o no en cómo obtuvo el título lo decidirá el Supremo, pero si plagió o no su trabajo universitario lo podríamos comprobar ahora mismo. Basta con que los haga públicos en vez de enseñar solo las portadas. Igual que debería hacer el presidente del Gobierno con su tesis si quiere pasar página.
Venga a buscar trapos sucios para regenerar la política en los cuadernos de Bárcenas, los ERE de Mercasevilla y en los altillos del suegro de Granados y resulta que el verdadero filón está en el Rincón del Vago. Será porque de eso no hay aforamiento que les proteja.
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