El presidente del Gobierno los desoyó a todos. A los dirigentes de su partido, a los miembros de su gabinete y a la opinión pública. Pedro Sánchez quería salvar a su ministra de Sanidad, Carmen Montón, una de las pocas componentes de su Ejecutiva que no dimitió para provocar su cese como secretario general del PSOE durante la revuelta de los barones socialistas de septiembre de 2016.
Secundado por el secretario de Organización, José Luis Ábalos, y por su vicesecretaria general, Adriana Lastra, Pedro Sánchez decidió dar un golpe de autoridad y demostrar que la prensa no marcaba sus tiempos. Él decidiría cuándo y cómo caía la ministra, si tenía que caer. Ése fue el mensaje que quiso lanzar a propios y extraños con sus declaraciones de apoyo expreso a Carmen Montón a las 17 horas del martes en el Senado. Pero la cascada de irregularidades en torno al máster de la ministra desbordó la capacidad de aguante del Gobierno y la realidad lo arrolló.
El presidente del Gobierno había decidido creer la versión de su ministra contra viento y marea en vez de dar la razón a los medios de comunicación que, siguiendo la información inicial de ElDiario.es, apuntaban a un creciente número de irregularidades en torno al máster. Sánchez decidió confiar en Montón en contra del criterio de su propio partido, que fuera de las murallas del poder de la Moncloa advertía desde el primer minuto de lo "insostenible" de la situación.
Desde que el lunes se publicó la información, los dirigentes socialistas de la propia Ejecutiva de Pedro Sánchez reclamaban la dimisión de la ministra. En el PSOE resultaban "bochornosos" los paralelismos con el caso de Cristina Cifuentes, a la que el PSOE presentó una moción de censura como presidenta de la Comunidad de Madrid precisamente su máster. Las incoherencias y falta de respuestas de la propia Montón durante una entrevista radiofónica el martes por la mañana avivaron la indignación en el seno del partido. La protección de la ministra suponían para los socialistas una forma de "indultar" al líder del PP, Pablo Casado, envuelto en un caso similar. La temperatura en el PSOE no paraba de crecer mientras la oposición se mantenía tibia con la ministra. Pero ese malestar no hizo mella en el presidente. "He sido bastante claro. La ministra hace un trabajo extraordinario y va a seguir haciéndolo", respondió a los periodistas cuando le preguntaron por una posible dimisión de la ministra.
El golpe de autoridad de Pedro Sánchez sobre los suyos apenas duró tres horas. Las informaciones sobre el plagio de parte de su trabajo fin de máster, Maternidad y técnicas de reproducción asistida: Un análisis desde la perspectiva de género de los conflictos y experiencias de las mujeres usuarias, de febrero de 2011, hizo que ante los ojos del presidente la situación se convirtiera en realmente insostenible, como le advertía su partido. Ante el desgaste que supondría un goteo de este tipo de informaciones y la pérdida de confianza en la versión de la ministra precipitaron la última rectificación de Pedro Sánchez. Tres horas después de anunciar que Montón "ha hecho un gran trabajo y va a seguir haciéndolo", la ministra caía.
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