José Miguel y su madre, María Dolores, habían temido muchas veces ese momento. Lo habían evitado durante 36 años. Hace unos meses encontraron el valor para afrontarlo, para dejar de esquivarlo y hoy, en la intimidad, lo han vivido. Esta mañana lo han hecho arropados por los suyos, el sábado será el momento de hacerlo en un acto público. Sabían que no sería fácil pisar el lugar en el que todo comenzó, en el que sus vidas se rompieron y al que nunca pensaron que viajarían. El mismo que su padre, su marido, había visitado en tantas ocasiones y en el que perdió la vida a balazos.
Han comprobado que aquella carretera de montaña poco se parece a las de su Sevilla natal. Discurre por un lugar bello y cruel a partes iguales. Rodeado de montes, de un verde intenso y vital en el que el sol pugna en desventaja por robar protagonismo a la lluvia. Paraje en el que, como entonces, aún hoy la gastronomía vasca, la tradicional y la de vanguardia, invitan a perderse en largas sobremesas.
El hijo y la viuda de Antonio Cedillo han visitado por primera vez el lugar donde ETA cosió y remató a balazos a su padre el 14 de septiembre de 2014
Fue precisamente uno de los motivos que con los dio inicio el reverso de su historia más oscura. La que relata uno de los atentados más crueles de la historia de ETA. Mañana se cumplirán un nuevo aniversario. Éste será muy diferente. Sucedió en el llamado alto de Perurena, en Errenteria. Aquel 14 de septiembre de 1982, como en ocasiones anteriores, los cuatro policías habían acudido a comer al restaurante donde tan bien les habían tratado otras veces. De regreso al trabajo, en dos coches, a los agentes les esperaba una emboscada de un comando de ETA que les cortó el paso a tiros. Tres policías –Jesús Ordóñez, Juan Seronero y Alfonso López- fallecieron en el acto. El cuarto, Antonio Cedillo Toscano (29 años) logró sobrevivir tras repeler con su pistola a los terroristas. Malherido, cosido a balazos, se arrastró por la carretera para pedir ayuda. Un hombre logró subirlo a un camión para llevarlo al hospital pero los etarras le esperaban más adelante para rematarlo. Detuvieron el camión y le dispararon a quemarropa.
Regreso a Euskadi
Ahora José Miguel Cedillo y su madre han decidido dejar atrás sus miedos. Ella nunca apeló a la venganza, él reconoce que sí la ha sentido en muchas ocasiones. Ahora, de la rabia y la impotencia, han pasado a confiar en un mensaje de reconciliación y paz que mire más al futuro que al pasado. Es el viraje que les ha dado fuerzas para rendir por primera vez un homenaje a su padre en el lugar en el que lo asesinaron. Aquel día negro, un funeral rápido y trágico –otro agente, compañero de los asesinados, se pegó un tiro en presencia de los cuatro féretros- precedió a su regreso en un Hércules de las Fuerzas Armadas a Sevilla.
El miércoles, de madrugada regresaron a Euskadi 36 años después. Lo han hecho con el apoyo del Ayuntamiento de Errenteria y de la Fundación Fernando Buesa. El alcalde de la localidad guipuzcoana, Julen Mendoza, ha sido una pieza clave para ello. El primer edil de uno de los municipios más controlados por la izquierda abertzale es una rara avis en EH Bildu. Es sin duda quien con mayor fuerza y peso ha abogado por abrir un tiempo para reconocer el daño causado por ese mundo y por apostar por un camino de reparación y reconciliación. Mendoza ha sido uno de los pocos que hoy ha asistido junto a la familia Cedillo al lugar donde sucedió el crimen, a escasos metros donde hoy se levanta el restaurante Mugaritz.
Nacidos en Olivares (Sevilla), el alcalde de la localidad y representantes de la Junta acompañarán el sábado a la familia en el acto de recuerdo
Este sábado, aquel niño -hoy de 39 años y padre de dos niños de tres años, los que él tenía cuando ocurrió- y aquella mujer que entre sollozos borraba pintadas amenazantes en el portal de casa de San Sebastián, le rendirán tributo a Antonio; al padre, al marido. Lo harán con un sencillo acto en el mismo lugar en el que ETA cometió el atentado. Lo harán plantando un olivo procedente de Olivares (Sevilla), el pueblo de apenas 9.500 habitantes en el que nacieron y se conocieron María Dolores y Antonio y del que partieron al “norte”. Al acto asistirá Isidoro Ramos, alcalde del municipio, así como representantes de la Junta de Andalucía.
También está previsto que acudan representantes del Gobierno vasco, como la directora del Instituto Gogora, Aintzane Ezenarro y Enrique Ulibarriarana, responsable de atención a las víctimas de la Secretaria de Paz y Convivencia. Precisamente mañana, el secretario general de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación, Jonan Fernández, recibirá a la familia Cedillo en la sede del Gobierno vasco para mantener un encuentro de carácter privado.
Huérfanos de ETA
Cedillo sabe que el caso de su padre está prescrito desde hace más de una década. Pero José Miguel se resiste a que uno de los presuntos autores del asesinato quede impune. En el juicio celebrado en 1985 contra los supuestos integrantes del comando sólo fue condenado Jesús María Zabarte, el ‘Carnicero de Mondragón’, pero como miembro de banda armada y no por la autoría. Los otros integrantes del comando de aquella emboscada en Rentería no asistieron al juicio. Manuel Urionabarrenetxea y José Antonio Oyarbide había muerto años antes en un enfrentamiento con la Guardia Civil y Félix Manzano fue declarado en rebeldía. El, años después, con una sencilla búsqueda por Internet lo localizó en Cabo Verde y después en Portugal. Ahora está embarcado en un intento por lograr reabrir el caso y que Manzano sea juzgado por el asesinato de su padre.
Su última batalla está orientada a asegurar un apoyo institucional a los huérfanos que dejaron los atentados de ETA. Según la ley 29/2011 de22 de septiembre de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas del Terrorismo las víctimas directas de ETA, como su madre, tienen derecho a una pensión de viudedad de por vida. Sin embargo, los hijos de las víctimas perciben una pensión sólo hasta los 24 años, además de beneficiarse de medidas como los estudios gratuitos y otros beneficios. Hace catorce años que José Miguel dejó atrás los 24 pero sus secuelas siguen con él. En el Ministerio recientemente le comunicaron que tras revisar su caso no se puede acreditar que sus dolencias incapacitantes están directamente vinculadas al atentado en el que ETA mató a su padre.
La solución que le ofrecieron fue una pensión por enfermedad que rechazó al considera que las patologías que le incapacitan no son fruto de una enfermedad común. Por eso batalla por un cambio legal que permita compensar con una pensión extraordinaria por terrorismo a los huérfanos que como él, padecfen graves secuelas pasados los 24 años.
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