La estrategia de comunicación del Gobierno, que no gozaba de mucha robustez últimamente, ha saltado por los aires en la última semana. Para desesperación de Moncloa, en los medios se ha hablado más de la calidad de la tesis doctoral del presidente Sánchez que de la aprobación de la exhumación de Franco en el Congreso que el Gobierno llevaba preparando durante semanas como gran golpe de efecto para la vuelta de verano. Es solo la punta del iceberg de una crisis mucho más profunda.
La crisis del Turnitin, el programa antiplagio que ha cobrado un inesperado protagonismo en la política española, es mucho más que una anécdota que ha eclipsado la agenda del Gobierno. Es un síntoma de cómo un contratiempo puede crear el caos y el nerviosismo en Moncloa. Para un Gobierno débil parlamentariamente, una crisis de comunicación es doblemente dañina, porque no son los escaños sino su imagen lo que lo tiene en pie.
Fuentes del PSOE reconocen off the record que este programa antiplagio, desconocido hasta ahora fuera de ámbitos universitarios, podría haber sido una gran herramienta para que Moncloa atacara al líder del PP si la dimisión de la ministra Montón se hubiera atajado con mayor celeridad y la tesis se hubiera colgado en internet nada más empezar las dudas.
Ha sido todo muy rápido. La crisis estalla el lunes con la publicación de unas informaciones por eldiario.es que cuestionaban las irregularidades de un máster en la Universidad Rey Juan Carlos de la ya ex ministra Carmen Montón. Moncloa ya tenía conocimiento de que esa información se iba a publicar pero no supo calibrar la dimensión de la onda expansiva que generaría. Tampoco el presidente advirtió que le iba a salpicar personalmente.
Pedro Sánchez protegió a Montón hasta el martes por la tarde, hasta que La Sexta desvela que su trabajo final de máster estaba lleno de plagios. Cuando la ministra de Sanidad dimite, Moncloa ya no vuelve a recobrar el control de los tiempos en toda la semana.
"Ahí Sánchez arriesgó mucho y fue un error inexplicable en términos políticos que solo se entiende por la amistad entre ambos", afirman fuentes cercanas al Gobierno. Una parte del PSOE presionó sin éxito a Sánchez el lunes para que el presidente forzara cuanto antes la dimisión de la ministra Montón en cuanto tuvo conocimiento de las irregularidades de su máster. "Eso habría puesto a Pablo Casado contra las cuerdas porque hubiera desviado todas las miradas sobre su máster sin tener que esperar a ver qué dice el Supremo, pero Sánchez creyó que la atención se disiparía y se equivocó".
Una parte del Gobierno también estaba a favor de gestionar esa dimisión ejemplarizante de Montón en tiempo récord, que de haberse llevado a cabo antes de que trascendiera el plagio hubiera permitido que el debate se siguiera ciñendo al Instituto de la Universidad Rey Juan Carlos que en tres semanas llevará al líder del PP ante el Supremo. Pero con el factor plagio entró en escena el Turnitin y cambió el foco de atención: el protagonismo del programa antiplagio en la dimisión de Montón resucitó los rumores que cuestionaban la autoría de la tesis doctoral de Sánchez.
“Subestimar la importancia de esta cuestión fue uno de los errores principales, porque el del Turnitin no es ninguna anécdota menor, es un debate sobre la honestidad y sobre la mentira”, afirma Luis Arroyo, consultor de comunicación y director de Asesores de Comunicación Pública. “Se está poniendo en cuestión si el presidente del Gobierno es un hombre honrado o no. Es un debate moral de primera magnitud, sobre si un líder político oculta información y se beneficia de terceros”.
Los rumores sobre si la tesis de Pedro Sánchez de la Universidad Camilo José Cela era o no un trabajo limpio no eran nuevos, por eso resulta aún más sorprendente que no tuviera su equipo una estrategia ya prevista para desactivarlos. Las dudas empezaron a circular con fuerza durante las primarias socialistas que enfrentaron a Pedro Sánchez y a Susana Díaz. En círculos socialistas se da por hecho que empezó siendo fuego amigo. Y no habría sido más que un ruido de fondo hasta que Albert Rivera pilló por sorpresa al presidente del Gobierno el miércoles en la sesión de control preguntándole por ello en el Congreso de los Diputados.
Los errores del presidente
Albert Rivera aprovechó la ocasión en la sesión de control del miércoles para atacar al presidente por sorpresa preguntándole por qué no hacía pública su tesis. Y Sánchez se indignó tanto que se notó que no se esperaba el ataque la víspera de que se aprobara el decreto estrella de la exhumación de Franco. Sánchez le dio categoría de "lodazal" al ataque de Rivera y le otorgó una importancia que se volvió en su contra.
"Sánchez podía haberle respondido a Rivera que si tanto le interesaba la tesis esa misma tarde tendría acceso a ella, pero que prefería ponerse a hablar de las cosas que realmente importan a los españoles", afirma un asesor conocedor del caso que prefiere no ser citado. "Retrasando su publicación permitió que los medios siguieran especulando y su tesis estuviera circulando por los Whatsapp con pantallazos que le acusaban de plagiarla".
Tenerla bajo custodia otorgó un protagonismo inusitado a la tesis. La prohibición expresa de fotocopiarla o consultar una copia digital no se levantó hasta el viernes, lo cual alimentó el morbo sobre qué ocultaba el presidente. Tanto en el PSOE como en las filas de la oposición y en los medios se especuló durante 48 horas qué tipo de irregularidad escondería. Algunos se preguntaban si estarán fundadas las dudas sobre la autoría, otros sostenían que Sánchez simplemente trataba de ocultar la calidad de su tesis o su orientación ideológica que en 2011 podría ser más liberal de lo que ahora le conviene.
"En realidad ha tardado un día y medio en publicar la tesis, pero en estos tiempos eso es una eternidad. Si no tenía nada grave que ocultar, como el plagio del que le acusó algún diario de forma parece que infundada, es ridícula tanta opacidad, porque publicándola atajas el rumor".
La debilidad del Gobierno
Aunque la tesis del presidente del Gobierno ha pasado el examen antiplagio del ya célebre Turnitin, la publicación de la tesis del presidente Sánchez aún tiene efectos secundarios. Que el presidente del Gobierno haya perdido esta semana el control del ciclo informativo y, lo que es peor, los nervios públicamente en su enfrentamiento contra Rivera, exponen su debilidad. También han dejado en evidencia la descoordinación de su Gobierno y las desavenencias internas, en un enfrentamiento cada vez más patente entre su jefe de gabinete Iván Redondo y la vicepresidenta Carmen Calvo.
El asunto de la tesis puede que se olvide en la opinión pública, pero no se le va a olvidar a Sánchez. Igual que le pasó a Mariano Rajoy cuando Sánchez lo llamó "indigno" en el Congreso y aquello agrió su relación durante meses, el presidente socialista se ha tomado el ataque de Rivera como algo personal. Es probable que le guarde un rencor al líder de Ciudadanos que podría dificultar futuros pactos y entendimientos, algo especialmente delicado en un futuro de gobiernos en minorías.
“La gestión del asunto de la tesis y el Turnitin ha afectado al Gobierno más de lo que parece”, afirma Carlos Barrera, director del Master en Comunicación Política de la UNAV. “Aunque finalmente no haya material en la tesis para desacreditarlo, le ha hecho daño porque le ha quitado el control de la agenda, ha mostrado el nerviosismo del Gobierno y erosiona su imagen en la opinión pública. Lo que más daño hace es que aumenta las dudas del resto de su gestión y la debilidad de su Gobierno. Esta crisis pone de manifiesto la provisionalidad de este Gobierno y acaba con la imagen de proyecto a largo plazo que se estaba esforzando por transmitir”.
La onda expansiva del Turnitin tampoco debería menospreciarla el Partido Popular, porque también puede convertirse en una losa para Casado. "El líder del PP está repitiendo el mismo error que Sánchez retrasando la publicación de unos trabajos que tarde o temprano van a ser analizados", afirma Arroyo. "A Casado ya no le vale con lo que diga el juez del Supremo. Tiene que pasar por el juicio del Turnitin".
Cada vez es más difícil el control de tiempos en política en estos tiempos en los que tardar 48 horas en que un ministro dimita o en publicar una tesis doctoral ya se hace demasiado largo.
Sin embargo, el caos comunicativo de esta semana puede dejar huella. Visto el caos que ha producido la dimisión de la ministra Montón y una simple pregunta parlamentaria fuera del guion, aunque el Turnitin caiga en el olvido, la debilidad del Gobierno y su dificultad para gestionar esta crisis puede ser determinante en la imagen con la que llegue a las elecciones.
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