Dentro del universo de Apple hay una extraña sensación de rutina. Se podría predecir, casi sin margen de error, cómo se van a suceder las cosas en los próximos meses, tras la presentación de los tres nuevos iPhones el pasado miércoles en el auditorio Steve Jobs del nuevo campus de la compañía en Cupertino.
iPhone Xs, iPhone Xs Max e iPhone Xr son los nombres de los tres nuevos miembros de la familia. Los dos primeros son terminales franquicia de altísima gama, con los habituales precios de cuatro cifras que ya son norma, mientras que el tercero es algo más modesto para ser también más accesible a bolsillos no tan profundos y públicos no tan exigentes.
Las noticias, por tanto, bien podrían sucederse de la siguiente manera: de aquí a que llegue la Navidad, pico histórico de ventas, habrá noticias de poca demanda de los nuevos terminales, de consumidores esperando al próximo modelo porque este no tiene tantas novedades, de proveedores que ven reducidos sus pedidos porque no se despacha el stock... Clásicos del soleado otoño de Cupertino.
Mientras todo eso ocurre, en el cuartel general de Apple en California seguirán haciendo vida normal, mirando los titulares mientras levantan una ceja. "Otra vez", pensarán los directivos, que luego ojearán el último informe del departamento financiero, esta vez esbozando media sonrisa.
Todo esto ya pasó con el iPhone X hace un año. Las ventas no iban bien; Foxconn, mayor proveedor del teléfono, despedía trabajadores y paraba líneas de producción; Wall Street dudaba y los accionistas se quedaban fríos.
¿En qué derivó todo aquello? El iPhone X es, como afirmó Tim Cook durante la presentación de esta semana, el móvil más vendido del mundo, Apple ha superado la ansiada barrera de los 700 dólares de precio medio por terminal vendido y los títulos bursátiles se han disparado hasta convertir a la compañía en la primera en superar el billón de dólares de valor. A otra cosa.
Lo cierto es que los nuevos terminales de la marca presentan pocas innovaciones. Es un año de transición que sirve para reforzar lo ya hecho y para preparar lo que se tendrá que hacer. Porque, por mucho que utilicen diapositivas y vídeos chulos, Apple no ha creado nada nuevo para sus iPhone Xs. Pero sí que ha mejorado tecnologías existentes para dar forma a uno de los mejores móviles del mercado.
Pantalla... ¿Vieja?
El iPhone Xs y el Xs Max son los segundos teléfonos made in Cupertino con una pantalla OLED, tras su antecesor. ¿Qué es una pantalla OLED? Las siglas son de Organic Light Emitting Diodes, por la forma en la que están construidas.
Básicamente, estas pantallas están compuestas por pequeñas películas de materiales orgánicos con conductores que reciben corriente y emiten brillo. Son pantallas más brillantes, más eficientes y, sobre todo, más finas, algo vital para los diseños de Apple. Además tienen mejor contraste y una mayor tasa de refresco que otras opciones como el LCD que hasta ahora presentaban todos los iPhone menos el X.
La tecnología OLED, por supuesto, no es nada nuevo. Los principales fabricantes de estos paneles son Samsung y LG, dos de las compañías que, además de hacer sus propias pantallas, también envían muchas de sus creaciones rumbo a Cupertino.
El primer smartphone que tuvo una de estas pantallas fue, de hecho, un Samsung: el Galaxy S del año 2011. Hace, por tanto, siete años que los miembros de la familia Galaxy, los de más alta gama del fabricante surcoreano, ya tienen incorporados estos paneles. Poca novedad.
Apple tampoco ha hecho ascos a las OLED. De hecho, el primer Apple Watch, que llegó al mercado en el año 2015, ya tenía este tipo de paneles, como todas las versiones del reloj que se han ido lanzando con el paso del tiempo.
Dimensiones al estilo 2009
El iPhone Xs Max hace honor a su nombre y viste la pantalla más grande que Apple haya puesto jamás en uno de sus smartphones. Las 6,5 pulgadas que presenta lo hacen exactamente igual de grande que el 8 Plus, pero sin los ya caducos bordes que tiene el terminal del año pasado.
Estas dimensiones tampoco son ninguna novedad, pues hay cientos de teléfonos (literalmente) que tienen un tamaño similar. De hecho, los hay que todavía cuentan con más pulgadas de pantalla, sobre todos aquellos que nacieron en la época de los Phablets.
Aquellas mezclas entre móvil y tableta que, gracias a Dios, han perdido la relevancia que nunca debieron tener, marcaron tendencia antes del principio de esta década. El primer móvil en superar las siete pulgadas fue presentado en febrero del año 2009 y su fabricante era la teleco estadounidense Verizon.
Tardó poco en quedar descatalogado, pero el Verizon Hub quería ser un teléfono móvil. Tenía marcación rápida, se podían enviar fotos y mensajes entre terminales iguales y hasta te permitía saber el estado del tráfico. Por supuesto, también hacía y recibía llamadas, pero eso nunca ha sido algo relevante en un smartphone.
"Bienvenidos a la reinventada casa del teléfono", decía el eslogan de Verizon en ese 2009 que ahora nos parece muy lejano pero del que tampoco hace tanto. También fue una de las primeras veces que se usó la palabra "reinventado" para el márketing de un móvil, abriendo la tendencia actual de ponerla en todos y cada uno de los productos de todas y cada una de las marcas. Será por reinventar.
'Software' de la cámara
Apple no ha presentado tampoco grandes novedades en las cámaras del iPhone Xs que, sí es cierto, son mejores que las de iPhone X y las versiones anteriores. En la keynote de Apple destacaron las nuevas lentes, pero sobre todo el software que las rodea.
Una de las grandes novedades es la tecnología True Depth, pensada para que el usuario pueda calibrar el nivel de profundidad de las imágenes tomadas con el modo retrato. Es la primera vez que la cámara del iPhone incorpora esta herramienta que, sin embargo, no se ha inventado ahora.
En abril del año 2014 salió al mercado el primer móvil que permitía introducir profundidad a las fotos: el HTC One M8, un móvil que sin duda no quedará en los libros de historia. Por entonces sus dos cámaras, de cuatro y dos megapíxeles, se combinaban para hacer la función gracias a sus lentes de 23 y 56 milímetros. Fue toda una novedad.
Apple no incorporó, y por supuesto refinó, el modo retrato hasta el iPhone 7 Plus hasta convertirlo, en ese momento, en la referencia dentro del mercado y en la piedra angular en la que se ha apoyado toda la industria en los años siguientes.
Los nuevos iPhone también tienen lentes nuevas y e incorporan el sistema Smart HDR para mejorar una cámara que bien podría situarse como la mejor del mercado, aunque estas coronaciones suelen ser efímeras.
Los nuevos iPhone son teléfonos redondos. No presentan nada nuevo, pero es que a Apple no le hace falta. Tecnologías ya existentes las mejoran para llevarlas al siguiente nivel, una estrategia que ha funcionado mezclándola con innovaciones aquí y allá. Todo sea por mantener el atractivo del próximo móvil más vendido del año que, no lo duden, llevará una manzana en el reverso.
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