José María Aznar saca libro. Hasta hace poco más de dos meses y medio dicho acontecimiento "literario-político" habría provocado un escalofrío en la planta séptima de la sede de Génova, pero habida cuenta de que el PP ha vuelto al aznarismo lo único que esperan de su antiguo jefe de filas son cosas buenas, o, al menos, no tan malas. "El futuro es hoy. España en el cambio de época" (Ediciones Península) es el título de la nueva obra -a la venta el 2 de octubre-, en la que el ex presidente del Gobierno afirma, entre otras cosas que el PP, del que dijo el pasado martes ser un orgulloso militante, "no es un partido desahuciado".
No se sabe si el que fuera todopoderoso presidente de los conservadores españoles ha modificado algún capítulo o añadido adenda a su obra inicial que, muy probablemente, culminó antes de la moción de censura que desalojó a Mariano Rajoy de la Moncloa, así como del congreso extraordinario de los populares que encumbró a su candidato favorito: Pablo Casado. Sin embargo, afirmaciones en las que defiende que si el PP "evita el riesgo de centrifugación y recupera el dinamismo de su proyecto político con una imagen reconocible para el electorado, no es un partido desahuciado» no le van del todo mal a su antiguo pupilo.
Tampoco le va mal a Casado la defensa que hace Aznar de "recuperar el respeto por los contenidos en la acción política, por la sustancia, por el fondo", objetivos que retratan el espíritu con que el líder del PP afronta la convención de su partido de los días 1 y 2 de diciembre. Pretende el "rearme" doctrinario que no fue posible en el cónclave popular de julio, donde no hubo más propuesta política y/o programática que la que él mismo fue esbozando durante las primarias ante una adversaria, Soraya Sáenz de Santamaría, refractaria a responder, por ejemplo, el cuestionario que le remitió El Independiente por entender su equipo que en el congreso no se confrontaban propuestas políticas ni ideológicas.
Eso sí, alerta de que "un partido emergente como Ciudadanos tiene un recorrido grande"
Eso sí, Aznar alerta respecto a que "un partido emergente como Ciudadanos tiene un recorrido grande" y que «el desafío es inmenso porque los cimientos de nuestras sociedades se están tambaleando, mientras el orden internacional amenaza con fragmentarse». Tampoco deja de hacer referencia al desafío independentista acusando al nacionalismo catalán de haber vuelto a caer en su "tentación insurreccional, esta vez contra un sistema plenamente democrático, legítimo, a cuyo amparo esa comunidad ha conseguido el mayor acopio de autogobierno».
La reconciliación de Aznar con su antiguo partido se produjo el pasado martes en el Congreso de los Diputados, donde compareció ante la comisión que debate la supuesta financiación irregular del PP. Su enfrentamiento con el líder de Podemos, Pablo Iglesias, al que llegó a calificar de "peligro para España", insufló de "orgullo popular" a las huestes de Casado y hasta se augura su regreso, como la del hijo pródigo, a las convenciones y campañas electorales. También fue muy efectista su cara a cara con el portavoz de ERC Gabriel Rufián, aunque lo del diputado republicano no pasa nunca de la categoría de anécdota.
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