"Hombre, es muy fácil ponerte un micrófono de ambiente; hay muchas formas. Hay enchufes que son enchufes que son un micrófono que son un enchufe, mmm... Entonces te pones en un cuarto a veinte o treinta metros y lo tienes dentro de un cajón y te está chupando todo lo que hablas… Si hay algún traidorzuelo lo tiene a huevo". Esta descripción hizo el comisario jubilado José Manuel Villarejo, en prisión preventiva desde el pasado mes de noviembre por su implicación en la Operación Tándem, a uno de los clientes que contrataron sus servicios para resolver sus asuntos privados y cuyas iniciales se corresponden con M.A.M.
Según la documentación que la Unidad de Asuntos Internos de la Policía Nacional remitió al Juzgado de Instrucción 6 de la Audiencia Nacional, que obra en poder de El Independiente, el agente encubierto ya retirado convencía a sus clientes de que sus grabaciones a terceros eran infalibles. "Si lo han dejado puesto [en referencia al micrófono] y quien lo recibe, quien lo recibe es una persona dentro de allí, lo único que tiene que tener es un aparatito receptor y todos los días lo que se hace es volcarlo en un ordenador lo que tal… todo en MP3 se recibe y se vuelva hoy en día la tecnología….", explicó el comisario jubilado, vinculado a las cloacas del Estado.
Tal y como se desprende de las conversaciones grabadas por el propio Villarejo, éste desaconsejaba a sus clientes hablar de asuntos delicados por teléfono: "Cada vez es más arriesgado; cinco años si te pillan (…). En cambio, el tema de los correos es prácticamente inodoro e insípido, es decir, no se nota. Alguna vez se te puede quedar algo colgado que dices que raro que no lo he recibido como enviado el otro correo y sin embargo aquí me da como enviado".
Además, el comisario se vanagloriaba de la cantidad de trabajo que tenía. "Yo por razones de higiene mental a las diez de la noche suelo desconectar, ceno y tal y por eso ayer, lo lamento cuando me llamaste a las nueve y pico y luego me meto en una cena y claro cuando llego de madrugada… ya… Si no es una urgencia… porque además llevo cinco teléfonos encima", subrayó. Entonces, su interlocutora, le interpela: "Eso sí que debe ser una cruz". “No te lo puedes ni imaginar”, responde Villarejo, que añade que "me piden cosas oficiales, del Ministerio…".
"Yo creo en el concepto del clan"
En otro momento de la conversación, el cliente de Villarejo le dice que le han comentado que es "muy peligroso", a lo que él contesta: "Yo soy un incondicional de los amigos, soy de la vieja escuela, yo creo en el concepto del clan y de lealtad. A lo mejor soy un poquito hijo de perra con los enemigos… No te digo que no, pero…", añadió.
Entonces, M.A.M le indica: "Si te portas mal…". "Leña al mono… en este tipo de trabajos no se puede ser timorato. No se puede", recalcó el comisario jubilado, que no ha logrado convencer con sus argumentos para que le deje en libertad provisional. Es uno de los detenidos de la Operación Tándem que permanecen detenidos. El otro es su socio Rafael Redondo, al que el instructor ha ofrecido la posibilidad de abandonar la cárcel si deposita una fianza de 100.000 euros.
Informes millonarios
La instrucción del caso Tándem ha permitido conocer que el controvertido mando policial habría facturado servicios a través de su entramado societario por la realización de múltiples informes: uno para desacreditar a un integrante de la familia del presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang (King); otro sobre el presunto clonado del servidor por parte de un grupo de abogados para tener la base de datos de clientes del despacho para el que habían trabajado tras abrir el bufete Balder IP Law (Iron); otro para que la hija del promotor de la exclusiva urbanización madrileña La Finca, Susana García-Cereceda, investigara a varios familiares en plena pugna por la herencia millonaria tras el fallecimiento del patriarca (Land); y otro para el marido de Ana Rosa Quintana, el empresario Juan Muñoz, para chantajear supuestamente a un tercero (Pintor).
Actualmente, la Audiencia Nacional investiga en una pieza secreta si el ex juez Baltasar Garzón, apartado de la carrera judicial en 2012 tras ser condenado a 11 años de inhabilitación por el Tribunal Supremo, ejerció como intermediario en un trabajo encargado al comisario ya retirado. Las pesquisas se enmarcan en una pieza separada denominada Pit, donde se investiga si Villarejo cobró para tratar de frenar el proceso judicial de extradición del empresario Ángel Pérez-Maura. Los investigadores sospechan que el agente habría cobrado hasta seis millones de euros en este caso.
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