Que José María Aznar ha pasado a ser un referente para la nueva dirección popular, no cabe ninguna duda. Tras la ruptura de relaciones de los últimos años entre el ex presidente del Gobierno y el partido que ayudó a refundar, el líder del PP no sólo reivindica su figura sino que la incorpora a la cotidianidad de la vida del partido. El martes 23 Casado presentará el último libro de Aznar, El futuro es hoy. España en el cambio de época (Ediciones Península), donde éste defiende, entre otras cosas, que "el PP no es un partido desahuciado", aunque también señala que “un partido emergente como Ciudadanos tiene un recorrido grande”. Cosas de haber cerrado la edición el pasado mes de junio.
Cuenta así el ex líder de los populares con la complicidad del sucesor de Mariano Rajoy, tras años de incomunicación, críticas, advertencias, andanadas y acusaciones de deslealtad que culminaron con la desvinculación de FAES del PP y la renuncia a la presidencia de honor del partido, hoy vacante.
La secuencia de acontecimientos desde que Casado tomó la riendas del primer partido de la oposición no deja lugar dudas sobre dicha maniobra de aproximación. Nada más ser elegido presidente del PP le recibió en su despacho de la calle Génova, aunque también lo hizo con Mariano Rajoy y con Antonio Hernández Mancha. Después le acompañó hasta la sala donde debía comparecer dentro del marco de la comisión parlamentaria de investigación sobre la supuesta financiación ilegal del PP y, lo último, ha sido recibir a los veinticuatro alumnos del Programa de Formación de Líderes Iberamericanos que todos los años organiza FAES.
Hoy he intervenido en el Programa de Líderes Iberoamericanos de @FundacionFaes para defender a la oposición en Venezuela. Rechazo la complicidad de JLRZapatero con el dictador Maduro y coincido con @Almagro_OEA2015 al condenar su labor de blanqueo al régimen totalitario chavista. pic.twitter.com/yRxzQ46G8x
— Pablo Casado Blanco (@pablocasado_) October 2, 2018
Lo próximo será asistir a un acto público como maestro de ceremonias, presentación a la que terminará de arrastrar a buena parte de su equipo, en algunos casos dirigentes que no se dejaban ver ni por asomo al lado de Aznar, del que eran muy críticos. La última vez que el PP "bendijo" una obra del ex presidente fue en noviembre de 2012 con Memorias I (Editorial Planeta). Además de Rajoy acudieron los entonces ministros Alberto Ruiz-Gallardón, Ana Mato, Ana Pastor, Pedro Morenés, José Manuel Soria y Jorge Fernández Díaz. También estaba el ex vicepresidente Económico Rodrigo Rato. Eran otros tiempos.
El principio del fin
Fue el principio del fin. Aznar confesó que Rajoy no fue su primera opción a la sucesión y que si lo eligió finalmente fue porque Rato lo rechazó en dos ocasiones. Tamaña afrenta sentado en la primera fila terminó por desbordar una concatenación de desencuentros. Muy distinto al clima actual, con un Aznar que confiesa compartir al 100 por cien las propuestas de su antiguo ayudante además de sentirse "muy bien representado por Casado. Creo que el PP ha conseguido ya una cosa muy importante: parar la sangría de votos que tenía en aquel entonces y ha empezado una recuperación", destacó este martes en una entrevista a Esradio recogida por Europa Press.
Agregó que lo que toca ahora es hacer una "tarea de contención" y de reconstrucción del PP con el objetivo de presentar un proyecto "atractivo" para los españoles. En esas condiciones, estarán en situación de "optar a ser el partido más votado en España en las próximas elecciones generales", que ha deseado que "sean pronto".
La gran pregunta ahora es el nivel de influencia, si la tiene, de Aznar sobre Casado. La dureza de su discurso respecto a Cataluña, reclamando un nuevo 155 y la aplicación de la ley de partidos, le sitúan en un territorio cuyos postulados mantiene el ex presidente del Gobierno. Ambos también han hablado de política europea, justo antes del reciente viaje de Casado a Salzsburgo (Viena), donde vertió duras críticas contra Pedro Sánchez y calificó España de "desastre".
De hecho, el argumentario de cabecera de los "sorayistas" durante las primarias se sostenía en la idea de que votar a Casado era hacerlo a Aznar, de modo que el congreso extraordinario de julio pasado no era más que la prolongación de la batalla del congreso popular de Valencia de hace diez años. Ese fue el dilema con el que presionaron a muchos compromisarios los partidarios de la lista perdedora.
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