Lo fue todo o casi todo, y al mismo tiempo. Secretaria general del PP, presidenta de la Comunidad de Castilla-La Mancha, baronesa regional, diputada, luego ministra de Defensa... Desde que Mariano Rajoy la puso primero a presidir el partido castellanomanchego en junio de 2006 y luego le encumbrara como número dos de Génova en 2008 no dejó de acumular poder orgánico.
Sobre ella se centró el debate de las compatibilidades internas, hasta el punto de que sólo una maniobra in extremis impidió que en el congreso nacional que los populares celebraron en febrero del año pasado -a efectos políticos, la prehistoria- se aprobara una modificación estatutaria que le hubiera forzado a elegir entre papá y mamá, esto es, entre seguir de secretaria general o presidenta regional del partido al tiempo que ocupaba la cartera de Defensa.
Pero Cospedal ha dejado de compatibilizar. Poco a poco se va desprendiendo de aquella acumulación de cargos que le criticaron tanto. Tras la traumática salida del poder por la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez en volandas a Moncloa, se quedó sin ministerio de Estado. Más tarde, la celebración relámpago de un congreso extraordinario popular, convocado a la medida de una derrotada Soraya Sáenz de Santamaría, la desalojó de su despacho de la planta séptima de Génova, al que ella no quería seguir aferrándose. Y este domingo da otro paso más al ceder la batuta del PP de Castilla-La Mancha a Francisco Núñez, alcalde de Almansa, de 36 años, otro relevo generacional en un partido que va rejuveneciendo sus estructuras a la medida del Pablo Casado.
Podría haber revalidado su triunfo en Castilla-La Mancha, pero sin garantía de gobernar
El congreso extraordinario que los populares castellamanchegos celebran este domingo en Albacete cerrará la "etapa Cospedal", jalonada por el hito histórico de haber gobernado la comunidad entre 2011 y 2015 y haber ganado dos elecciones autonómicas consecutivas, en 2011 y en 2015, aunque en la segunda ocasión perdió la mayoría absoluta y un pacto entre el PSOE y Podemos la dejó fuera del Palacio de Fuensalida.
En la región están convencidos de que la que fuera todopoderosa secretaria general del PP podría haber revalidado su triunfo en las urnas por tercera vez, "pero sin tener segura la gobernabilidad, lo lógico es que no quisiera presentarse de nuevo", señala una dirigente castellanomanchega. Ni siquiera la hipotética irrupción de Ciudadanos en el Parlamento de Toledo, donde no tiene ahora representación, habría asegurado la aritmética suficiente para regresar al gobierno de un territorio que, salvo ese periodo de 2011-2015, ha estado desde la Transición ininterrumpidamente gobernado por el socialismo.
Su sustituto en el PP castellanomanchego lo tiene difícil en las autonómicas
Si las posibilidades de Cospedal estaban limitadas, qué decir de las de Núñez, quien deberá encabezar la lista a las autonómicas del 26 de mayo de 2019 frente al socialista Emiliano García-Page. En Almansa (Albacete) cuenta con una ajustada mayoría absoluta de 11 concejales frente a los 10 que suman PSOE e Izquierda Unida y la Comunidad es un toro muy difícil de lidiar.
Este domingo, María Dolores de Cospedal será sólo diputada y presidenta de la Comisión de Exteriores del Congreso, cargos parlamentarios con los que Casado ha ido distinguiendo a los ex ministros de Mariano Rajoy, tanto partidarios como detractores, hasta conseguir que el "sorayismo" de las primarias populares sea apenas un recuerdo. Que dicha responsabilidad sitúe a Cospedal como la más que probable cabeza de lista para las próximas elecciones europeas es una sensación generalizada entre las personas de su entorno y en el partido.
Todo apunta a que encabezará la lista europea, pero sin ninguna posibilidad de ser comisaria
Sólo una objeción a eso. La pone un antiguo y estrecho colaborador suyo. "Tenía más sentido esa candidatura cuando existía la opción de ser comisaria europea. Ella es una mujer de gestión y no la veo simplemente presidiendo el grupo popular en la Eurocámara", afirma convencido de que está de despedida en todos los frentes políticos.
¿Seguiría así los pasos de su archienemiga, Soraya Sáenz de Santamaría, dejando la política? Pues lo cierto es que ella misma se lo planteó tras la moción de censura y esta fuente no lo descarta pero con una diferencia de calado: Cospedal no se iría por haber perdido el congreso del PP, porque si bien no llegó a la segunda vuelta es clara triunfadora por vía interpuesta.
Su influencia a la hora de diseñar los nuevos equipos en el Congreso, Senado y Génova es palpable, evidente, por mucho que en el entorno de Casado afirmen categóricos que "ella no ha pedido nada" salvo dejar bien ubicado al que fuera su número dos en Castilla-La Mancha y ex presidente de la Asamblea autonómica, Vicente Tirado. Que Tirado sustituyera a Javier Arenas como vicesecretario de Política Territorial constituye un exquisito y frío plato de venganza, de esos de degustar lentamente.
Alejandro Fernández no es su candidato
Pero hay muchos otros ejemplos de cómo la larga sombra de Cospedal se impuso en nombramientos muy significativos. Es el caso de Dolors Montserrat, ex ministra de Sanidad y actual portavoz del Grupo Popular en el Congreso, la misma que estuvo a punto de sustituirla en la secretaría general del partido hasta que un movimiento de ultimísima hora la elevó al estrellato en la Cámara Baja, no sin críticas.
Sin embargo, el ascendente de Cospedal en la nueva dirección del PP puede sufrir menoscabo. Y es que la crisis abierta en el PP de Cataluña con la anunciada marcha de Xavier García Albiol truncaría sus planes de elevar a Montserrat al liderazgo de los populares catalanes. En este caso, la apuesta de Casado por otro aspirante coincide con la de una militancia que se siente maltratada y ninguneada por Madrid.
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Los ojos llevan mucho tiempo volviéndose hacia el portavoz del PP en el Parlament y diputado por Tarragona, Alejandro Fernández, que entona sus particulares rancheras al presidente de la Generalitat, Quim Torra. Su última "perla", llamarle "españolazo" y comparar sus mutuos físicos con los de un saltador de pértiga noruego, nada que ver.
Pero la brillante oratoria de Fernández no seduce a Cospedal en lo que puede ser "la primera que le dan en la frente desde el congreso del partido de julio. No le gusta, no lo maneja", apuntan fuentes populares. Pero Fernández es un "casadista" de primera hornada, cuando entre la dirigencia catalana sólo le apoyaban él y la vicesecretaria de Estudios y Programas, Andrea Levy.
Y gracias a su trabajo -y a la denostada "operación diálogo" de Santamaría, todo hay que decirlo- los militantes catalanes convirtieron a Casado en su candidato favorito en las primarias, región donde arrasó. De hecho, desde el PP catalán aventuran la posibilidad de que no haya más aspirantes a la presidencia regional del partido que Fernández porque "el apoyo recibido por las bases fue tan grande que difícilmente nadie dé ese paso".
Sabe Cospedal que no se puede ganar siempre, aunque también que se puede ganar habiendo perdido.
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