Muy pocos esperaban el éxito de convocatoria de Vox en uno de los foros clásicos de la política española, donde se dieron cita figuras como Santiago Carrillo, Manuel Fraga o, más recientemente, Pablo Iglesias. Triunfar en Vistalegre es como triunfar en Las Ventas o en La Maestranza para los grandes toreros.
Santiago Abascal, líder de Vox, logró ayer llenar el coso multiusos y aún rebosarlo, pues hubo gente que se quedó fuera. Más de 10.000 enfervorecidos seguidores del partido ultra enarbolaron banderas españolas y aplaudieron a rabiar a sus líderes, entre los que se encuentra el funcionario de prisiones secuestrado por ETA José Antonio Ortega Lara, todo un símbolo para las víctimas del terrorismo.
Vox tiene tan sólo seis años de vida y, hasta hace poco tiempo, apenas si contaba con seguidores y mucho menos con opciones para convertirse en partido con representación en las instituciones. El acto de ayer demuestra que las cosas han cambiado. En la encuestas más recientes (entre ellas la publicada por El Independiente) aparece ya como un partido que podría recabar más de 500.000 votos y con un apoyo muy concentrado en comunidades como Madrid o Murcia.
Hasta ahora, el PP era el partido que aglutinaba en España a todo el arco ideológico de la derecha, desde el centro a su versión más radical y ultramontana. Pero, como ha sucedido en otros países europeos, el populismo de derechas se ha convertido en una fuerza capaz de desestabilizar a las organizaciones conservadoras tradicionales.
Los mensajes de Vox están muy claros: defensa de la unidad nacional; rechazo frontal al independentismo ("Puigdemont a prisión" fue uno de los eslóganes más coreados); rechazo a la avalancha migratoria; endurecimiento de penas para el terrorismo, etc. Una de las claves del relativo éxito de Vox es su perfil antisistema.
El populismo antisistema de Vox le equipara a otros movimientos europeos como la Liga Norte, UKIP, el Frente Nacional o Alternativa por Alemania
Critica de igual forma a los partidos clásicos (PSOE y PP), como a los nuevos partidos. Especialmente duros son con los populares a quienes critican por no ser suficientemente rotundos en la defensa de sus principios. Defienden que en España hay una progresía bienpensante que establece lo qué es lo políticamente correcto y lo que no lo es. Ellos se sitúan claramente en la incorreción. Lo cual tiene sus atractivos.
Aunque todavía es pronto para asegurar que el mitin de ayer es el germen de un futuro auge electoral, lo que sí se puede decir es que Vox es una amenaza real para el PP, que aún sigue sin recuperarse tras la moción de censura que forzó la retirada de Rajoy y que le dio a Pedro Sánchez el gobierno, aupado por una coalición en la que confluyen partidos tan diversos como Podemos, PDeCAT o el PNV.
Pablo Casado es consciente de ese peligro y en las últimas semanas ha radicalizado su mensaje: pide la aplicación inmediata de un 155 duro en Cataluña y elecciones inmediatas. Algo que también reclamó ayer el líder de Vox.
Vox mantiene "fluidas relaciones" con el Rasputín de Donald Trump, Steve Bannon, con el que se ha entrevistado su dirigente Rafael Bardají
Casado tiene que cuidar ese giro a la derecha, ya que, por el centro, Ciudadanos le ha comido ya unos tres millones de votos y amenaza al PP con convertirse en una alternativa de poder real frente al PSOE.
Aunque a menor escala, Vox es un fenómeno similar al de otros partidos populistas europeos. Abascal sueña con convertirse en el Matteo Salvini español. El Frente Nacional de Marine Le Pen es otro de sus referentes.
Vox mantiene buenas relaciones con el hombre que dirigió la estrategia mediática de Donald Trump en las últimas elecciones contra todo pronóstico: Steve Bannon. En efecto, el conocido como "rasputín" de Trump, se ha reunido en un par de ocasiones con Rafael Bardají, miembro del comité ejecutivo de Vox y un hombre con buenos contactos en las esferas ultraconservadoras de Washington.
Vox llena el Palacio de Vistalegre con la "España viva" de la "resistencia" y asegura que en las próximas elecciones "desbordará las urnas"
Bannon creó la pasada primavera El Movimiento, que en España nos retrotrae al franquismo pero que en Europa suena a internacional populista, y que tiene conexiones en Reino Unido (UKIP), Francia (Frente Nacional), Italia (Liga Norte), Alemania (Alternativa por Alemania) o en Hungría (Bannon y Viktor Orban se admiran mutuamente). En España, la terminal de El Movimiento puede ser Vox. Aunque aún no hay nada formalizado, Abascal reconoce que las relaciones con Bannon "son fluidas".
Una de las claves en la estrategia de Bannon es su habilidad para el manejo de las redes sociales. Algo que se demostró letal tanto en la victoria de Trump como en el éxito del Brexit. Ayer, el acto de Vox se convirtió en trending topic.
El mito de que en España no había ningún partido de extrema derecha ha dejado de ser cierto. Atrae a gente como el torero Morante de la Puebla o el padre de Monedero. Vox, con su populismo y su lenguaje duro y directo, como dijo Abascal en Vistalegre "ha llegado para quedarse".
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