La hegemonía de los socialcristianos (CSU) en Baviera va a pasar a la Historia. Los bávaros han castigado a los socios del Gobierno de la canciller Angela Merkel, los socialcristianos, que pierden la mayoría absoluta, con un 37,2% (85 diputados), su peor resultado en 60 años. También sufren un varapalo los otros aliados en Berlín, los socialdemócratas (SPD), en caída libre con el 9,7% (22), según los resultados oficiales totales. Los socialdemócratas pasan de segunda fuerza a quinta, por debajo de los Verdes (17,5%,38), Freie Wähler (11,6%,27) y de la ultraderechista Alternativa para Alemania (10,2%, 22).
Los Volksparteien (partidos del pueblo, mayoritarios) han dejado de serlo, incluso en la tradicional Baviera. Entre CSU y SPD ahora apenas suman el 50% de los votos. En 2013 solo la CSU llegaba al 47,7% y en 2003 superaba el 60,6%. La participación ha sido de un 72,4%, casi nueve puntos más que hace cinco años.
La pérdida de apoyo de socialcristianos (de 101 a 85 escaños) y socialdemócratas (de 42 a 22) puede hacer que se desmorone la Gran Coalición, cada vez más debilitada. El voto de castigo también lo recibe Merkel, a pesar de que la CDU no concurre en Baviera y de que los socialcristianos se han distanciado de sus políticas, especialmente sobre migración y asilo.
"Tenemos la obligación de construir un gobierno estable. Seguimos siendo el partido más votado", ha declarado Markus Söder, el ministro presidente de la CSU, que admitía que habría deseado alcanzar la mayoría absoluta. Está claro que no cree que la espectacular pérdida de votos sea culpa suya y, como muchos en el partido, mira a Berlín buscando responsables.
Söder tendrá que pactar y puede elegir entre los Freie Wähler (27 escaños) o los Verdes (38 diputados). Söder ha abierto la puerta a todas las fuerzas políticas, salvo a la ultraderechista Alternativa para Alemania (10,2%, 22 escaños), que se estrena en el Parlamento de Múnich. Afd ya está presente en 15 de los 16 Bundesländer. En dos semanas, según los sondeos, AfD se estrenará en Hesse.
Desde su fundación, solo en 1950 la CSU se habia hundido por debajo del 30%. La CSU ha gobernado con mayoría absoluta en este próspero Land, que supone una quinta parte del PIB alemán, desde 1962, salvo los cinco años de mandato con los liberales entre 2008 y 2013. Aún así en 2008 consiguieron un 43,4% de los votos.
La economía de Baviera va bien, el paro es el más bajo de Alemania (2,8%), y en el Land se afincan muchas de las principales empresas del DAX, desde Allianz, a BMW o Siemens. El 89% de los encuestados considera que su región es próspera, pero solo el 48% aprueba la gestión del gobierno. La mitad de los votantes de la CSU considera un error la disputa con la CDU sobre migración.
“Somos el partido de la estabilidad, nadie más representa la prosperidad y el éxito de Baviera”, ha repetido el candidato socialcristiano Markus Söder, de 51 años, actual jefe del Gobierno en Múnich. Sin embargo, dada la pérdida de apoyos, los socialcristianos buscarán responsables y le mirarán a él y a Horst Seehofer, presidente y ministro del Interior.
Entre Seehofer y Söder no reina la armonía, pero ambos detestan a Merkel. En poco más de seis meses de gobierno Seehofer ha estado a punto de romper la coalición de gobierno al menos en dos ocasiones: por su mano dura con la inmigración y por su defensa del jefe del espionaje, sospechoso de connivencia con la ultraderecha.
Los Verdes encarnan el cambio
Los ganadores en esta cita electoral son los Verdes, segundo partido más votado con un 17,5% y 38 escaños. Su mensaje centrista, en el que han combinado la tradicional defensa de la identidad con la ecología y cuestiones sociales, sin renunciar al europeísmo, ha atraído a los descontentos con CSU y SPD.
“Los Verdes han adoptado el rol de ser la conciencia ciudadana. El sur de Alemania, rico y educado, responde a esa involución, a esa pérdida de valores. Pero no están a la izquierda del SPD, sino más al centro”, señala Franco delle Donne, consultor político y autor del blog www.elecccionesenalemania.com. Aún así, según Delle Donne, los Verdes aún son un fenómeno regional porque en el Este apenas tienen eco.
En Baviera los líderes verdes son Ludwig Hartmann, de 40 años, y Katharina Schulze, de 33 años. El lema de Schulze, “Salva el mundo. Ve paso a paso” expresa a la perfección su optimismo pragmático. “Ha cambiado la vieja forma de hacer política”, aseguraba Schulze, diputada regional desde 2013, en campaña. Reclaman un cambio generacional. "Damos valor en lugar de propagar el miedo" ha sido su eslogan electoral.
Los electores dan su apoyo a un partido que resuelve problemas en lugar de crearlos", dice Katharina Schulze, colíder de los Verdes
Exultante, Schulze agradeció la confianza de los votantes tras conocerse los primeros sondeos. "Han dado su apoyo a un partido que quiere resolver problemas y no crearlos", ha dicho la joven colíder ecopacifista. Los Verdes han atraído unos 210.000 antiguos votantes socialdemócratas y otros 200.000 desencantados socialcristianos, más unos 100.000 ciudadanos que antes no habían ejercido su derecho en las urnas. Son la gran revelación de la jornada.
También resulta significativo que en todas las ciudades de Baviera de más de 100.000 habitantes los Verdes son la fuerza más votada con más del 30% de los votos. Así sucede en la capital, Múnich, donde se imponen a la CSU. También vencen en Nuremberg, Augsburgo, Regensburg, Ingoldstadt, Würzburg, Fúrth y Erlangen.
La deriva de los socialcristianos en cuestión migratoria ha cosechado críticas hasta de la Iglesia católica, solidaria con los migrantes. Han perdido más votos hacia los Verdes (200.000), defensores de políticas más aperturistas, que hacia Alternativa (180.000) y Freie Wähler (180.000). Unos 200.000 antiguos fieles al SPD se han ido con los Verdes y otros 100.000 se han inclinado por la CSU. Antes los socialdemócratas disgustados se quedaban en casa en lugar de apoyar a otro partido.
Merkel, fuera de escena
La CDU no se presenta en Baviera, sino que apoya a los socialcristianos. Sin embargo, en esta ocasión ni siquiera la canciller Merkel ha cerrado la campaña electoral. Fue el jefe del gobierno austriaco, Sebastian Kurz, que gobierna en coalición con la ultraderecha quien apoyó con su presencia al presidente de la CSU, Horst Seehofer, ministro del Interior, y su sucesor en Múnich, Markus Söder. Después de esa puesta en escena, a Merkel de momento le resultará fácil desentenderse del fracaso de sus aliados.
Estamos perdiendo confianza por la CSU", afirma Volker Bouffier, ministro presidente de Hesse, de la CDU
“Estamos perdiendo confianza por la CSU”, declaraba al Welt am Sonntag Volker Bouffier, número dos de la CDU. Bouffier gobierna con los Verdes en Hesse, donde se celebrarán unas elecciones regionales cruciales el 28 de octubre. Tampoco fue la canciller quien reaccionó a los "amargos resultados de Baviera" sino la secretaria general de la CDU, Annegret Kramp-Karrenbauer. "La CSU no ha sabido comunicar sus logros en los últimos años", ha dicho desde Berlín.
A juicio de Elisabeth Botsch, jefa de estudios en la Europäische Akademie de Berlín, los resultados de Hesse “afectarán más a la coalición en Berlín, que el resultado en Baviera”. En Hesse la CDU perderá hasta 10 puntos porcentuales, según los sondeos, también el SPD irá a la baja, pero los Verdes tienen buenas perspectivas.
En el Parlamento de Baviera, resultado de las elecciones de 2013, estaban representados cuatro partidos. El mayoritario era la CSU, que cosechó hace cinco años 47,7% de los votos, 101 escaños de 180. En esta legislatura habrá al menos 200 escaños.
El segundo era el SPD con 42 escaños. Ahora tendrá la mitad. La líder del SPD en Baviera, Natasha Kohnen, señalaba: "Hemos luchado pero hemos chocado con un gran escepticismo". Y de inmediato volamos a Berlín, donde sin el SPD la Gran Coalición se desmoronaría. La presidenta socialdemócrata, Andrea Nahles, reconoce: "Nosotros en Berlín tenemos culpa de esta caída".
La Cámara ahora acogerá seis partidos porque entran la ultraderechista Alternativa para Alemania y también los Liberales (FDP), que fueron castigados en las urnas tras ser socios de la CSU en 2013. El FDP consigue el 5,1% de los votos, 11 escaños. Suben ligeramente los Freie Wähler (27 escaños, ocho más que en 2013), escisión de la CSU muy volcados en temas locales y muy aferrados al terruño.
La CSU, que ha apostado por una política anti inmigración similar a la que defiende la ultraderecha, sigue siendo el partido más votado y será quien busque aliados para formar gobierno. Söder, que reemplazó a Seehofer como consecuencia del descenso de votos en las generales de 2017, querrá mantenerse a flote. También Seehofer, presidente del partido y ministro del Interior, que ya anticipó que la campaña ha sido cuestión de Söder.
Alianzas posibles
Las alianzas que puede forjar la CSU (85 escaños) son dos principalmente. Para superar los 101 escaños de la mayoría puede unirse a los Freie Wähler (25 escaños) o a los Verdes (38), incluso al SPD (22), pero los socialdemócratas no están para pactos de gobierno.
La más querida por los votantes, según una reciente encuesta, sería con los Freie Wáhler (dos tercios) y después con los Verdes (49%). Söder ve muchas diferencias en el programa con los ecopacifistas. Los Verdes de Baviera son más pragmáticos que en otros Länder pero critican la política anti inmigración de mano dura de la CSU y son europeístas confesos. Aunque a Söder no le resulte agradable inclinarse hacia los ecopacifistas, dejarlos de lado tiene su riesgo.
Sería la coalición que más agradaría a Merkel, que también quiso pactar con ellos tras las elecciones de 2017, pero también necesitaba a los liberales, que hicieron imposible la alianza. En Hesse y Baden-Württemberg la CDU gobierna con los Verdes, pero es cierto que la CSU se distancia cada vez más de su partido hermano en políticas clave como migración. En Baden-Württemberg el jefe del Gobierno es el ecopacifista Winfried Kretschmann, uno de los políticos más populares de Alemania.
Más probable parece que los socialcristianos se inclinen por los Freie Wähler (11,6%) . Coinciden más ideológicamente. El líder de Freie Wähler, Hubert Aiwanger, ha reconocido su disposición a formar parte del gobierno regional con sus 25 escaños.
Si hiciéramos caso de la escenificación del último mitin de la CSU, no sería inimaginable una alianza con Alternativa para Alemania (AfD), hasta ahora tabú para los partidos tradicionales. Entra en el Parlamento de Múnich con un 10,2%, 22 escaños. Durante la campaña, la CSU no se ha mostrado partidaria pero está claro que Austria, donde la ultraderecha cogobierna con Kurz, es una referencia para los líderes socialcristianos. Sin embargo, Söder lo descartó nada más conocerse los primeros resultados. De hecho, no precisa su apoyo. Tampoco necesita correr el riesgo.
La líder de Alternativa en Baviera, Katrin Ebner-Steiner, de 40 años, ha respondido a las expectativas y ha logrado que el partido entre por primera vez en el Parlamento de Múnich. Su campaña, con pocos medios, se ha basado de demostrar cómo habían marcado la agenda a la CSU en migración, por ejemplo.
Seísmo en Berlín
La pérdida de poder de los socialcristianos (CSU) en Baviera, su legendario bastión, les coloca en situación de debilidad frente a los cristianodemócratas (CDU) de la canciller Merkel, pero también es un golpe para la canciller. Hasta ahora tenían un gran peso en Berlín (tres ministerios) por su fuerza bávara. Incluso Horst Seehofer, ministro del Interior, presume de que la canciller Merkel sigue en el poder gracias a él. Seehofer personaliza todo salvo los fracasos.
Con este varapalo en las urnas, la CDU puede replantearse a medio plazo su matrimonio con la CSU. Y Seehofer, si no pierde su cargo en el partido o en el gobierno, sí que tendrá que moderar el tono frente a Merkel. A no ser que la situación le haga perder los nervios y querer tirarlo todo por la borda. Ya ha mostrado que es bastante impredecible.
De momento, parece interesado en seguir siendo ministro en Berlín así que le conviene sostener a la canciller, quien está más frágil que nunca antes en sus 13 años de continuados mandatos. También es probable que sus correligionarios se hayan hartado y quieran que Seehofer pague por el descalabro en Baviera.
La debacle socialdemócrata puede afectar aún más a la Gran Coalición, cada vez más pequeña. Ahora cuentan apenas con un 40% de apoyo conjuntamente a nivel federal, lo que hace cinco años tenían CDU y CSU. La presidenta socialdemócrata, Andrea Nahles, está viendo elección tras elección cómo su apoyo a la Unión en Berlín dista mucho de convencer a los votantes.
Vuelve a hablarse del próximo adiós de la canciller. Faltan dos semanas para votar en Hesse y quizá hasta entonces aguante con otro parche la frágil alianza. Si la CDU pierde el gobierno en Hesse, y el SPD vuelve a hundirse, habrá tsunami en Berlín. Será difíciil que los socialdemócratas aguanten en la coalición. Sería el fin tan anunciado como imprevisible. Ese ocaso de Merkel el que se ha hablado tanto que cuando suceda será cuando menos lo esperemos.
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