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La ministra posibilista: de bajar impuestos en Andalucía con Cs a subirlos con Podemos

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero.
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. | EFE

El 20 octubre 2017, hace sólo un año, la entonces consejera de Hacienda de la Junta de Andalucía, María Jesús Montero, defendía en Canal Sur los "magníficos presupuestos" que los votos de PSOE y Ciudadanos iban a aprobar esa semana en el Parlamento autonómico. Se trataba de las terceras cuentas de la comunidad negociadas entre el partido de Susana Díaz y el de Juan Marín, socio de legislatura del PSOE-A después de que Albert Rivera acudiera en auxilio de la presidenta en 2015, tras 80 días de bloqueo de su investidura y a punto de tener que convocar una repetición electoral.

La principal condición de Ciudadanos en ese pacto de legislatura fue la bajada de la presión fiscal en una de las comunidades que más aprieta a los contribuyentes. Con Ciudadanos, María Jesús Montero ha pactado la rebaja del tramo autonómico del IRPF en dos puntos para rentas hasta 60.000 euros y la práctica desaparición del impuesto de sucesiones, que ha quedado exento hasta el millón de euros. "La totalidad es compartido por las dos fuerzas políticas. Todos nos tenemos que arrogar la paternidad y maternidad", aseguró sobre los presupuestos en 2016.

Tras los reproches de IU y Podemos en el debate parlamentario sobre el cariz liberal y de derechas de los presupuestos, Montero no tuvo ningún empacho en defender las cuentas pactadas con Ciudadanos con una cita del mismísimo Che Guevara. «Si no existe organización, las ideas, tras el primer momento de impulso, pierden eficacia», replicó la hoy ministra. "Es usted una política holística: le cabe todo", le respondió el portavoz de IU-CA, Antonio Maíllo.

Con la misma soltura que en los tres últimos años ha defendido el modelo económico pactado con Ciudadanos, la ahora ministra de Hacienda saca pecho de las cuentas pactadas con Unidos Podemos. Su capacidad negociadora le permite arremangarse tanto con Juan Marín como con Pablo Echenique y defender políticamente unas cuentas de centro o de izquierdas. Es más, durante la coalición de Gobierno del PSOE andaluz con IU (2012-2015), la propia Montero negoció con sus socios la puesta en marcha de una banca pública, para cuya creación se aprobó incluso un anteproyecto de ley (octubre de 2014) que tras romper con IU se guardó en un cajón. Ese mismo texto, calcado literalmente, se convirtió en una proposición de ley que IU presentó en Andalucía a sus antiguos socios de Gobierno. La consejera Montero, igual que negoció la banca pública, redactó el proyecto de ley y lo aprobó en el Consejo de Gobierno, luego la rechazó en el Parlamento.

Desde su marcha de Andalucía, los consejeros socialistas respiran aliviados. Legendaria es su dureza a la hora de rechazar las peticiones de más fondos por parte de todos los departamentos del Gobierno. Su capacidad de imposición le valieron acusaciones de tiranía por parte de sus propios compañeros del Ejecutivo. Las personas que han negociado con ella aseguran que con la misma facilidad que utilizaba argumentos sólidos para negar las reclamaciones de dotación presupuestaria al día siguiente las aceptaba y las justificaba técnicamente si recibía esa orden de Susana Díaz, la única con capacidad de mando sobre ella. "Tiene una gran habilidad. Pero no podemos olvidar que los presupuestos son una expresión numérica de lo que aguanta el papel. Luego había capítulos importantes que se ejecutaban por debajo del 20%", destacan sus ex socios.

El fuerte carácter de la ministra quedó registrado en 2005 cuando El Mundo de Andalucía reprodujo la conversación que mantuvo con sus colaboradores en el vagón de clase preferente del AVE. Cuando el delegado de Granada le planteó por teléfono el problema del hospital de San Juan de Dios, por el que litigaban el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía, la entonces consejera de Salud fue tajante: "Mira, que lo declaren en ruinas y nos lavamos las manos, ¿vale? El alcalde que haga lo que quiera, nosotros le echamos el muerto y a mí no me toquéis la polla".

Acto seguido, Montero despachó sobre la petición de IU para que se elaborara un informe sobre las tasas de mortalidad por cáncer en las provincias de Cádiz, Huelva y Sevilla. "¡Pero éstos de qué van! ¿Qué coño quieren, que nos carguemos el turismo?", argumentó. Fue precisamente en su etapa al frente de Sanidad cuando puso en marcha las fusiones hospitalarias que levantaron a los andaluces en multitudinarias manifestaciones y que ha puesto en jaque al Gobierno andaluz hasta el punto de tener que deshacerlas. "Es como el caballo de Atila, por donde pasa no vuelve a crecer la hierba", aseguran ex socios.

La versatilidad negociadora de esta licenciada en Medicina, subdirectora gerente del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla hasta 2002, cuando entró en política como viceconsejera de Salud, le permitió una última pirueta en su etapa de consejera de Susana Díaz. Tras pactar con Ciudadanos tres presupuestos consecutivos (2016-2018), la entonces consejera de Hacienda fue capaz de impulsar un acuerdo de reforma del sistema de financiación autonómica en Andalucía que fue ratificado por PSOE, PP, Podemos e IU. En marzo de este año, todos los grupos parlamentarios salvo el de Ciudadanos, precisamente sus socios de gobierno, lo votaron en la Cámara andaluza.

La propuesta de reforma aprobada entonces recoge reclamaciones para el Ministerio que ahora dirige: denuncia la infrafinanciación de Andalucía por la "mala" aplicación del actual modelo y considera adecuado un mecanismo de reestructuración de la deuda autonómica en manos del Estado y el acceso en igualdad a los servicios públicos. La Junta estimó que el sistema en general requería de 16.000 millones más al año, de los que Andalucía debía recibir unos 4.000 millones anuales. También defiende la "eliminación del status quo" del actual modelo de financiación y reclama "mayor transparencia en el cálculo del cupo vasco y la aportación navarra con mayor coordinación" entre el régimen común y el foral.

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