La promesa se la hizo por teléfono hace cuatro meses y ayer la cumplió. El lunes volvió a sonar. Esta vez era para poner lugar y hora a la cita: las cinco de la tarde en el Ministerio del Interior. Había llegado el momento que tantas veces habían reclamado, tantas como las que se la habían denegado sus predecesores. Cuatro días después de llegar al cargo, el actual titular de Interior, Fernando Grande Marlaska, ya había reaccionado a la carta en la que Juan Miguel Cedillo le narraba su historia como huérfano de una víctima de ETA. En ella le detallaba cómo la banda había destrozado su vida y la de su madre. Una historia, una vida que habían intentado contar al anterior ministro y que jamás se les quiso escuchar. Ni siquiera fue suficiente el mes que su madre, María Dolores García, pasó acampada en La Castellana, a las puertas del ministerio, para reclamar un encuentro con Juan Ignacio Zoido.
Ayer María Dolores, Lola, no pudo asistir. El cáncer que se resiste a abandonarla le absorbió las fuerzas para viajar de Sevilla a Madrid. Su hijo, Juan Miguel, acudió acompañado por su pareja. Puntual, a las 17.00 horas, Grande Marlaska le recibió en el mismo despacho en el que cinco años atrás se celebró la única cita que la familia había mantenido hasta ayer con un alto responsable de Interior.
Los Cedillo acamparon durante un mes ante el Ministerio para ser recibidos por el ministro Zoido, "y aún no hemos recibido ni un mensaje"
Aquel encuentro con el ex ministro de Jorge Fernández Díaz en nada se pareció al que ayer se prolongó durante una hora con Grande Marlaska. “Aquella reunión no sirvió para nada. Y de su sucesor, de Zoido no hemos tenido ni una noticia, ni siquiera un mensaje. Ahora, en cambio, sentimos que todo ha cambiado radicalmente. Escuchar del ministro decirnos que va a intentar todo lo que esté en su mano para que la situación de los casos de huérfanos como yo cambie es muy gratificante. Salimos con muchas fuerzas”, reconoce a ‘El Independiente’ Juan Miguel Cedillo de regreso a Sevilla.
Compromiso de Grande Marlaska
La familia Cedillo vive los mejores días de su triste historia como víctimas de ETA. Al compromiso de reunión con el ministro que este lunes han visto cumplido suman el emotivo acto que con motivo del 36 aniversario del asesinato de su padre, Antonio Cedillo, celebraron el pasado 15 de septiembre en Rentería. Se llevó a cabo en el mismo lugar donde fue asesinado el policía Antonio Cedillo (29 años). Un acto cuya imagen más simbólica fue el largo abrazo entre el alcalde de EH Bildu, Julen Mendoza, y el propio José Miguel. Un gesto de reconciliación y reencuentro con el País Vasco junto al olivo traído del pueblo de su padre, Olivares, plantado en el bello paraje donde un día unos pistoleros asesinaron a su padre y otros tres compañeros.
José Miguel lleva años batallando para que la ley de víctimas reconozca casos como el suyo. Hijos de asesinados de ETA que desde entonces –él tenía tres años cuando lo mataron- arrastran secuelas incapacitantes acreditadas y que han limitado de modo severo no sólo su vida familiar y social sino también la laboral. Tanto él como su madre llevan años luchando para que un cambio de la ley permita para que los hijos de las víctimas del terrorismo que padezcan graves secuelas que hayan condicionado de modo severo su vida también sean reconocidas como víctimas. Actualmente sólo las viudas y las víctimas directas tienen ese reconocimiento que conlleva una pensión de por vida. Sus hijos sólo la perciben hasta los 24 años.
"Esta vez no ha habido frialdad. Escuchar que va a hacer todo lo que esté en su mano es muy gratificante"
Grande Marlaska ha escuchado de su propia voz el relato de cómo mataron a su padre. También que aquel crimen sigue hoy impune. Sucedió el 14 de septiembre de 1982 en el Alto de Perurena, en Rentería (Guipúzcoa), en una emboscada que un comando de la banda llevó a cabo contra dos coches de la Policía Nacional cuando salían de comer de un restaurante. Junto a su padre, Antonio Cedillo (29 años), tres agentes más fallecieron en el acto -Jesús Ordóñez, Juan Seronero y Alfonso López-.
"Muy gratificante"
Esperanzado tras la reunión con Grande Marlaska aseguraba que había sido un encuentro “muy gratificante”: “Poder contarle mi historia, el acto de Rentería, cómo ha sido mi vida, nuestra vida, en estos 36 años, mi soledad, mi enfermedad, mis dificultades laborales y descubrir su interés por encontrar una solución es como redondear toda esta lucha”.
Destaca que desde el primer momento, desde aquella llamada inesperada el 11 de junio pasado que en persona hizo el ministro para interesarse por su historia, han percibido una actitud diferente por parte del ministerio. “Aquí no ha habido frialdad. Era el mismo despacho que en el que nos recibió Fernández Díaz pero en esta ocasión todo ha sido muy distinto. Encontrarse alguien así después de tantas personas que nos han defraudado es muy satisfactorio”.
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