Carles Puigdemont fue el escogido para liderar la fase decisiva del procés por su militancia: un independentista convencido. Cuando en Cataluña el independentismo político era un espectro parlamentario, el futuro presidente de la Generalitat llamaba a filas desde la prensa a los nacionalistas cobardes. Las columnas que publicó en El Punt entre 1994 y 1999 y que estos días recupera El Independiente así lo demuestran. Sin embargo, hubo un tiempo en el que Puigdemont creyó, aunque fuera remotamente, en la coexistencia. Pero el vaso de su paciencia se colmó el 24 de junio de 1995, por culpa de otro columnista.
Fue el polémico Antonio Burgos, hoy colaborador de ABC y que por aquel entonces escribía para la revista Época. En uno de sus artículos, Burgos escribió contra el hecho de que la matrícula de Gerona llevase las letras GI y no GE, como correspondería en castellano. Concretamente, Burgos se cuestionaba si el GI correspondía a "Girona" o a "gilipollez". Fue más de lo que podía aguantar el joven Puigdemont.
"Imagino que ahora mismo todavía es poca la gente que se ha enterado de que un tal Burgos opina, desde la revista Época, que la matrícula de Girona es 'la GI de gilipollez', y que la RAE debería presentar recurso de inconstitucionalidad porque las Illes Balears se llamen así y no Islas Baleares, en cristiano español, que es lo que se lleva", introducía Puigdemont en su columna, titulada ese día '¿Qué tenemos que hacer?'.
Decía el ahora líder de Junts per Catalunya que, tras ello, "conviene que hablemos, y mucho". "Porque es la manera más eficaz de demostrar la incompatibilidad de dos sociedades en las que hay claramente agresores y agredidos", abundaba.
"Estoy harto, de recibir y de tener la sensación de que los únicos sobre los que recae la responsabilidad de la convivencia somos nosotros. De ser los únicos que hemos de hacer esfuerzos de contención, de respeto, de moderación, mientras observamos cada día como se expanden por los medios de comunicación españoles imágenes de Cataluña y de los catalanes que deberían denunciarse al Tribunal de Derechos Humanos, por xenófobas", lamentaba el entonces columnista, que reclamaba un punto y aparte definitivo: "La convivencia, así, es imposible, y hemos de pensar seriamente qué tenemos que hacer".
La vía unilateral
A partir de ese momento ya siempre se intuyó en el periodista Puigdemont una inclinación por la vía unilateral, forzada por la presunta hostilidad de España hacia Cataluña. De hecho, el 19 de agosto de ese mismo 1995 se volvía a referir a la columna de Antonio Burgos que tanto le había marcado. En un texto titulado 'La marea' se refería a las supuestas políticas anticatalanas del PP en algunos de sus ayuntamientos tras las elecciones municipales.
Puigdemont dibujaba un panorama negro y llegaba a decir que "quizá deberíamos tener miedo de que empiecen a quemar algún libro, o que rompan a pedradas el escaparate de algún restaurante vasco", o incluso de que "destrocen coches con matrícula GI (de gilipollas, decía el periodista Antonio Burgos)". "De aquí a la noche de los cristales rotos ya falta menos", concluía.
Que con España no había nada que hacer lo volvía a dejar claro en varias columnas más a lo largo de su trayectoria. 'Nada que hablar', titulaba su columna del 23 de marzo de 1996, sobre la actitud que debía tener la Generalitat respecto al gobierno de José María Aznar.
Ese mismo mes, el día 9, ya había dejado escrito que la "pírrica" victoria de Aznar en las elecciones generales daba una oportunidad estratégica a los independentistas catalanes, aunque fuera para favorecer la gobernabilidad de España. Era la solución de Carles Puigdemont: "Declarar la independencia de Cataluña con tal de que el PP tenga suficiente con sus actuales diputados para elegir a Aznar como presidente".
Serie: Las columnas del expresident.
(I): España, según Puigdemont: “Una piel de toro sedienta de sangre y de odios atávicos”
(II): Las confesiones de Puigdemont: un ‘hater’ de Lola Flores aterrado por el ‘Efecto 2000’
(III): El profeta Puigdemont: todo lo que dijo hace 20 años pero podría escribir hoy mismo
(IV): 24 de junio del 95, el día que Puigdemont dijo basta...por culpa de Antonio Burgos
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