Durante los últimos años, Carles Puigdemont no ha dudado en sacar la cara por TV3 frente a los ataques de los partidos constitucionalistas, que acusan a la televisión pública autonómica de ser un elemento adoctrinador dentro del desafío independentista en Cataluña. Pero hubo un tiempo en el que el expresidente de la Generalitat se sumaba a la cacería como uno más. Cuando era columnista en El Punt, TV3 no era ningún referente para Carles Puigdemont. Muy al contrario, TV3 para él era "bazofia" responsable de que "probablemente los espectadores acaben víctimas de una salmonelosis televisiva".
La demoledora columna, titulada 'Salmonelosis', fue publicada por Carles Puigdemont el 9 de julio de 1994 y suponía casi una censura a la totalidad de la programación de TV3, que para entonces ya llevaba más de una década de emisión. El futuro presidente de la Generalitat comparaba consumir los programas de la televisión pública catalana con consumir alimentos en mal estado. "Los platos recalentados a veces son medio buenos, e incluso, con un poco de pericia culinaria, pueden convertirse en creaciones capaces de provocar un cierto disfrute gastronómico", escribe Puigdemont, que explica que algunos de estos platos, como la menestra de verduras, pueden ser digeribles, pero nunca presentados como productos estrella de un restaurante cualquiera.
Lo que es increíble no es tanto que TV3 fomente producciones que son momias audiovisuales, sino que venda el producto como la más maravillosa programación'
"Pues bien: TV3 se empeña en tratarnos como unos solemnes ignorantes en materias primas, y con trucos vulgares -como un pollo medio podrido que se sirve cargado de salsas para que no apeste- llena la programación de recalentados televisivos, alias reposiciones", se extiende el joven Puigdemont, convertido en crítico televisivo.
Y no se queda ahí: "Lo que es increíble no es tanto que TV3 programe películas soporíferas, cargadas de anuncios", dice antes de cebarse con nombres propios. "O que fomente producciones que son momias audiovisuales (esto de La Trinca no hay quien lo aguante), sino que venda el producto como la más fantástica y maravillosa programación de la Historia", escribe, en lo que supone un ataque directo a un grupo músico-humorístico cuyo líder, Josep María Mainat, se ha convertido décadas después en uno de los más destacados movilizadores independentistas en las redes sociales.
El columnista Puigdemont cierra el texto como un bulldozer: "Con una bazofia tal, probablemente los espectadores acaben víctimas de una salmonelosis televisiva. En verano se ha de vigilar mucho lo que se come".
Cantinflas y el 'reparto político del pastel'
¿Fue la única vez que el entonces periodista y después presidente manifestó sus recelos sobre TV3? Ni mucho menos. Otra vez en verano, pero del 1996, Puigdemont volvía a cargar contra la pereza que parecía consumir a los responsables de la programación de la pública catalana. Y lo comparaba con la que asola a los políticos, que venden humo aprovechando que en las noticias, con la ausencia de actualidad, hay espacio para todos. Sobre todo esto, Puigdemont dice que "la caricatura son las películas de Cantinflas con las que cada año TV3 pretende refrescarnos el verano".
Más dura es la columna que publica el 3 de mayo de 1998, dedicada en su totalidad a TV3 y titulada 'La pública'. Arranca confesando que "nunca nos pondremos de acuerdo sobre la manera en como se debe expresar la función de una televisión pública en un país de las características del nuestro -pequeño, complejo, con una lengua amenazada por más que digan las estadísticas- ni tampoco sobre el modelo que se ha de seguir, suponiendo que sólo se pueda seguir uno".
Pese a las dudas, Puigdemont sí llega a una conclusión, muy crítica con los administradores de TV3, entonces dirigida por Lluis Oliva, que falleció en abril de este mismo año. "Los encargados de administrarlo esquivan sus responsabilidades y se contentan con un más o menos feliz reparto político del pastel, que generalmente quiere decir un control del minutaje de aparición de los líderes políticos", critica Puigdemont.
No hay un control verdadero sino adulterado, y diría que es en esta renuncia donde residen la mayoría de los problemas que afectan a la credibilidad' escribía sobre TV3
"Significa, entonces, que en realidad no hay un control verdadero sino adulterado, y diría que es en esta renuncia donde residen la mayoría de los problemas que afectan a la credibilidad de la función que ha de ejercer nuestra televisión pública", abunda el futuro presidente de la Generalitat de Cataluña, que incluye entre los "errores de concepto" incluso la "sobredosis de Barça".
El ahora líder de Junts per Catalunya se muestra siempre enfadado por la idea de que la neutralidad de la televisión pública deba medirse por la igualdad de tiempo proporcionado a todos los grupos políticos. Ya por entonces dejaba claro que es bastante contrario a las técnicas modernas de ponderación de tiempos en los debates electorales.
Así lo escribía el 3 de octubre de 1999, tras un debate organizado por TV3 previo a las autonómicas catalanas de aquel año. "Aburrido, caótico, inútil desde el punto de vista argumental y sin que se produzca la mecánica necesaria para que aquello se pudiera considerar de verdad un debate. El reglamento impedía los cara a cara, los cortes y las invectivas que hacen de todo debate un auténtico circuito de pruebas", describía.
Puigdemont cargaba contras las exigencias de los controles de tiempo y decía que esa obsesión hacía que la información política "dependa más del tacómetro que del interés informativo". Con ello, lamentaba, "los sufridos colegas de las televisiones y radios públicas parecen más dependientes de Cronos que no de Hermes", sentenciaba, en referencia a los dioses griegos del tiempo y de la astucia.
El columnista de El Punt dedicaría un último texto a la televisión pública el 12 de diciembre, en la que fue su penúltima intervención en este medio de comunicación, antes de abandonarlo para iniciar su andadura en la Agencia Catalana de Noticias (ACN). Se titulaba 'Medios' y volvía a cuestionarse sobre el control de los medios de titularidad pública y a donde debía llevar: "Cabe garantizar que la ley permita unos medios públicos en catalán, sí, pero también con contenidos dignos (y eso no es sólo una cuestión de lengua)".
Serie: Las columnas del expresident
(I): España, según Puigdemont: “Una piel de toro sedienta de sangre y de odios atávicos”
(II): Las confesiones de Puigdemont: un ‘hater’ de Lola Flores aterrado por el ‘Efecto 2000’
(III): El profeta Puigdemont: todo lo que dijo hace 20 años pero podría escribir hoy mismo
(IV): 24 de junio del 95, el día que Puigdemont dijo basta…por culpa de Antonio Burgos
(V): Cuando a Puigdemont le daba asco TV3: "Bazofia" que provoca "salmonelosis televisiva"
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