Durante los seis años en los que Carles Puigdemont fue columnista del diario El Punt, el futuro presidente de la Generalitat de Cataluña se despachó contra España, mostró su poco aprecio por las folclóricas herederas del "franquismo sociológico", se cansó de criticar el simbolismo de los nacionalistas de la época, se enzarzó con articulistas de otros medios e incluso dejó por escrito lo poco que le gustaba la "bazofia" de TV3. También le dio tiempo a permitirse algunas licencias desafortunadas más, que hoy no se le aceptarían a ningún político en la esfera pública.
Que Puigdemont no era especialmente partidario de José María Aznar queda patente en decenas de columnas a lo largo de su producción periodística. Le parece un personaje mediocre, sin carisma, incapaz de engarzar con la élite y pernicioso para Cataluña, aunque no confiaba en que ello incitara a la CiU y la ERC de la época a dar pasos en el camino de la independencia.
Sin embargo, el ahora líder de Junts per Catalunya encontró más motivos para lanzar sus dardos contra el Partido Popular. Concretamente, el físico de las ministras elegidas por Aznar para integrar su primer Consejo de Ministros. Según Puigdemont, servían para destruir tópicos.
"La composición del actual Consejo de Ministros español demuestra de forma evidente que no siempre los partidos de derechas tienen a las tías que están más buenas", se despachaba el expresident en su columna titulada 'Axiomas', publicada en El Punt el 24 de noviembre de 1996 y en la que pretende rebatir ese y otros tópicos, como que la buena mesa sea cosa de las clases altas o que los defensores de causas modestas no puedan conducir coches de alta gama.
Para hacerlo Puigdemont juzga a su manera a las cuatro mujeres que componían aquel Ejecutivo. Esperanza Aguirre (Educación y Cultura), Isabel Tocino (Medio Ambiente), Loyola de Palacio (Agricultura, Pesca y Alimentación) y Margarita Mariscal de Gante (Justicia). Ninguna del gusto del político independentista, según las preferencias que él mismo sintió la necesidad de dejar plasmadas por escrito.
El tono de las expresiones de Puigdemont no se aleja demasiado del de otra columna que dedicó años más tarde, en 1998, a la entonces diputada Pilar Rahola, hacia la que sentía una especial enemistad desde que se escindió de ERC para formar un proyecto político independentista que fracasó estrepitosamente.
Puigdemont bromeaba sobre el hecho de que Rahola hubiera aparecido en la revista Playboy aunque "no como chica del mes" y comentaba unas palabras en las que la periodista decía que el Congreso "está lleno de machos extremeños cuya función consiste en ligar".
"¿Con ella?", se preguntaba irónicamente Puigdemont, que aseguraba que ligar con Rahola era "prácticamente imposible" debido a su "irresistible atracción por las alcachofas", en referencia a los micrófonos de radios y televisiones, que le impedían pasar el tiempo suficiente en el Congreso como para permitir "cualquier contacto extraparlamentario".
Serie: Las columnas del expresident
(I): España, según Puigdemont: “Una piel de toro sedienta de sangre y de odios atávicos”
(II): Las confesiones de Puigdemont: un ‘hater’ de Lola Flores aterrado por el ‘Efecto 2000’
(III): El profeta Puigdemont: todo lo que dijo hace 20 años pero podría escribir hoy mismo
(IV): 24 de junio del 95, el día que Puigdemont dijo basta…por culpa de Antonio Burgos
(V): Cuando a Puigdemont le daba asco TV3: “Bazofia” que provoca “salmonelosis televisiva”
(VI): Puigdemont: "No siempre los partidos de derechas tienen a las tías que están más buenas"
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