“Hasta la victoria si Dios quiere. Mi partido es Brasil”. Así saludaba la jornada electoral en Brasil Jair Mesías Bolsonaro. Y Dios quiso. El líder ultraderechista ha logrado el 55,14% de los votos frente al 44,86% del candidato izquierdista, Fernando Haddad, con todas las urnas escrutadas. Con esta holgada victoria, 57 millones de votos, Bolsonaro asumirá como 42º presidente de la novena potencia económica del mundo en enero de 2019. Con su victoria la ultraderecha toma el poder en la novena economía del mundo, el país más grande de América del Sur.
Poco después de confirmarse su victoria, emocionado, Bolsonaro agradecía los votos que le han dado la Presidencia en un video publicado en su cuenta de Facebook live. El capitán retirado, con una Biblia y una Constitución al lado, se ha presentado como "defensor de la democracia y la Constitución".
"Un nuevo futuro nos espera. Tenemos que acostumbrarnos a vivir con la verdad: no existe otro camino. Sabemos hacia dónde íbamos y ahora sabemos hacia dónde vamos. El pueblo lo ha entendido perfectamente", ha declarado el presidente electo. Al lado de su esposa, Michelle. Agradeció a Dios haber sobrevivido al atentado que sufrió el pasado 6 de septiembre.
Sabemos hacia dónde íbamos y ahora sabemos hacia dónde vamos", ha declarado Bolsonaro, presidente electo
"Lo que quiero, sobre todo, es seguir los mandatos de Dios", ha afirmado el líder ultraderechista. "Tenemos todo para ser una gran nación. Tenemos condiciones de gobernabilidad. Cumpliremos todos los compromisos. Juntos vamos a cambiar el futuro de Brasil", agregó.
El líder del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, reconoció su derrota y pidió a sus seguidores no caer en provocaciones ni dejarse intimidar por amenazas. "Reconocemos a la ciudadanía en cada brasileño, en cada brasileño. Vamos a defender nuestro punto de vista respetando la democracia y las instituciones. Hay mucho en juego".
Unos 147 millones de brasileños estaban convocados a elegir a su nuevo presidente en el país más grande de América Latina, el quinto más poblado del mundo y la novena economía del planeta.
El voto a las Cámaras y a gobernadores ha quedado en segundo plano por la contienda entre el capitán retirado, nacionalista ultraconservador, diputado desde 1991, y el heredero de Lula da Silva, ex alcalde de Sao Paulo y ex ministro de Educación. La abstención ha sido de un 21%, a pesar de que el voto es obligatorio.
Con un ex presidente encarcelado por corrupción (el carismático Lula da Silva) y su sucesora desplazada del poder por un impeachment, ambos del Partido del Trabajo (PT), de Haddad, las presidenciales han sido una pugna entre dos opciones en las antípodas y que movilizan altas cotas de rechazo. Finalmente el no a más petismo ha podido más que el no a Bolsonaro, a pesar de su fascismo, su misoginia y su homofobia.
Junto a las presidenciales también se han celebrado la segunda ronda de las elecciones a gobernadores. En el icónico estado de Rio de Janeiro se impuso el candidato Wilson Witzel, del Partido Social Cristiano, en el que militaba Bolsonaro hasta hace poco. En Sao Paulo, el estado más poblado y centro financiero del país. los sondeos apuntaban a que el vencedor sería Joao Doira, del PSDB (Partido de la Social Democracia de Brasil).
El primer presidente extranjero que ha felicitado a Bolsonaro "por su gran triunfo electoral" ha sido el chileno, Sebastián Piñera, quien le ha invitado a visitar su país. Bolsonaro ha reconocido que el modelo económico chileno es un referente. Con Bolsonaro el frente antibolivariano se amplía claramente.
Acompañado de su mujer, Michelle, Jair Bolsonaro (Eldorado, 1955) votó a primera hora del domingo en la Escuela Militar Rosa da Fonseca en la Villa Militar de Río de Janeiro, rodeado de un gran equipo militar de seguridad y de muchos seguidores, que le gritaban “mito, mito”.
Desde el atentado que sufrió el pasado 6 de septiembre a manos de un loco, Bolsonaro ha reducido al mínimo su presencia en público. Excusó su presencia en los debates por la convalecencia. Su equipo se ha volcado en redes sociales con gran éxito.
El número dos de Bolsonaro, el general Hamilton Mourao, aseguró que la primera medida de su gobierno será el ajuste de la economía. Mourao defiende la reforma de la Seguridad Social propuesta por el gobierno de Michel Temer y una revisión de los beneficios de los militares.
El candidato del PT, Fernando Haddad, de 55 años, acudió a las urnas algo más tarde en Sao Paulo con la esperanza de dar un vuelco histórico. Haddad reclamó “un voto por la democracia para alejar los fantasmas de la dictadura y el odio”.
“Veo muchos ciudadanos que se han lanzado a defender Brasil y la democracia. Estoy esperanzado”, confesaba. “Contra el odio, por la democracia” ha sido su consigna para intentar frenar a Bolsonaro en su camino a Planalto.
En el último sondeo de Datafolha del sábado la distancia se había acortado a diez puntos, a favor del líder ultraderechista. En primera vuelta se quedaron a 20 puntos. Ya entonces Bolsonaro recibió 49 millones de votos y Haddad, 31 millones. Finalmente, no pudo ser.
En España han votado unos 20.000 brasileños, de ellos 15.000 en Madrid. En primera vuelta, el ultraderechista Bolsonaro ganó en nuestro país con un 54% de los votos.
Defensa de la democracia
El vicepresidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), Luís Roberto Barroso, ha afirmado que la Corte Suprema desempeñará su papel en el caso de presenten riesgos para la democracia del país. Barroso ha reconocido que el país ha vivido “una polarización sin precedentes”, pero aseguró que no preveía ninguna ruptura del sistema democrático, según G1, portal de noticias de Globo.
Los últimos días de campaña han estado marcados por la remontada de Haddad, que fue elegido a última hora como candidato en lugar del encarcelado ex presidente Lula da Silva. También por las acusaciones de financiación ilícita contra la campaña de Bolsonaro que habría sido ayudada por empresarios que habrían sufragado el lanzamiento masivo de whapp con noticias falsas sobre su rival.
“El antipetismo es fundamental. La izquierda y el PT han perdido las elecciones. Lula insistió hasta el final en ser el candidato en lugar de haber sido una alianza con Ciro Gomes (del Partido Democrático Laborista (PDT)”, señala Bruno Ayllón, investigador en la Universidad Complutense de Madrid. “Ese antipetismo histérico no se sustenta. Cuando mejor le ha ido al capitalismo brasileño ha sido con el PT, que es partido que no se ha renovado”, añade.
“Contra la corrupción” y “orden y progreso” han sido los lemas de la campaña de Jair Mesías Bolsonaro, nacido hace 63 años en Eldorado, cerca de Sao Paulo, en una familia modesta de origen italiano. Aunque es diputado desde hace 18 años se ha presentado ante los brasileños como un outsider, comprometido con la lucha contra los políticos tradicionales que se han enriquecido en sus puestos.
El único bandido bueno es el bandido muerto", es uno de los mensajes en los que insiste Bolsonaro
El hartazgo del PT, que lleva en la Presidencia desde hace 13 años, ha jugado a su favor. También lo ha hecho su mensaje de mano dura contra los delincuentes. “El único bandido bueno es el bandido muerto”, insistió en su campaña.
En Brasil se cometen más de 60.000 crímenes violentos al año. “¿De qué me sirve la libertad si no tengo seguridad?”, comentan los seguidores de Bolsonaro, que apoyan su demanda de que todo el mundo pueda portar armas para defenderse. El líder ultraderechista ha remarcado el mensaje de que si sigue gobernando la izquierda se impondrá el caos, el desgobierno y Brasil derivará en otra Venezuela.
Las promesas de mejoras económicas han pesado sobre todo entre la clase media alta y la clase alta. Su jugada maestra en este caso ha sido suplir su falta de experiencia en gestión con el recurso a Paolo Guedes, un economista ultraliberal de la Escuela de Chigago.
Guedes estará a cargo de un superministerio de Economía. Está por ver si puede privatizar cientos de empresas como pretendía o se impondrá el sector más estatista, en el que estaba hasta ahora Bolsonaro.
A su vez, a Bolsonaro le han lanzado a Planalto los evangelistas, cuyo peso en Brasil es cada día mayor. “Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos”, repite el capitán retirado, con la ortodoxia del converso. Bautizado en el Jordán, es antiabortista declarado. En la campaña ha dibujado al PT como un grupo de degenerados que enseñaban sexo en las escuelas a niños de seis años.
Para los defensores de la familia tradicional eso pesa más que sus diatribas contra los homosexuales (“Prefiero que un hijo mío tenga un accidente a verle con un señor con bigote”, es otra de sus conocidas perlas).
Necesidad de consenso
A partir de ahora se verá si Bolsonaro adopta una actitud presidencial y trabaja para unir a los brasileños o sigue azuzando el fuego de la división. En el Congreso, donde el PT es la fuerza con más escaños, aunque hay mayoría de centro derecha, habrá de negociar. “Ahí está la incógnita. Hay 32 partidos represenados. Domina el centro derecha pero hay distintas sensibilidades. Inicialmente no tendrá muchos problemas pero tendrá que hacer concesiones”, señala Anna Ayuso, investigadora senior del CIDOB.
Igual que nadie habría apostado por la victoria del capitán retirado hace apenas unos meses, pocos saben ahora cómo regirá los destinos de la novena economía del mundo. Hay mucho de imprevisible en su carácter y en su equipo, escaso de cuadros con experiencia.
En un artículo titulado Brasil, entre el horror y el espanto, el investigador del Real Instituto Elcano Carlos Malamud afirma: “Como consecuencia de estas elecciones Brasil es un país mucho más fraccionado, más dividido, que antes, tanto geográfica como social y económicamente”.
Y añade: “Con este panorama resulta muy difícil que Brasil vuelva a los años de esplendor conocidos en la primera década del siglo XXI, cuando parecía que el futuro ya era hoy. Para recuperar el tiempo perdido es necesario cerrar las heridas y articular nuevos y amplios consensos”.
Una característica de Bolsonaro es la improvisación. Habrá medidas efectistas al principio", dice Ayllón
Para lograr que Brasil recupere la senda del crecimiento, después de unos años con una recesión superior al 7%, y un paro de 13 millones, es imprescindible recuperar la fe en las instituciones y emprender un camino de reformas que a Bolsonaro le costará apoyo popular.
“Una de las características de Bolsonaro y de su grupo es la improvisación. Hay ideas generales. Habrá medidas efectistas al principio. Ponemos más el foco en seguridad y quizá sea más el foco el modelo de desarrollo económico donde habría que poner la mirada”, afrma Ayllón.
Según el investigador, “con la victoria en la mano Bolsonaro tiene que invertir en disminuir la tensión en Brasil. Desde la más alta magistratura del Estado, no se puede atizar el fuego”. Que ese Dios brasileño le ayude.
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