Ángel Garrido nos recibe en su despacho con el comunicado de la renuncia de Dolores de Cospedal aún caliente… la actualidad política, en estos tiempos, es casi de infarto. A pesar de ello, no pierde ni un momento su sonrisa franca y su amabilidad. La charla es fluida, casi como si nos conociéramos de toda la vida. Garrido es un gran político y un excelente gestor… y lo exhibe con orgullo. No en vano es hombre de números -ingeniero de minas de profesión- y se nota: tiene una cabeza muy bien ordenada. De hablar pausado y tranquilo, no exento de firmeza en sus planteamientos, Garrido no rehúye hablar de un escabroso pasado reciente en el edificio de la Puerta del Sol que da ya por superado con lo que más valora en la política: la normalidad. Hoy, salgo de tomar mi café semanal con la sensación de haber compartido una hora con un buen político y lo que es más importante, con una buena persona.
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