Hace menos de una semana, la precandidatura olímpica de Pirineos-Barcelona anunciaba a bombo y platillo que seguía adelante con su intención de albergar los Juegos de Invierno en el año 2030. Lo hacía con el aval del Comité Olímpico Internacional, que dio luz verde al proyecto tras una reunión de alto nivel celebrada en octubre en Buenos Aires con motivo de los JJOO de la Juventud, donde el COI ya emitió un informe favorable a la precandidatura española. Ahora el sueño olímpico se tambalea: el COI amenaza a España con retirarle la organización de eventos deportivos de alto nivel si no modifica su línea de actuación respecto a Kosovo y sus deportistas.
Kosovo se independizó unilateralmente de Serbia en el año 2008, pero España es uno de los países (junto a otros como Rusia, Brasil o la India) que no reconoce al autoproclamado Estado balcánico. A consecuencia de ello, nuestro país impide sistemáticamente que los deportistas kosovares que participan en competiciones organizadas en España lo hagan representando a su país.
España ya perdió la organización de los europeos junior de halterofilia por este motivo, aunque organizó con normalidad los Juegos del Mediterráneo. Para aquella cita se llegó a la solución de que los deportistas kosovares entrarían en España con visado provisional en hoja aparte y competirían representando no a Kosovo, sino al Comité Olímpico Kosovar, al que sí reconoce el COI. Misma solución por la que optó Brasil en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
El último capítulo de esta polémica se vivió este fin de semana durante la celebración en Madrid de los mundiales de kárate. España no emitió visados para los karatekas kosovares, que entraron en nuestro país con documentación obtenida en Francia. Una vez aquí, no compitieron representando a Kosovo sino bajo las siglas WKF5, correspondientes a la Federación Mundial de Kárate (WKF, en inglés).
24 horas para paralizar el envío de la carta
Tras esta situación, el COI ha dicho basta. Pere Miró, director general del organismo, verbalizó la amenaza en declaraciones al medio especializado InsideTheGames: "Si el Gobierno español no está en condiciones de garantizar el acceso de los atletas kosovares, debemos advertir a todas las federaciones internacionales de que, hasta que esto no se resuelva, no organicen sus competiciones internacionales en España".
El mensaje no pudo ser más claro y se reafirmó este lunes durante un acto organizado por el COE en Madrid. "Los atletas kosovares ya han pasado bastante como para que el deporte les diga que no pueden competir en España o en otro sitio", reiteró José Antonio Samaranch, vicepresidente del COI. Sin embargo, Samaranch aseguraba que no veían "voluntad de conflicto" en las partes involucradas y confiaba en que las conversaciones con España "dieran fruto inmediatamente".
No queda más remedio, porque el COI tiene previsto enviar este mismo jueves la carta dirigida a las federaciones internacionales, instando a que cancelen sus eventos en España o no organicen nuevas citas en nuestro país. El COE trabaja a contrarreloj para evitar este "palo" a la imagen deportiva del país y, según trasladan fuentes del comité español, es el propio presidente, Alejandro Blanco, quien está haciendo "todas las gestiones habidas y por haber para que el envío no se produzca".
'Si no lo solucionamos, el COI no tendrá en cuenta la candidatura'
"Estamos en el escenario de evitar que el COI envíe esa carta", insisten, mientras Blanco trata de aunar esfuerzos con el CSD y con Asuntos Exteriores para buscar una solución que paralice la polémica. "Tiene que ser una solución global y definitiva para que no haya que improvisar en cada campeonato", insisten desde el COE.
En el horizonte asoma la sólida candidatura de Pirineos-Barcelona para los JJOO de Invierno de 2030, el evento más relevante que se tambalearía por este motivo. "Si esto no cambia, entonces olvidémonos de Pirineos-Barcelona", ha declarado Alejandro Blanco a La Vanguardia, preguntado por si la hipotética cita olímpica estaba en riesgo. A preguntas de El Independiente, desde el COE insisten en la misma línea: "Si no somos capaces de garantizar la participación de los atletas kosovares en las mismas condiciones que el resto, el Comité Olímpico Internacional no tendrá en cuenta la candidatura".
Consultado por este medio, el CSD no ha querido "entrar en valoraciones" sobre la amenaza del COI, aunque la secretaria de Estado, María José Rienda, ha declarado este martes que "las puertas del CSD siempre estarán abiertas para el COI y para el COE". En meses anteriores, aún con el PP en Moncloa, la posición del ente rector del deporte español fue dura.
La mano dura del CSD
"No daremos marcha atrás. Ni Gibraltar ni Kosovo, y si quieren llevarse el campeonato, que se lo lleven", decían portavoces del CSD a El Independiente cuando la federación de halterofilia, en abril, amenazaba a España con retirarle la organización del europeo júnior y llevárselo a Polonia. "No daremos marcha atrás", subrayaba el CSD, que se mantuvo firme en su postura: España no emitió visados para los halteras kosovares y el campeonato finalmente no se celebró en Galicia, como estaba previsto.
Ahora, la posición del organismo superior sigue siendo la misma. "La postura del Gobierno español no ha variado", reconoce el CSD a este medio, deslizando que la única opción que se contempla es una similar a la de los Juegos del Mediterráneo, y no la participación libre de los atletas en representación de Kosovo.
En abril, el CSD ya diferenciaba entre los Juegos del Mediterráneo y el resto de competiciones. En el caso de los Juegos, se respetó la posición del COI, que sí reconoce al Comité Olímpico de Kosovo. Se permitió por tanto la participación de atletas kosovares en representación de su comité, pero no de su país. De hecho, durante el desfile de inauguración del evento, los deportistas balcánicos desfilaron sin bandera y bajo el nombre NOC of Kosovo (National Olimpic Comittee of Kosovo). "Desde el Gobierno de España y su Ministerio de Asuntos Exteriores se utilizó esa solución para no perjudicar a los deportistas", explican desde el CSD.
Caso distinto es el de un campeonato organizado por una federación internacional, como el europeo de halterofilia o el mundial de kárate, en el que los deportistas vienen en representación de la Federación Nacional de un país al que España no reconoce.
España no es el único país que se enfrenta a esta problemática. Esta semana arranca en la India el mundial femenino de boxeo, y las autoridades del país todavía no han confirmado la emisión del visado para Donjeta Sadiku, la única púgil kosovar inscrita para el evento, que ya se perdió otro campeonato internacional celebrado en India en 2017, por el mismo motivo. Ahora, el Comité Olímpico Kosovar está tratando de que Sadiku pueda viajar usando pasaporte albanés, nacionalidad de la que gozan una importante mayoría de los habitantes de la región de Kosovo, independizada unilateralmente de Serbia en el año 2008.
España, Kosovo y el intercambio fronterizo
La posición del Gobierno español respecto al reconocimiento kosovar no ha variado con el cambio de Gobierno. Aunque fue con Mariano Rajoy cuando la tensión alcanzó sus niveles máximos, con el presidente del Gobierno ausentándose de una cumbre europea en Bulgaria para evitar sentarse en la misma mesa que el máximo dirigente del país balcánico, Hashim Thaçi.
Actualmente, Kosovo y Serbia están manteniendo conversaciones de normalización de las relaciones, condición indispensable para la ruta de acceso de Belgrado a la Unión Europea. La rumurología respecto a estas negociaciones ha sido diversa, pero el punto central reside en el posible intercambio de territorios: Kosovo entregaría las zonas del norte del país con mayoría étnica serbia -y que de facto están gobernadas desde Belgrado- a cambio de la entrega a Kosovo de algunas zonas del valle del Presevo con mayoría étnica albanesa.
El acuerdo, negado públicamente por los dirigentes de Pristina y Belgrado, recibió el apoyo tácito de los Estados Unidos -principal valedor de la independencia kosovar- pero el rechazo frontal y absoluto de Angela Merkel y la Unión Europea, temerosa de que una modificación fronteriza supeditada a criterios étnicos podría hacer estallar un polvorín en la región, especialmente en Bosnia.
Josep Borrell, titular de Asuntos Exteriores, declaró este verano que España respetaría cualquier acuerdo que Serbia alcanzase con Pristina, y que reconocerían la independencia del país balcánico si Belgrado lo hacía. "No seremos más papistas que el papa", aseguró, aunque subrayó el rechazo a la modificación fronteriza: "Las soluciones que pasan por una adaptación étnica del territorio levantan muchas y lógicas reticencias".
No obstante, las conversaciones entre Belgrado y Pristina parecen haber encallado de forma radical tras la aprobación por parte del parlamento kosovar de la creación de un Ejército de 5.000 hombres dotado de armas pesadas. El presidente serbio, Aleksandar Vucic, ya ha declarado que su Ejecutivo no lo permitirá de ninguna manera y que, en caso de que ese hipotético ejército llegara a desplegarse en el norte de Kosovo, donde predominan los ciudadanos serbios, se vería obligado a intervenir. "La marcha de la misión de la ONU y la formación del Ejército de Kosovo pondrían a Serbia en una posición terriblemente difícil en la que ya no tendríamos la opción, ni el derecho a elegir otra cosa que no sea proteger nuestro país y a nuestro pueblo", dijo recientemente, en referencia a una posible intervención militar.
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