Sostiene Ivan Krastev que “si la UE se suicidara, el arma elegida probablemente sería un referéndum popular, o una sucesión de ellos”. El politólogo búlgaro mantiene que el referéndum es un arma letal, y lo es porque es un elemento de polarización. Los británicos lo están viviendo en sus carnes desde que se celebró la consulta sobre la salida de la UE aquel inolvidable 23 de junio de 2016.
Los partidarios del Brexit ganaron por un 51,9% de los votos frente al 48,1% de los defensores de seguir en la UE. Escocia, Irlanda del Norte (quédense con esta referencia) y Londres votaron a favor de permanecer (Remain). El Reino Unido, que quería recuperar una añorada soberanía perdida, empezaba a saber lo que era la desunión.
Como todos los populistas que se precien, los agitadores del Brexit, Nigel Farage en cabeza, no se hicieron cargo del desastre, ni tampoco habrían sabido cómo articular una salida ordenada. Tampoco los que hablan de “vasallaje” a la UE dentro del Partido Conservador, como Boris Johnson, que fue periodista en Bruselas antes que ministro.
El primer ministro conservador, David Cameron, que aceptó el envite del suicidio de un proyecto que se había labrado durante décadas, desapareció de escena. Pasará a la Historia por semejante desastre.
Asumió la tarea Theresa May, quien convocó elecciones anticipadas en junio de 2017, con la idea de salir reforzada de las urnas, y logró lo contrario. Los laboristas cosecharon mejores resultados de lo que ellos mismos esperaban. Al calor del Brexit, siguen creciendo sus expectativas de voto. Con una mayoría frágil, que necesita el apoyo de los unionistas de Irlanda del Norte, May siguió adelante. Su principal tarea de Gobierno es acometer el acuerdo para la salida de la UE y establecer cómo será la relación futura.
La cuadratura del círculo
La UE no está concebida para que sus miembros salgan, pero se incorporó el artículo 50 en el Tratado de Lisboa para que existiera esa posibilidad. Santa democracia. Ponerlo en práctica es un galimatías. Y en el caso de un país como el Reino Unido tan complejo como cuadrar un círculo.
¿Por qué es tan difícil? Theresa May, que era defensora de la permanencia en la UE pero se ha convertido en la más firme abogada del resultado del referéndum, lo dejó claro en su rueda de prensa del jueves. “No veo que nadie presente una alternativa que contemple que no haya frontera dura entre las dos Irlandas y cumpla con lo que votaron los británicos”, remarcó May.
Nadie ha presentado una alternativa que contemple que no haya frontera entre las dos Irlandas y se respete el reféréndum", dijo May
Cuando faltan apenas cuatro meses para la salida del Reino Unido de la UE, el 29 de marzo de 2019, el país está más dividido que nunca. Hace apenas una semanas unas 700.000 personas salían a las calles de Londres para demandar un segundo referéndum. La primera ministra lo descarta categóricamente.
El problema de un segundo referéndum es, además de que son letales, la pregunta. ¿Se votaría sobre este principio de acuerdo, sobre si el Reino Unido se queda en la UE o sobre si sale a las bravas?
Cada vez son más frecuentes las concentraciones de partidarios y detractores del Brexit. Encabezan los opositores la mayoría de los jóvenes, y los ciudadanos británicos que han hecho su vida en países de la UE, y europeos que residen en el Reino Unido. Aunque la UE y el Reino Unido prometen que no se perjudicarán sus derechos, todos temen el cambio que se avecina, y más si deriva en caos.
A eso se suma que los norirlandeses, que votaron a favor de seguir en la UE por mayoría, también se dividen entre unionistas, con gran peso para la supervivencia del Gobierno, y los republicanos, que sueñan con unirse a Irlanda. Los escoceses, también pro UE, ven con recelo cualquier salida que les perjudique y pueden volver a usar este argumento para pedir otro referéndum de escisión.
Gobierno y partido, divididos
El partido en el Gobierno, el Partido Conservador, está fragmentado. Algunos brexiters, encabezados por el diputado Jacob Rees-Mogg, quieren incluso que May se retire. Rees-Mogg ha escrito una carta al presidente del Comité 1922, Sir Graham Brady, para promover una moción de confianza. Si hay 48 cartas, se puede votar la iniciativa la semana que viene.
El ex ministro de Exteriores, Boris Johnson, habla de que el principio de acuerdo alcanzado con la UE somete al Reino Unido al “vasallaje” de la UE. En realidad, es cierto que si se aplica la salvaguarda (backstop) para que no haya frontera entre las dos Irlandas y el Reino Unido se queda en la Unión Aduanera, habrá de adoptar la política arancelaria de la UE sin tener voz ni voto.
La unidad a la que apeló May para evitar la incertidumbre es hoy por hoy una quimera"
La unidad a la que apeló May para evitar la incertidumbre en su comparecencia del jueves ante la prensa es una quimera. Lo sabe y por eso dará libertad de voto a los tories. Dispuesta a una misión que parece imposible, ha arrancado el viernes sometiéndose a las preguntas de los ciudadanos en una cadena de televisión.
Su gobierno ha sufrido una oleada de dimisiones desde que se formó que hace historia. Desde julio han dicho adiós el titular de Exteriores, Boris Johnson, dos ministros del Brexit, David Davies, y Dominic Raab, el ministro de Transporte, Jo Johnson, la titular de Trabajo, Esther McVeigh y el de Irlanda del Norte, Shailesh Vara. A ellos se suman numerosos funcionarios de alto rango, asistentes de ministros.
La primera ministra salió el miércoles por la noche a anunciar que contaba con el apoyo mayoritario del Gobierno. Después de cinco horas de deliberaciones, hacía una declaración en defensa del acuerdo y daba la señal necesaria a Bruselas para poner en marcha el siguiente paso, la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del 25 de noviembre. Sin embargo, horas más tarde, empezaban las renuncias en una sangría que parecía imparable.
Tras la cascada de dimisiones, May se encaró con el Parlamento, donde pudo comprobar que va a tenerlo muy difícil en diciembre para que los diputados aprueben el principio de acuerdo. May remarca que aún falta perfilarlo.
Lo que más reprochan a May sus correligionarios es que el Reino Unido ceda su soberanía y rechazan que pague más dinero a la UE"
Lo que más reprochan a May sus correligionarios conservadores es que el Reino Unido cede su soberanía si sigue en la Unión Aduanera, y también rechazan que haya que pagar la última cuenta pendiente con la UE, unos 50.000 millones de libras. Invocan un informe de la Cámara de los Lores según el cual el Reino Unido no tiene obligación legal de pagar a la UE.
Lo cierto es que, como señala en su cuenta de Twitter Ignacio Molina, investigador del Real Instituto Elcano, ahora los británicos que se marcharon porque no querían que llegaran a su territorio búlgaros y rumanos van a tener que acatar normas votadas por ellos sin tener voz ni vota en la mesa europea. Eso siempre que este acuerdo siga adelante.
El líder laborista, Jeremy Corbyn, también ha responsabilizado a May del “caos” en su Gobierno. Corbyn ha anunciado que no dará su respaldo al acuerdo. El ex primer ministro laborista Tony Blair, confeso europeísta, también lo considera “una capitulación”. Según la última encuesta de YouGov, el 42% de los británicos rechazan el principio de acuerdo, pero el 39% no tienen una opinión formada. Solo lo apoyan explícitamente el 19%.
Claves del principio de acuerdo
El documento, que versa sobre la salida de la UE no sobre la relación futura, estipula cómo al día siguiente del 29 de marzo comienza el periodo transitorio hasta el 31 de diciembre de 2020. Puede acordarse incluso una prórroga si así se considera seis meses antes de la ruptura definitiva, en julio de 2020.
Uno de los aspectos más complejos del principio de acuerdo se refiere a la frontera entre Irlanda del Norte, que forma parte del Reino Unido, e Irlanda. El Gobierno de Dublín, y muchos norirlandeses, no quieren tener una barrera visible en sus 499 kilómetros de frontera. Así lo estipulan los Acuerdos de Viernes Santo, con los que se puso fin al conflicto norirlandés, los llamados Troubles. Para evitarlo incluye una cláusula de salvaguarda, que se activaría si no hay acuerdo.
Los británicos que votaron a ciegas su salida de la Unión Europea ahora quieren clarividencia"
Todo el Reino Unido permanecería hasta encontrar una solución en una unión aduanera. Es decir, el Reino Unido seguiría en la Unión Aduanera, con sus aranceles y su política comercial. ¿De qué otra manera se evita la frontera? Se precisaría una tecnología que hoy en día no se ha desarrollado. Aquí la memoria nos lleva a Epi y Blas y su "dentro, fuera". Estar dentro y fuera a la vez es una cuestión de fe, pero los británicos que votaron a ciegas ahora quieren clarividencia.
Sobre otra cuestión crucial el principio de acuerdo señala que los ciudadanos europeos que lleguen al Reino Unido antes de que acabe el periodo de transición (diciembre de 2020), podrán quedarse en el país y, si permanecen allí cinco años, podrán seguir haciéndolo de manera permanente. Las mismas reglas se aplicarán para los británicos en países de la UE. Este texto consta de 585 páginas, que los que votaron el 23 de junio de 2016 difícilmente se leerán.
En relación con Gibraltar se insta a España y a las autoridades británicas a establecer “todas las formas de cooperación necesaria” con el objetivo de lograr una “transparencia total” sobre cuestiones fiscales. El texto da relevancia al respeto a los derechos de los trabajadores transfronterizos, lo que ha gustado en la zona aledaña, muy empobrecida. La soberanía se dejó de lado desde un principio.
Escenarios
Una vez que May ha anunciado que seguirá defendiendo este acuerdo porque cree que es el mejor de los posibles, son varios los escenarios a corto y medio plazo en el Reino Unido.
La moción de confianza está en marcha y puede plantearse si hay 48 cartas como la de Jacob Rees-Mogg. Es posible, pero el riesgo es que la división sea aún mayor entre los conservadores. Para deponer a May necesitarían 159 votos si están presentes todos los diputados conservadores, que son los que tienen derecho a emitir su juicio al respecto. O dicho al revés, con esos votos, May se salvaría también, la mayoría simple. Si ganara, evitaría otra iniciativa similar en 12 meses. Si perdiera, tendría que dejar de ser primera ministra y sería sustituida por su sucesor en el partido.
Aunque ahora no da señales de cesión, si muchos ministros condicionan su apoyo a que modifique el texto en algunos aspectos, podría convencerles de que lo hará en el documento final.
Otra posibilidad es que May pierda la votación en el Parlamento en diciembre. Los laboristas, el Partido Nacionalista Escocés, el DUP y 51 tories se han mostrado de momento en contra. Tendría 21 días para presentar un nuevo plan. Sin embargo, es posible que en ese caso sí se piense dos veces dimitir. La convocatoria de elecciones es una de las posibilidades, y el líder laborista está preparándose para este reto, como ha confesado en sus redes.
Mientras tanto, May evoca a su ídolo del cricket, Geoff Boycott, para gestionar el Brexit. “Hay que resistir, mantenerse firme y darlo todo hasta el final”. Es su táctica.
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